DEUS E A UNIDADE DE ESPAÑA
x.l. méndez ferrín 17.03.2014 | 01:21
Dous galegos sentaron na cadeira episcopal de Madrid-Alcalá. En tempos
pasados, Leopoldo Eijo Garay, co título pomposo de Patriarca das Indias
Occidentais. O seu amigo Franco nunca conseguiu para Eijo o capelo
cardenalicio. Quen hoxe rexe a diocese madrileña, A.M. Rouco Varela, si que
ostenta a púrpura de Príncipe da Igrexa.
Un e outro, a pesares dos apelidos delatores das orixes, nunca pronunciaron
en público una verba en galego nin proclamaron a súa pertenza á tradición
historico-relixiosa de San Martiño de Dumio. O primeiro, Eijo, foi un dos
definidores da doutrina que J.L.L. Aranguren nomeu como "nacional
católica". O segundo, Rouco, pelexou coma un galo bravo por que o
nacionalcatolicismo se perpetuase.
Entendemos por nacionalcatolicismo a doutrina e a práctica política que
consiste en facer da Igrexa Católica a preferida oficialmente polo Estado
Español. Rexe hoxe en España un réxime nacionalcatólico. Non hai separación
entre a Igrexa Católica e o Estado. Non existe una verdadeira liberdade de
cultos ao estaren os católicos especialmente subvencionados.
Fronte aos chamados recortes, e en plena crise, a Igrexa Católica segue
recibindo grandes fluxos de diñeiro do Estado. Isto constitúe un escándalo.
Vaise Rouco Varela (que par de apelidos para un español "emotivista")
e na súa oración de despedida da Conferencia Episcopal amosa unha negra
amargura. Séntese fracasado. Todo lle parece mal.
Eu compréndoo, porque son da xeración do cardeal e coñezo ben a mentalidade
na que el alenta dende neno. A familia, en España, licúase. A tendencia ao
aborto legalizado e á eutanasia constitúe un clamor social. É máis. Os mesmos
católicos non cren. Descrese do xuizo final, da existencia do inferno e do
relato bíblico. Non cren, ou cren a medias, os católicos e mesmo os políticos e
políticas da dereita. Case ningún dos mozos que, en masa lle aplaudían aos
papas anteriores abrazou o sacerdocio. As ordes relixiosas, masculinas e
femininas, estanse evaporando. A Igrexa Católica real desaparece en España
diante dos ollos de Rouco Varela por moito que siga a ser una pantalla da
oligarquía únicamente interesada no lucro económico. Non me extraña o malestar
de Rouco. O que non entendo é por qué o cardenal condena una vez máis a
disgregación de España.
Logo Deus non aceptaría con bos ollos as independencias de Galicia, Euskadi
e Cataluña? O Deus de Rouco, nun principio, era só de Israel. Logo, Deus quixo
ser de todas as Nacións.
Fonte: www.farodevigo.es
DIOS Y LA UNIDAD DE ESPAÑA
X.L. Méndez Ferrín 17.03.2014 | 01:21
Dos gallegos sentaron en la cadera episcopal de Madrid-Alcalá. En tiempos pasados, Leopoldo Eijo Garay, con el título pomposo de Patriarca de las Indias Occidentales. Su amigo Franco nunca consiguió para Eijo el capelo cardenalicio. Quien hoy rige la diócesis madrileña, La .M. Ronco Varela, sí que ostenta la púrpura de Príncipe de la Iglesia.
Uno y otro, a pesar de los apellidos delatores de los orígenes, nunca pronunciaron en público una palabra en gallego ni proclamaron la suya pertenezca a la tradición histórico-religiosa de Santo Martiño de Dumio. El primero, Eijo, fue uno de los definidores de la doctrina que J.L.L. Aranguren nombro cómo "nacional católica". El segundo, Rouco, peleó como un galo bravo por que el nacionalcatolicismo se perpetuara.
Entendemos por nacionalcatolicismo la doctrina y la práctica política que consiste en hacer de la Iglesia Católica la preferida oficialmente por el Estado Español. Rige hoy en España un régimen nacionalcatólico. No hay separación entre la Iglesia Católica y el Estado. No existe una verdadera libertad de cultos al estar los católicos especialmente subvencionados.
