LUNES, 17 DE MARZO DE
2014
VÍCTOR ARROGANTE
Sígueme
Conocido
es el poema de Martin Niemöller «Cuando los nazis vinieron a por los
comunistas» (atribuido erróneamente a Bertolt Brecht), que trata de cuales son
las consecuencias de no ofrecer resistencia a las tiranías, cuando intentan
establecer su ideario y ejecutar sus políticas, generalmente antisociales y
represoras. Algo de esto está ocurriendo por estos lares y es hora de que la
ciudadanía, reaccione contra el gobierno, antes de que terminen con todo y no
haya nadie más que pueda protestar.
Porque el
gobierno de turno, representante de la derecha más reaccionaria, vino a por los
trabajadores y trabajadoras y con su reforma laboral eliminó derechos,
disminuyó salarios y promovió miles de despidos, rebajando las indemnizaciones
y la cobertura de desempleo a más de 6 millones de personas en paro, según la
EPA; pero guardé silencio porque no era trabajador.
Cuando vinieron a por los jubilados
pensionistas, atrasando la edad de jubilación, congelaron la revalorización de
las pensiones y establecieron una nueva fórmula de revalorización, que
perjudica gravemente a sus ingresos. Parece como si la «solución final», estilo
PP, estuviese en marcha; guardé silencio porque no era jubilado pensionista.
Cuando vinieron a por los enfermos, realizaron
numerosas reformas en materia sanitaria que ha supuesto una reducción evidente
de la calidad y cobertura del derecho a la salud, imponiendo el pago, repago y
copago farmacéutico, aumentando el número de medicamentos excluidos —dejando a
la puerta de la muerte a cientos de enfermos crónicos—, reduciendo la cobertura
ofrecida por los servicios públicos y la cartera de prestaciones; excluyendo a
las personas emigrantes sin documentación; potenciando la externalización hacia
la gestión privada; pero como no estaba enfermo no protesté.
Cuando vinieron a por las personas
dependientes, reformaron el Sistema de Dependencia, que atendía a cerca de
800.000 personas, recortaron el derecho a la protección, reduciendo el número
de beneficiarios en más de 200.000; así como la intensidad de las prestaciones,
lo que ha producido la eliminación de miles de empleos en el sector de atención
sociosanitaria y el abandono a las personas con mayores necesidades; pero yo no
tenía este problema y no protesté.
Cuando vinieron a por los inmigrantes, les
encerraron en los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE), en peores
condiciones que en las cárceles, privándoles de libertad sin haber cometido
delito alguno, persiguiéndoles policialmente por su color de piel, y no
contentos con eso, colocaron vallas asesinas para evitar la entrada al
territorio español de las personas que desde el norte de África huyen del
hambre, la miseria y las guerras; y cuando lo intentaron por mar, les
dispararon pelotas de goma, hasta producirles la muerte por ahogamiento; yo no
era «negro» inmigrante y no protesté.
Cuando vinieron a por los marginados,
desempleados y a por las personas que en riesgo de exclusión social, tuvieron
que dejar de pagar sus hipotecas, no fue para darles techo ni comida, que se lo
dieron a las entidades bancarias, rescatándolas, para su mayor beneficio, sino
para desahuciarlas, echándoles de sus casas, manteniendo la deuda con los
bancos, produciéndose, además, el mayor aumento de la desigualdad en Europa y
mayor diferencia entre ricos y pobres; yo no estaba en esa situación y no
protesté.
Cuando vinieron a por las mujeres, no fue para
eliminar el riesgo de ser víctimas del terrorismo machista, sino para reducir
los recursos destinados a la prevención de la violencia contra las mujeres.
Tampoco fue para promover la igualdad real y efectiva y reducir la brecha
salarial existente entre mujeres y hombres, sino para recortar su derecho a la
interrupción voluntaria del embarazo; como yo no soy mujer, no protesté.
Cuando vinieron a por los estudiantes, lo
hicieron recortando recursos y la ley Wert, entregó el Sistema Educativo a la
iglesia católica y a sus escuelas privadas concertadas, en perjuicio de la
escuela pública de calidad, servicio público esencial para remover las
desigualdades socioeconómicas, y no para fomentarlas. Eliminando o reduciendo
las becas, impiden el acceso a la educación básica y universitaria a una
mayoría de la población por razones económicas y sociales; como yo no soy
estudiante, no protesté
Cuando vinieron a por la justicia, lo hicieron
elevando las tasas judiciales, eliminando prácticamente la justicia gratuita y
perjudicando el derecho a la tutela judicial efectiva. Suspendiendo a los
jueces que persiguen la corrupción y liberando a los corruptos que han
saqueados las arcas públicas en propio beneficio o en el de sus amigos del
alma, establecen el imperio de la corrupción generalizada; pero yo, sin tener
en donde caerme muerto, no protesté y guardé silencio.
Cuando vinieron a por la democracia, redujeron
el número de diputados, perjudicando a los pequeños partidos y colectivos, como
en Castilla La-Mancha, donde para ser político tienes que ser rico; no
atendiendo las Iniciativas Legislativas Populares, blindaron el Congreso y eludieron
los debates en el Parlamento. A los que se manifiestan y protestan, multas y
palos, criminalizando las protestas sociales; pero yo soy de la mayoría
silenciosa y no protesté.
Y siguen viniendo a por todos; a por las
personas integrantes en los colectivos mencionados más arriba y a por los que
no aparecen aquí, pero vienen a por nosotros. No esperemos a que vengan a
buscarnos, porque cuando esta gente aparece, ya conocemos cuales son sus
intenciones: nos dejan sin trabajo, sin casa, sin sanidad, sin pensiones, sin
estudios y sin futuro; beneficiando a los poderosos, perjudicando al pueblo
llano, privatizando los servicios públicos, beneficiando a sus amigos, eliminan
el bienestar social; y con todo despreciando las libertades públicas y los
derechos humanos y fundamentales. Hay que protestar, contra las injusticias
sociales y por la igualdad.
«Cuando
vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar». Con esta frase
termina el poema Niemöller y hay que evitar que es ocurra. Las protestas sectoriales
en mareas de colores, que siguen siendo necesarias, tienen que convertirse en
una protesta global, en una «gran marea» popular permanente. Hay que salir a la
calle y revolucionar a la España injusta, impidiendo que los gobiernos de turno
se salgan con la suya. Reivindiquemos el bienestar, por el pleno empleo digno,
contra los recortes sociales públicos y contra la canalla represión.
@caval100
No hay comentarios:
Publicar un comentario