Vicenç Navarro | Catedrático de Políticas
Públicas de la Universidad Pompeu Fabra
nuevatribuna.es | 28 Noviembre 2013 -
12:23 h.
La
sabiduría convencional del pensamiento económico neoliberal alcanza su máxima
expresión en España en las políticas económicas del gobierno del Partido
Popular, bien reflejadas en los pronunciamientos de su Presidente Rajoy.
Predeciblemente, los medios de mayor difusión del país proveen las cajas de
resonancia para que tales posturas se promuevan, habiendo alcanzado un nivel de
aceptación generalizada, que es sumamente preocupante, pues cada una de sus
posturas tiene en su contra una enorme cantidad de evidencia que las cuestiona.
Veamos tales posturas expresadas en varias formas y ocasiones y la evidencia
que señala su error.
España
no puede vivir por encima de lo que uno tiene, postura de la que se
deriva que hay que recortar el gasto público y bajar los salarios a fin de
reducir el consumo. Vayamos por partes. En cuanto al gasto público, España
tiene uno de los gastos públicos por habitante más bajos de la Unión Europea de
los Quince (UE-15), el grupo de países europeos de desarrollo semejante al
español. En realidad, dicho gasto está muy por debajo del que le correspondería
por el nivel de desarrollo de riqueza que tiene. Su gasto público social por
habitante es solo el 74% del promedio de la UE-15, cuando el PIB por habitante
es ya el 94% del promedio de la UE-15. Si fuera el 94% en lugar del 74%, el
Estado español se gastaría 66.000 millones de euros más al año de lo que se
gasta ahora. España los tiene, lo que ocurre es que el Estado no los recoge. Un
análisis de las políticas fiscales del país muestra la enorme regresividad y
fraude fiscal existente en España.
En
cuanto al sector privado, el hecho de que las familias estén endeudadas no se
debe a su derroche, como Rajoy indica, sino al hecho de que las rentas
salariales han ido bajando en España, con lo cual la población (cuya mayoría
deriva sus ingresos de las rentas del trabajo) ha tenido que ir endeudándose.
Es más, contribuyó a este endeudamiento la bajada del precio del dinero,
resultado del euro y de la altamente rentable inversión de la banca alemana en
actividades especulativas, que, en maridaje con la española, fue responsable de
la burbuja inmobiliaria.
El
gobierno no puede gastar el dinero que no tiene, lo cual ignora que el
Estado puede tenerlo si hay voluntad política para tenerlo. El Estado puede
recoger dinero de impuestos y tasas, los cuales en el Estado español,
incluyendo el central y las autonomías, lo recogían en mucha menor cantidad
(equivalente al 34% del PIB) que en el promedio de la UE-15 (el 44% del PIB) en
2009, y ello se debe, en gran parte, como he indicado antes, a la enorme
regresividad de las políticas fiscales del Estado y de sus CCAA. Así, mientras
la mayoría de la ciudadanía que trabaja y está en nómina paga en impuestos
cantidades similares (ligeramente inferiores) a las que pagan sus homólogos en
la UE-15, los súper ricos que derivan sus ingresos de la propiedad de capital
pagan mucho, mucho menos (un 20% nominalmente) de lo que pagan sus homólogos en
la UE-15.
La
deuda es una rémora para las generaciones futuras a las cuales se les pasa la
carga de tener que pagar por esta deuda. Este argumento tergiversa la
realidad, pues el gasto público en inversiones significa que las futuras
generaciones podrán gozar de unas infraestructuras que no tendrían si no
existieran dichas estructuras. Si se invierte, por ejemplo, en educación u
otros servicios públicos del Estado del Bienestar, o en infraestructuras
físicas, como transporte, ello mejora la calidad y bienestar de la sociedad
presente y futura. Es más, esta mejora se está consiguiendo a un coste menor,
pues los precios son más bajos ahora que en el futuro, con lo cual las
generaciones futuras ahorrarán dinero en lugar de derrocharlo. En realidad, el
punto clave no es el tamaño de la deuda, sino la naturaleza de esta deuda. En
España el problema mayor de la deuda no es su tamaño, sino el elevado
porcentaje de dicha deuda derivado de tener que pagar sus intereses
hipertróficos y elevados, consecuencia del diseño del sistema financiero
centrado en el Banco Central Europeo (BCE), el cual no es un Banco Central,
como he mostrado en muchos artículos (ver páginas económicas de mi blog www.vnavarro.org)
sino que es un lobby de la banca privada, la cual es constantemente favorecida
a costa de los Estados. El gobierno Rajoy y sus políticas han favorecido
enormemente a la banca, que ha aprovechado el dinero que le ha transferido el
BCE no para ofrecer crédito, sino para comprar deuda pública del Estado a unos
intereses desorbitados. Otras políticas alternativas podrían haber sido
implementadas. Así de claro.
Fuente: http://www.nuevatribuna.es/
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