nuevatribuna.es
| 07 Julio 2014 - 12:16 h.
¿Qué es esto
de la regeneración democracia de la que tanto hablan? Regeneración pública es
el restablecimiento y profundización de la democracia que se ha degenerado; que
los «degenerados», que lo han provocado, abandonen el poder, marchándose con viento
fresco, dejando las instituciones del Estado limpias de corruptos, que han
saqueado las arcas públicas y prostituido la democracia.
Anunciar y
establecer medidas de regeneración, lleva implícito el reconocimiento de que ha
existido degeneración en la vida pública, política e institucional. Los que han
provocado esa degeneración, los degenerados, son los que necesitan regenerarse,
«aunque me temo que esa regeneración que pregonan preferirá la cosmética a la
ética, el maquillaje y el camuflaje, cambiar de piel hasta que escampe y puedan
rebrotar con sus privilegios y sus subterfugios», dice Moncho Alpuente en
Público y yo con él.
En otros
momentos de la historia de España, se habló de «regeneración» y lo hizo gente
decente, intelectuales comprometidos con la regeneración ética y social, en
momentos en los que el siglo cambiaba de dígito. De otra parte el movimiento
obrero que comenzaba a organizarse, precisamente por la degeneración de la vida
pública, la injusticia social y la miseria de la época. La decadencia de
entonces vuelve a sentirse hoy. Terminaba una época y finalizaba un régimen; el
Estado se difuminaba. Ahora parece que pretenden que el Estado desaparezca, con
privatizaciones de servicios públicos y venta de su patrimonio. Pretenden que
el Estado se mantenga para mantener prebendas a quienes ejerzan el poder y
represión a sus ciudadanos.
El fin del
siglo XIX coincide con el fin del Imperio español. La guerra con los Estados
Unidos de América del norte, termina con el Tratado de París (1898), por el que
España abandona sus demandas sobre Cuba, que declararía después la
independencia y entrega Puerto Rico y Filipinas, por 20 millones de dólares. Un
auténtico desastre histórico nacional. El predominio internacional se iba al
traste y comenzaba el fin del caciquismo castizo. Con la decadencia, surgía la
necesidad de regeneración.
Con la
crítica y compromiso de la generación del 98, que propugnaba la regeneración
ética y social, se terminó con la España del XIX. Todo estaba preparado para
1923 y el golpe de estado y dictadura del general Primo de Rivera, a
disposición y en nombre del rey Alfonso XIII. Preludio del treinta y uno y la
Segunda República, derrocada por militares, monárquicos, capitalistas y
católicos antidemocráticos, con programas que llevaban a España al XVIII o más
atrás. Ahora ¿cómo, cuándo y a dónde quieren llevarnos? Recuerden lo que dijo
mi amigo PericoPan: cuando después del cómo, cuándo, dónde o por qué, quepa
«cojones», siempre con tilde. Pues eso.
La marca
España, que el gobierno del Partido Popular y Mariano Rajoy a su cabeza
representan, no pretende regeneración, sino retornar al pasado. Representan más
de lo mismo. Todo lo que hacen es establecer nuevas normas y derogar otras,
mediante «decretazos» y sin debate, que nos llevan a lo más profundo y negro de
nuestra historia, sin derechos y limitadas las libertades.
No es
regeneración democrática, lo que María Dolores de Cospedal ha impuesto en su
Comunidad, al reducir la representación democrática en las Cortes de
Castilla-La Mancha. Tampoco es lo que Rajoy anuncia sobre el modo de elección
de los alcaldes de los municipios. Suena más a pucherazo. Si Rajoy y los suyos
dicen que algo es bueno, estoy absolutamente convencido de que es malo para mí,
los míos y de la democracia.
Dicen que
corre como la pólvora, por pasillos y despachos de medios informativos,
gobiernos y oposición, los verdaderos motivos de la abdicación del rey Juan
Carlos y la proclamación de Felipe. Dicen que fue por un «gran pacto» entre los
poderes del Estado, para establecer una nueva época y regenerar la vida
pública. Dicen que sería como una operación de limpieza de sangre corrupta, una
«amnistía» más o menos generalizada a conveniencia, para los delitos de
corrupción, que tanto daño están haciendo a la democracia española. Ni me lo
creo ni me lo dejo de creer, pero buscando, buscando, leyendo y relacionando,
todo pudiera ser. Si no es, mejor; si está siendo, lo denuncio para que conste,
porque no sería una regeneración, sino un borrón y cuenta nueva, para salvar a los
de siempre.
El Estado no
puede dejar de perseguir a la delincuencia organizada; y ese mismo Estado
—gobernado por los mismos presuntos delincuentes—, no puede acabar con la
corrupción, diciendo que ya no hay caso. Lo que la regeneración precisa es tolerancia
cero contra la corrupción en todas sus formas. Las élites públicas,
empresariales, políticas y administrativas, deben actuar con estricta
austeridad en el manejo de los fondos y en el gasto público. Para la
regeneración democrática, los partidos políticos deben dar ejemplo,
estableciendo una verdadera democracia interna, mediante mecanismos que rompan
con dictaduras organizativas, estableciendo elecciones primarias, promoviendo
un militante un voto y ofreciendo una absoluta transparencia en su financiación.
Hay que cambiar la ley general electoral, que asegure una mejor representación
y una mayor conexión entre el pueblo soberano y sus representantes.
No es
admisible una ley que pusiera fin a las investigaciones judiciales, acusaciones
y condenas, de los imputados y encausados en los más de 1.600 casos abiertos el
año pasado, según el Consejo General del Poder Judicial, que han ocasionado más
de 40.000 millones de euros de coste social (informe de la Universidad de Las
Palmas). No sería admisible tampoco que esa supuesta medida, como
contrapartida, cerrase los sumarios abiertos contra los detenidos por el 22-M,
los participantes en piquetes informativos de huelgas y desahucios y contra
algunos de los justos jueces. Ya se hizo en 1977, amnistiando a los asesinos y
represores del franquismo —verdadero objetivo— y de paso los «delitos» a los
defensores de la democracia y de las libertades.
En el ámbito
del Partido Socialista Obrero Español, está abierto el proceso de elección del
nuevo secretario general. Están regenerando la organización, buscando una nueva
generación de dirigentes. Que sepan mis antiguos y fraternales compañer@s, que
regenerarán, si aplican los principios y valores que dieron origen y nacimiento
al Partido, que siguen siendo «universales» hoy; ajusten conceptos y
actualícenlos a los nuevos tiempo. La justicia social, la igualdad y la
solidaridad, como fundamento; la lucha, de trabajadores y movimiento ciudadano
por sus derechos, como instrumento. Todo por el bienestar de la ciudadanía en democracia,
como objetivo; desde una posición de auténtica izquierda política e ideológica.
Mucho se
lee, mucho se comenta a «tontas y locas» (discúlpenme es una frase hecha), a
tontos, locos y despistados, pero la regeneración democrática, pasa por que la
decencia sea un valor presente en un Proceso Constituyente, con la máxima
participación ciudadana, voz pública, transparente y abierta, que establezca un
nuevo modelo de convivencia democrático para el futuro. La juventud tiene mucho
que decir sobre esto.
Fuente: www.nuevatribuna.es
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