‘Sanciones’ se convirtió en una palabra comodín en la
mesa de diálogo donde está en juego el futuro de Crimea. Pero los Estados
occidentales no aclaran qué consecuencias pueden tener para ellos estas mismas
sanciones, insisten los expertos.
Mientras
Moscú apoya el derecho de autodeterminación del pueblo de la península de
Crimea, EE.UU. insiste en que jamás reconocerá los resultados del plebiscito de
este 16 de marzo en el que el 96,77% de los participantes votaron a favor de
adhesión a Rusia y, junto con líderes de varios países europeos, utiliza el
lenguaje de las sanciones. “Las consecuencias económicas de ello para una
Europa arruinada pueden ser catastróficas. Hay muchos países como Grecia,
España y Portugal donde ya hay numerosos casos de hambre y miseria extrema”,
puntualiza el economista Francisco González Tejera, que insiste en que, si
sigue la presión de EE.UU. y Europa sobre Rusia, la situación interna en Europa
se agravará aun más.
Lejos de las
discusiones políticas, pero sí cerca de los análisis de mercado, los grandes
hombres de negocios europeos ya han hecho sonar la alarma. El banco francés
Société Générale y la empresa alemana de exploración y producción de gas y
petróleo Wintershall, entre otras compañías, ya han advertido del gran papel
que desempeña Rusia en la economía de Europa. Sus palabras reciben el apoyo
diplomático. “No le vemos el sentido a estas sanciones. Pueden conllevar
acciones de respuesta, algo que provocaría una reacción en cadena de
consecuencias impredecibles. No queremos que eso ocurra”, opina Shi Mingde,
embajador de China en Alemania.
Los
economistas destacan que la mayoría de estas consecuencias procederán del
sector de los hidrocarburos. Europa consume a diario unos 14 millones de
barriles de petróleo y productos derivados, de los cuales poco más de tres
millones se extraen dentro de la región, una cifra que se redujo a la mitad en
los últimos 15 años debido a la escasez de recursos del continente. Europa
recibe de Rusia casi cinco millones de barriles. En cuanto al gas, el 40% de
las importaciones que realiza Europa provienen de Rusia. En caso de
introducirse sanciones contra Moscú, entre el 25% y el 30% de las plantas
eléctricas de la Unión Europea podrían experimentar dificultades o detener su
funcionamiento, y la población sufriría problemas de calefacción durante el
invierno, mientras que tanto el transporte público, el comercial y el privado
se verían afectados por la falta de gasolina y electricidad.
Aparte del
del gas y el petróleo, existen otros sectores que podrían experimentar
problemas, como el turismo, el comercio y la compra de viviendas, en los que
Rusia beneficia a Europa. Para poner un ejemplo, tan solo en un año los
ciudadanos rusos invirtieron más de 1.000 millones de euros (1.390 millones de
dólares) en el sector inmobiliario de España. Cabe mencionar que esta suma es
casi idéntica a la que EE.UU. ofreció a Ucrania para paliar la recesión, y sin
embargo supone solo la mitad de lo que Kiev adeuda a Rusia por el suministro de
gas. Y ello, sin contar que las nuevas autoridades ucranianaas deben encontrar
fondos para pagar pensiones y financiar otros programas sociales.
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