Esencia del imperio neoliberal
Alberto Rabilotta
2014-07-03
Es difícil no sentir que el mundo, la humanidad
y nuestra madre tierra, están siendo empujadas a la catástrofe por el imperio
neoliberal, o sea Estados Unidos (EE.UU.) y sus aliados de la OTAN. Esto es tan
válido si hablamos de la naturaleza, de la acelerada extinción de especies y el
recalentamiento global, como de las sociedades, o mejor dicho de lo que de
ellas resta en tantos Estados-naciones que se han dejado o están siendo
empujados a despojarse de toda soberanía nacional y popular.
Este caos actual es el producto de las políticas de un
imperialismo que desde el derrumbe de la Unión Soviética trata de mantener un
orden unipolar para instaurar mundialmente y sin alternativa de cambio el
neoliberalismo, hacer realidad el “no hay otra alternativa” de Margaret
Thatcher.
Pero, como quedó demostrado cuando EE.UU. fue forzado
a cambiar su política de agresión en Siria, a partir de septiembre del 2013, la
unipolaridad ya no es posible no solo por el activo papel que juegan dos
grandes potencias, como lo son Rusia y China, sino por la mayoría de países en
el mundo que apoyan el retorno a un multilateralismo y se oponen a perder la
soberanía nacional y popular que les permita adoptar sus propias políticas
socioeconómicas e integrarse internacional o regionalmente de manera compatible
con sus legítimos intereses nacionales.
La unipolaridad ya estaba comprometida por la
constatación en el Oriente Medio, África y Asia de que EE.UU. y sus aliados
provocan guerras que no ganan –Afganistán, Irak, Libia y Siria-, pero que
siempre dejan el caos, muertes, refugiados, miseria y destrucción económica y
social.
En el 2011 los dos principales aliados del imperio en
el Oriente Medio, Israel y Arabia Saudita, criticaron abiertamente a Washington
por no haber lanzado una guerra contra Irán y haber permitido el derrocamiento
del presidente Mubarak en Egipto, haciéndole llegar al presidente Barack Obama
el mensaje de que ``no se abandona a los aliados``. Todo el mundo, y en
primer lugar los aliados de Washington, saben que las guerras que lanzan EE.UU.
y sus aliados no se ganan, que destruyen países, economías y sociedades, y
dejan el caos. Desde Afganistán hasta Siria, pasando por Irak y Libia –sin
olvidar Paquistán, Sudan y otros países africanos-, solo han dejado
destrucción, cruentas luchas entre comunidades religiosas y grupos étnicos, y
cientos de miles de muertos, heridos y refugiados, y una gran miseria. EE.UU.
no tiene nada de positivo que mostrar.
Hace casi dos décadas el economista ítalo-estadounidense
David Calleo escribió sobre las fases de decadencia final de los imperios de
Holanda e Inglaterra, calificándolas como “hegemonía explotadora”, en las
cuales el imperio no tiene nada que ofrecer de positivo (desarrollo
socioeconómico o seguridad militar, por ejemplo) a los países que domina y
componen el sistema, incluyendo a la economía y sociedad del imperio, y
entonces se dedica a exprimirlos a fondo, a vivir de las rentas que por todos
los medios puede extraer de esos países. El imperio estadounidense se encuentra
en esa fase.
Para muestra basta un botón: en una conversación
privada el ministro de Relaciones Exteriores de Polonia, Radoslaw Sikorski,
puso en claro que la alianza de su país con EE.UU. y la OTAN no los beneficia y
que, al contrario, provoca peligrosos focos de tensiones con los países vecinos
(1). Lo mismo debe estar pensando cualquier persona honesta que aún esté en el
gobierno creado por el golpe de Estado en Ucrania, último país al que EE.UU. y
sus aliados de la OTAN han llevado al borde de la guerra civil para provocar
foco de constante confrontación con Rusia.