Frente a los llamados recortes, y en plena crisis, la Iglesia Católica sigue recibiendo grandes flujos de dinero del Estado. Esto constituye un escándalo. Véase Ronco Varela (que par de apellidos para un español "emotivista") y en su oración de despedida de la Conferencia Episcopal muestra una negra amargura. Se siente fracasado. Todo le parece mal.
Yo lo comprendo, porque son de la generación del cardenal y conozco bien la mentalidad en la que él alienta desde niño. La familia, en España, licuase. La tendencia al aborto legalizado y a la eutanasia constituye un clamor social. Es más. Los mismos católicos no creen. No creen en juicio final, la existencia del infierno del relato bíblico. No creen, o creen a medias, los católicos e incluso los políticos y políticas de la derecha. Casi ninguno de los jóvenes que, en masa aplaudían a los Papas anteriores abrace el sacerdocio. Las órdenes religiosas, masculinas y femeninas, se están evaporando. La Iglesia Católica real desaparece en España delante de los ojos de Ronco Varela por mucho que siga a ser una pantalla de la oligarquía únicamente interesada en el lucro económico. No me extraña el malestar de Ronco. El que no entiendo es por qué el cardenal condena una vez más la disgregación de España.
¿Luego Dios no aceptaría con buenos ojos las independencias de Galicia, Euskadi y Cataluña? El Dios de Ronco, en un principio, era sólo de Israel. Luego, Dios quiso ser de todas las Naciones.
Fuente: www.farodevigo.es
X.L. Méndez Ferrín 17.03.2014 | 01:21
Dos gallegos sentaron en la cadera episcopal de Madrid-Alcalá. En tiempos pasados, Leopoldo Eijo Garay, con el título pomposo de Patriarca de las Indias Occidentales. Su amigo Franco nunca consiguió para Eijo el capelo cardenalicio. Quien hoy rige la diócesis madrileña, La .M. Ronco Varela, sí que ostenta la púrpura de Príncipe de la Iglesia.
Uno y otro, a pesar de los apellidos delatores de los orígenes, nunca pronunciaron en público una palabra en gallego ni proclamaron la suya pertenezca a la tradición histórico-religiosa de Santo Martiño de Dumio. El primero, Eijo, fue uno de los definidores de la doctrina que J.L.L. Aranguren nombro cómo "nacional católica". El segundo, Rouco, peleó como un galo bravo por que el nacionalcatolicismo se perpetuara.
Entendemos por nacionalcatolicismo la doctrina y la práctica política que consiste en hacer de la Iglesia Católica la preferida oficialmente por el Estado Español. Rige hoy en España un régimen nacionalcatólico. No hay separación entre la Iglesia Católica y el Estado. No existe una verdadera libertad de cultos al estar los católicos especialmente subvencionados.
Frente a los llamados recortes, y en plena crisis, la Iglesia Católica sigue recibiendo grandes flujos de dinero del Estado. Esto constituye un escándalo. Véase Ronco Varela (que par de apellidos para un español "emotivista") y en su oración de despedida de la Conferencia Episcopal muestra una negra amargura. Se siente fracasado. Todo le parece mal.
Yo lo comprendo, porque son de la generación del cardenal y conozco bien la mentalidad en la que él alienta desde niño. La familia, en España, licuase. La tendencia al aborto legalizado y a la eutanasia constituye un clamor social. Es más. Los mismos católicos no creen. No creen en juicio final, la existencia del infierno del relato bíblico. No creen, o creen a medias, los católicos e incluso los políticos y políticas de la derecha. Casi ninguno de los jóvenes que, en masa aplaudían a los Papas anteriores abrace el sacerdocio. Las órdenes religiosas, masculinas y femeninas, se están evaporando. La Iglesia Católica real desaparece en España delante de los ojos de Ronco Varela por mucho que siga a ser una pantalla de la oligarquía únicamente interesada en el lucro económico. No me extraña el malestar de Ronco. El que no entiendo es por qué el cardenal condena una vez más la disgregación de España.
¿Luego Dios no aceptaría con buenos ojos las independencias de Galicia, Euskadi y Cataluña? El Dios de Ronco, en un principio, era sólo de Israel. Luego, Dios quiso ser de todas las Naciones.
Fuente: www.farodevigo.es
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