miércoles, 19 de marzo de 2014

LETIZIA Y CRISTINA, UN PROBLEMA REAL

El intento de la reina doña Sofía de rehabilitar a la infanta y de normalizar sus relaciones con el resto de la familia real tras su declaración judicial choca con la falta de sintonía entre la princesa Letizia y su cuñada
17 de marzo de 2014  01:19
Si hay una imagen que simboliza hasta qué punto ha quedado apartada la infanta Cristina de cualquier acto oficial en el que participe la familia real, es la que se pudo ver la pasada semana en el funeral de Estado por las víctimas de los atentados del 11-M celebrado en la catedral de la Almudena de Madrid. La fotografía de los reyes don Juan Carlos y doña Sofía, la infanta Elena y la princesa doña Letizia (el príncipe no pudo asistir por encontrarse en Chile en la toma de posesión de la nueva presidenta, Michelle Bachelet) consolando uno a uno a los heridos en los atentados y a los familiares de los fallecidos simboliza la cercanía de la familia real con los ciudadanos que sufren. Mientras, la infanta Cristina, permanecía en su domicilio de Ginebra. Su exclusión de la agenda oficial de la Zarzuela es un hecho conocido hace tiempo. Pero la constatación de que ni siquiera en un acto religioso de esta naturaleza, que sirve de homenaje a las víctimas del mayor atentado terrorista de la historia de España, se considera conveniente su presencia, evidencia la gravedad de la situación.
¿Puede una persona a la que ni siquiera se permite asistir a un funeral seguir ocupando la séptima posición en la línea de sucesión a la Corona? Los expertos consideran que ambas situaciones son incompatibles. Y creen que, precisamente por ello, está en marcha un intento de rehabilitar a la infanta tras su declaración ante el juez del caso Nóos, en la que se distanció claramente de cualquier actividad ilegal que haya podido cometer su marido, Iñaki Urdangarin. Ese movimiento hacia la redención está encabezado por la reina doña Sofía, que lleva tiempo tratando de lograr un acercamiento de la familia real con doña Cristina. Sin embargo, los españoles han comprobado recientemente dónde se encuentra la principal dificultad para esa reconciliación. La falta de sintonía entre la princesa Letizia y la infanta Cristina viene de lejos, antes incluso de que estallara el caso Nóos. Y ahora parece insuperable.
Ese distanciamiento pudo apreciarse claramente en el acto celebrado en Grecia el pasado 6 de marzo en homenaje al padre de doña Sofía, el rey Pablo I, al que, por expreso deseo de la reina, doña Cristina asistió junto al resto de la familia, excluido el rey, todavía convaleciente.
Los príncipes de Asturias reprueban el comportamiento no solo de Urdangarin, sino también el de la infanta, por considerar que ha dañado la imagen de la Corona. De hecho, la princesa Letizia lleva mucho tiempo evitando ser fotografiada junto a doña Cristina. La última vez que se había podido tomar una imagen de ambas juntas fue hace nueve meses, también en una misa conmemorativa, en este caso en memoria de don Juan, padre del rey don Juan Carlos, con motivo del centenario de su nacimiento. En un acto oficial, la última ocasión en la que coincidieron fue en el desfile del día de la Fiesta Nacional del 2011.
Doña Letizia no pudo evitar coincidir de nuevo con su cuñada el pasado 6 de marzo, pero en todo momento mantuvo la distancia, incluso física, con doña Cristina. En la foto de familia tras el acto en homenaje al rey Pablo, los príncipes de Asturias se situaron en una esquina junto a la reina y la infanta Elena, mientras doña Cristina se situó sola al otro extremo del grupo familiar.
Evitando las cenas
No es esta la primera vez que la princesa de Asturias ha marcado claras distancias con su cuñada. Tras ser interrogada en el juzgado de Palma de Mallorca ante el juez del caso Nóos, José Castro, doña Cristina tomó un vuelo a Madrid para reunirse con la familia real para exponer los detalles de su declaración en el transcurso de una cena, tras la cual pernoctó en el palacio de la Zarzuela. A esa reunión asistió incluso el príncipe de Asturias, distanciado hace tiempo de su hermana. Sin embargo, doña Letizia no quiso estar presente. Para ello organizó, según se ha publicado sin ser desmentido, una velada junto a sus amigas en una conocida zona de ocio de Madrid, de la que no regresó hasta la 01:30 horas a la residencia de los príncipes de Asturias, lo que la evitó tener que acudir a la reunión de la familia real. El desaire se repitió en la cena de Nochebuena en la Zarzuela, a la que, también por deseo de la reina, asistieron doña Cristina e Iñaki Urdangarin. Para evitar sentarse a la mesa con ellos, los príncipes de Asturias se acercaron a saludar ese día a sus padres antes de que comenzara la cena y de que los duques de Palma llegaran a la Zarzuela, y regresaron después a su residencia, donde cenaron junto a sus dos hijas.
El origen de esta complicada relación entre la infanta y doña Letizia, que va más allá de los actuales problemas judiciales de la hija del rey, no está claro. Pero la escritora Pilar Eyre lo sitúa en el 2005, cuando doña Cristina pidió a los príncipes de Asturias que alojaran en su residencia a sus cuñados, los padres de Iñaki Urdangarin, que habían acudido al bautizo de su hija Irene. Doña Letizia se negó alegando problemas de espacio.

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