José Enrique Centén Martín
Siempre el
mismo dilema, los salvajes acontecimientos acaecidos tras las Marchas de la
Dignidad hace que volvamos a preguntarnos qué fue primero, el huevo o la
gallina.
Es reprobable
la conducta de unos, como anteriormente la de los “coeficiente cero” en las
distintas represiones de manifestaciones pacíficas, con un saldo
abrumadoramente mayor de salvajismo de las fuerzas de orden, siempre
justificadas y jaleadas por los voceros de amantes del “palo y tente tieso”
seguidores de Maquiavelo cuando escribió: “es mucho más seguro ser temido
primero que amado, cando se tiene que carecer de una de las dos cosas”, esos
añoran la dictadura, están en contra de una democracia real y participativa,
donde las fuerzas del orden sean parte de la ciudadanía para protegerlos de
delincuentes habituales, y de los de cuello blanco que gobiernen. Creen poseer
una Guardia de corps a su servicio, cuerpo de élite adiestrado siguiendo los
cánones de antaño, aplauden cuando reprimen a los ciudadanos, pero críticos
cuando son investigados. En España aún perdura en el subconsciente de la
población el papel que representó la fuerzas policiales en el antiguo régimen,
vemos con envidia como en otras naciones hay un respeto a ellas, respeto que se
han ganado con los años y el trato a la ciudadanía, países que tienen fuerzas
antidisturbios, y en contadísimas ocasiones actúan como aquí, están formados
para ello, aquí se les adiestra de forma paramilitar, con la función de
apalear, no es lo mismo formar que adiestrar; W. Benjamín lo definió
perfectamente: “el militarismo es la obligación del uso universal de la
violencia como medio para los fines del Estado. La policía resulta
particularmente arbitraria e instrumental, y por lo tanto extramoral, en las
democracias, una vez liberada, quién sabe si contra natura, de la
legitimación que el déspota ilustrado o el monarca absoluto le conferían”.
Este gobierno
jaleado por los intransigentes, “pretenden la instauración del derecho, como
una instauración del poder y, por tanto, es un acto de manifestación inmediata
de violencia. Donde la violencia jurídica reproduce el modelo de los
intransigentes, estos con la misma pasión que aplaude sus leyes, son capaces de
admirar y aclamar al criminal que la ejecuta”.
La represión
ejercida por este gobierno, no es solo policial, sino social por la pérdida de
derechos, el paro acuciante, la subida de impuestos, la ayuda a la banca y a la
patronal, la corrupción, la privatización de lo público, los puestos de trabajo
de políticos en empresas favorecidas por los corruptos… Todo ha hecho que los
ciudadanos salgan a la calle de forma masiva y pacífica, pero siempre existirán
los desesperados, los que no tiene nada que perder, los que una y otra vez han
visto personas como ellos, apaleados, torturados, incluso niños, ancianos,
personas en silla de ruedas, otros con la pérdida de visión o de testículo por
las pelotas de goma, cuando no muertos, y los culpables eximidos de
responsabilidad. Por lo tanto no es extraño que se organicen para responder y
liberar todo el odio hacia los gobernantes y políticos malhechores,
enfrentándose a la carne de cañón de ellos que sufrieron las consecuencias,
nadie dice de qué manera y donde se inició. Esa Guardia de corps se ha visto
desbordada por las contradicciones de sus mandos, les han traicionado al dar
orden de que se repriman, son unos hipócritas sin escrúpulos, los han utilizado
como víctimas buscando mártires para exacerbar aún más el odio a cualquier tipo
de manifestación, esa obediencia debida y ciega es la que deben de rehusar
recapacitando y pidiendo explicaciones, están para proteger a los ciudadanos,
no para servir a los carroñeros y corruptos.
Bibliografía:
·
“Crítica de
la violencia”, Walter Benjamín, Edit. Biblioteca Nueva, 2010, pp 27, 31,
97
·
“El
Príncipe”, Nicolás Maquiavelo, Edit. Alba Libros S.L., 2001,
Capítulo IV página 256
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