Al mismo tiempo, signo de que el imperio ya no puede
controlar a todo el mundo durante todo el tiempo, en Latinoamérica y el Caribe
se prosigue la creación de los mecanismos de integración regional y subregional
en los cuales EE.UU. no figura ni puede controlar. Por su parte el BRICS
(Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) sigue avanzando con sus proyectos de
creación de un banco de desarrollo e instrumentos monetarios y financieros
fuera del alcance de EE.UU. y del dólar, mientras que asistimos al
reforzamiento de lazos económicos, comerciales y monetarios entre Rusia y
China, entre otros procesos regionales en curso en Asia y Eurasia.
Nada de esto constituye en sí una alternativa
anticapitalista, más bien la casi totalidad de países funcionan dentro de un
sistema capitalista, aunque tengan importantes sectores estatales en la
economía y puedan estar priorizando formas de propiedad social como sustituto a
la propiedad privada en ramas de la economía. Pero, detalle clave, en
prácticamente todos los países la intervención estatal en la economía es un
hecho.
Asimismo, en todos esos procesos el regionalismo
incluye la participación e intervención de los Estados, de sus instituciones y
empresas, así como niveles de planificación sectorial en las áreas
industriales, energéticas, comerciales y de servicios, y sistemas financieros y
monetarios que se promete o avizora estarán fuera del control del imperio y sus
aliados. Una forma de regionalismo de este tipo como alternativa al
“capitalismo universal”, lo que hoy llamamos neoliberalismo, fue propuesto por
el intelectual húngaro Karl Polanyi en 1945 (2), tema sobre el cual
retornaremos en la segunda parte de este artículo.
Pero aun no siendo una alternativa socialista o
anticapitalista, es claro que estos procesos regionales y multilaterales
constituyen una formidable barrera a los planes del imperio, una barrera que el
imperialismo está tratando de derribar con todos los instrumentos a su alcance,
como la ofensiva para concluir rápidamente y en el más completo secreto los
Acuerdos de “última generación” -el Acuerdo Transpacífico de Asociación
económica , la Asociación Transatlántica sobre Comercio e Inversiones y el
Acuerdo sobre el comercio en servicios-, o tratando de entorpecer los acuerdos
regionales a través de los políticos, burócratas, profesionales y empresarios
que están al servicio del imperio.
Los mencionados Acuerdos tienen por objetivo la
eliminación de la soberanía nacional y la sujeción de los Estados signatarios a
respetar los términos de esos tratados negociados en secreto, que respetan una
sola ley, la de EE.UU., e incluyen mecanismos por los cuales los Estados que no
respeten los términos pueden ser llevados ante tribunales de arbitraje por los
monopolios. Esos Estados pasan a ser garantes de las inversiones de los
monopolios extranjeros para apropiarse de los sectores económicos que les
interesan, incluyendo los que dejarán los Estados al privatizar los servicios
públicos.
Pero esos Acuerdos no son cosa hecha porque el rechazo
crece en las poblaciones que no quieren abandonar sus legítimos sentimientos e
intereses nacionales, y en los intereses capitalistas locales que saben que
serán aplastados por los monopolios extranjeros. Y mientras que el regionalismo
avanza, en la Casa Blanca y el Congreso de Washington no les queda otra que
aferrarse a seguir creyendo que el imperio es invulnerable y puede seguir
actuando, él y sus aliados estratégicos, con la impunidad que les dio el
(relativamente breve) orden unipolar.
Es en este contexto que tiene su dimensión el discurso
del presidente ruso Vladimir Putin ante los embajadores de Rusia, el 1 de
julio, donde les recordó que EE.UU. está aplicando a su país la misma política
de “contención” que durante la Guerra Fría aplicó contra la Unión Soviética, y
que esperaba que el pragmatismo prevalecerá, que los países occidentales se
despojarán de ambiciones, de tratar de “establecer ‘cuarteles mundiales’ para organizar
todo acorde a rangos, e imponer reglas uniformes de comportamiento y de vida de
la sociedad”
Putin señaló que los diplomáticos rusos saben cuán
dinámicos e impredecibles los acontecimientos internacionales pueden a veces
ser. Parecen haber sido presados juntos de una sola vez y por desgracia no son
todos de carácter positivo. El potencial de conflicto está creciendo en el
mundo, las viejas contradicciones se agudizan y otras nuevas están siendo
provocadas. Muy seguido nos encontramos con este tipo de situaciones, a menudo
de forma inesperada, y observamos con pesar que el derecho internacional no
está funcionando, que las leyes internacionales no funcionan, que las
elementales normas de decencia son descartadas y que triunfa el principio de
todo-está-permitido… Es tiempo de que reconozcamos el derecho de los demás a
ser diferentes, el derecho de cada país a construir su vida por sí mismo, no
por las avasallantes instrucciones de algunos () el desarrollo global no puede
ser unificado, pero podemos y debemos buscar un terreno común, ver socios en
cada uno de los demás, no rivales, y establecer cooperación entre los Estados,
sus asociaciones y las estructuras integradas. Y refiriéndose a los conflictos
que asolan varias regiones del mundo. Putin subrayó que “el mapa mundial tiene
de más en más regiones donde las situaciones están crónicamente enfebrecidas,
sufriendo de un “déficit de seguridad” (3).
