El diario británico pone el foco en la presión que
reciben los periódicos en papel para justificar sus malos datos de audiencia,
perdida en parte por la crisis, la bajada de la inversión publicitaria y la
huida de los lectores a los nuevos medios digitales.
La visión que tienen de nuestros periódicos de papel
en Reino Unido parece ser igual de mala que la que se está percibiendo en
España. El diario The Guardian ha puesto el dedo inquisidor en algunos
aspectos de la prensa española en los que habría que hacer incapié a la hora de
levantar un sector que está viviendo sus peores años.
En un artículo titulado “Media Revolution in Spain as
readers search for a new voices”, The Guardian critica que algo malo
está pasando cuando las tres de las principales cabeceras españolas (El
Mundo, El País y La Vanguardia) cambiaron hace poco de directores. Dicen
desde allí que una de las razones a las que se han debido estos cambios ha sido
por la crisis económica que azota el país, lo que ha desembocado en una menor
inversión publicitaria y las consecuentes pérdidas de lectores, que se han ido
a los diarios digitales.
Sin embargo, los de The Guardian van mucho más
allá de estas tres causas. 40 años después de la Transición, se han abierto en
España más de 300 nuevos periódicos, muchos de ellos dirigidos por veteranos
periodistas que hacen las preguntas que los medios tradicionales no se atreven
a hacer en España. Como España
estuvo al borde del colapso financiero, los españoles comenzaron a exigir más
responsabilidad por parte de sus instituciones, dijo Rafael Aníbal, un ex
periodista que ahora trabaja en comunicación. “La gente iba en busca de fuentes
de información que no están directamente relacionadas con el poder”.
Achacan, desde The Guardian, a que el problema
de la prensa tradicional en papel es que la crisis se ha institucionalizado. El
citado periodista apunta a que debido a la deduda de Prisa, de la cual
un 16% poseen los bancos, es imposible hacer buenas coberturas informativas
sobre la crisis económica. “No puedes tener libertad de prensa en una empresa
que está en bancarrota y pertenece a los bancos”, dicen.
Presiones a los periodistas
Los periodistas de El País no se decidían a
hablar oficialmente sobre presiones en la sala de redacción. Pero como un
periodista dijo: “Todo el mundo sabe aquí que si comienzas a trabajar en una
historia sobre un banco, nadie va a decirte que no debes hacerlo. Ellos van a
decir que no tienes suficiente para respaldar la historia, o que esta historia
no es lo que crees que es”.
Uno de esos problemas, que citan en The Guardian,
fue la investigación en las cuentas suizas de la familia Botín que, a
petición de la fiscalía, la Audiencia Nacional archivó sobre la causa abierta
contra el presidente del Banco Santander, Emilio Botín, y varios miembros de su
familia por supuestos delitos contra la Hacienda Pública y falsedad documental
en el caso de las cuentas suizas del banco HSBC. El tribunal consideró que los
Botín quedaron exentos de responsabilidad penal tras haber regularizado su
situación fiscal mediante el pago conjunto de unos 200 millones de euros
correspondientes al IRPF y al impuesto sobre patrimonio.
Esta historia, que apareció en toda la prensa
internacional, no tuvo la cobertura necesaria en en los medios españoles, entre
ellos, el citado El País. Uno de sus exredactores, Pere Rusiñol, dice en
The Guardian que “Hay una gran cantidad de pruebas que demuestran que
no es posible hacer ningún tipo de periodismo -o cualquier cosa mínimamente
digna de ese nombre- en los medios tradicionales.” Algo que Javier Moreno,
el ya exdirector de El País, se encargó de negar. “Puedo decir honestamente que
nunca he recibido presiones por parte del poder o de la publicidad”. Y Antonio
Caño, el encargado de sustituirle, y durante 30 años corresponsal en el
extranjero, sentenció “vamos a cubrir la corrupción allá donde esté. Yo no
tengo las mismas conexiones y amistades que otros directores. Soy nuevo aquí”,
dijo quien tomará el control de El País el próximo mes de mayo.
vozpópuli
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