Un tribunal militar deniega al nieto de
Ricardo Mella la devolución de las obras incautadas
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El 17 de octubre de 1936, Urania Mella
Serrano, una de las siete hijas del total de 13 descendientes que tuvo Ricardo
Mella, el gallego pionero del anarquismo, fue condenada a muerte por el delito
de rebelión, por el mismo tribunal que condenó a idéntica pena a su marido,
Humberto Solleiro. Solleiro, militante de UGT fue fusilado en el monte de O
Castro el 30 de octubre, pero a Urania, perteneciente a Mujeres Antifascistas,
le fue conmutada la pena por cadena perpetua primero y después por 12 años de
cárcel. Murió en 1945, dos años después de salir, en Lugo, a donde se había
trasladado para evitar el rechazo social. En diciembre de 2010, al amparo de la
Ley de Memoria Histórica, el ministerio de Justicia le expidió una declaración
de reparación y reconocimiento personal, pero la práctica es otra cosa.
Entre las
pruebas que apreció válidas en aquella farsa de juicio el Juzgado Militar
Eventual nº 2 de Vigo en aquellos días posteriores al golpe, además de
delaciones y cotilleos, estaban –según se puede leer en las actas de la causa
868/1936, “un carnet de Tranvías Eléctricos de Vigo C.A”, “tres folletos de
propaganda marxista” y “una fotografía”. De todo ello se conserva en la causa
la propaganda –no estrictamente marxista-: Sindicalismo y socialismo,
de José Prat y Sindicalismo y anarquismo, de Ricardo Mella (Ed. Cultura
Libertaria de A Coruña); En defensa del anarquismo. Lucha de clases, de
Ricardo Mella (Imprenta Germinal de Barcelona) y Llamamiento del Comité
Central del Partido Comunista (Prensa Obrera de Madrid).
En enero de
este año, Raúl Solleiro Mella, hijo de Humberto y Urania empeñado en
reivindicar la memoria de su abuelo y de sus padres, solicitó al Tribunal
Militar Territorial número 4 de A Coruña el desglose de esas publicaciones (es
decir, su devolución), dado su carácter de “objetos personales ajenos al
procedimiento” y “debido a su valor histórico y sentimental, y ello sin
perjuicio de que se deje testimonio de los mismos en el procedimiento”. El
pasado 11 de marzo, la sección de Amnistías del Tribunal Territorial Cuarto le
comunicó al abogado de Raúl Solleiro que la petición había sido denegada.
Dado que ya
habían transcurrido 50 años, “no existe inconveniente para su consulta” [la de
la documentación], pero en base al Reglamento de Archivos Militares, quienes
hayan sido parte de un procedimiento o tengan interés legítimo en él pueden
acceder “mediante exhibición, testimonio o certificación”. Nada de llevárselos,
puesto que lo solicitado “forma parte de la causa, estando incorporados a la
misma y foliados, no pueden ser objeto de entrega, y sí de exhibición,
testimonio y certificación”.
“¿A santo de
qué tienen derecho a quedarse con objetos personales, 80 años después, si la
causa que instruyeron entonces era ilegal?”, se indigna Raúl Solleiro,
invocando la reparación firmada por el entonces ministro de Justicia Francisco
Caamaño en la que se aludía a la “sentencia dictada sin las debidas garantías,
por el ilegítimo Consejo de Guerra Ordinario celebrado en Vigo el 17 de octubre
de 1936”. El hijo mayor de Urania Mella, su único acompañante en sus últimos
años en Lugo, con 17 años, conserva de su madre poco más que alguna fotografía
y el recuerdo de que “cuando salió de la cárcel, del País Vasco, era una mujer
vencida, que me hizo prometer que nunca me metería en política”.
No se metió en política, pero
conservó las ideas y salió tozudo. “Recurriremos. No sé todavía cómo, ni ante
quien, ni de qué forma, pero seguiremos adelante hasta encontrar alguna
brecha”, se contagia el abogado que lo representa, Guillermo Presa. La negativa
del tribunal militar a devolver los libros de su madre no es la única brecha
entre teoría y práctica en la reparación de la memoria de la martirizada hija
del teórico del anarquismo que construyó y dirigió la red tranviaria de Vigo.
El 17 de octubre de 2008, en el aniversario del juicio sumarísimo, se botaba en
el puerto vigués el Urania Mella, un moderno y potente buque
anticontaminación, entre un gran despliegue de autoridades encabezados por la
ministra de Medio Ambiente, Elena Salgado, pero sin ninguna presencia de la
familia, a la que no habían avisado. El pasado mes de agosto, Salvamento
Marítimo no renovó el flete y el barco, propiedad de Sertosa, no hace
exactamente la labor para la que fue concebido: está de buque gasolinera en el
puerto de A Coruña, y con otro nombre, Monte Aruca.
Fuente: www.elpais.com
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