Horas antes, en el Encuentro Internacional
Antiimperialista convocado por la Federación Sindical Mundial (FSM) y realizado
en Cochabamba, Bolivia, el presidente boliviano Evo Morales señaló que “es
importante identificar” los instrumentos actuales de dominación del
capitalismo, del imperialismo, porque “por lo menos en América Latina ya no se
ven golpes de Estado, ya no hay tanto las dictaduras militares como antes”,
sino más bien “pueblos que defienden las democracias, pueblos que con mucha
claridad plantean programas y proyectos, proyectos políticos de liberación”.
Y en este contexto, según el Presidente boliviano, hay
que preguntarse qué hace el imperio: “provoca conflictos en cada país, financia
enfrentamientos de un pueblo, de un país y después con el pretexto de defensa
de los derechos humanos, del niño, de la mujer, del anciano intervienen con el
Consejo de Seguridad; qué Consejo de Seguridad, para mí sigue siendo ese
llamado Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas un consejo de inseguridad,
un consejo de invasión a los pueblos del mundo”.
Para enfrentar esta agresión imperialista Morales pidió
a los delegados de la FSM que elaboren “una nueva tesis política para liberar a
los pueblos del mundo", que sobrepase “las reivindicaciones sectoriales
para ahondar la crisis en el capitalismo y acabarlo, al igual que las
oligarquías y jerarquías” (4).
Resumiendo, para un observador que no haya perdido la
memoria histórica, lo que Putin dijo no es más que una explicación a los
diplomáticos rusos de la conclusión a la que el pueblo ruso, y al menos una
parte de sus dirigentes, han llegado después de haber sufrido la experiencia de
la Perestroika y la aplicación brutal de las políticas neoliberales, y de vivir
la experiencia actual de cómo se comporta el imperialismo estadounidense cuando
un pueblo quiere buscar su propia vía, aun dentro del capitalismo, sin
menospreciar que todo eso debe haber ayudado a revivir lo que el imperialismo
buscó enterrar: las enseñanzas de Lenin sobre el imperialismo.
No es tan fácil borrar la memoria histórica de los
pueblos, y mientras eso pensaba leí el artículo “Una mirada al pasado” de
Ricardo Alarcón de Quesada, ex presidente de la Asamblea Nacional de Cuba, que
concluye con la siguiente frase: Al volver la mirada hacia aquellos años
soñadores viene a la mente la advertencia de William Faulkner: “El pasado nunca
muere. Ni siquiera es pasado” (publicado en la revista chilena Punto Final,
edición nro. 807 del 27 de junio de 2014)
Pocos días antes de la reunión de la FSM el presidente
Evo Morales fue anfitrión de la reunión de los 77+China, y sin duda allí
registró muchos sentimientos sobre el brutal accionar del imperialismo y la
voluntad de muchos gobiernos de poder defender sus legítimos intereses
nacionales, algo que bajo el imperio neoliberal está prohibido. Nuevamente,
cuando los pueblos viven bajo la férula imperial y recuperan la memoria
histórica, es lógico que retorne la necesidad de una estrategia
antiimperialista.
En un reciente análisis titulado “America’s Real
Foreign Policy – A Corporate Protection Racket”, el intelectual estadounidense
Noam Chomsky describe el verdadero objetivo histórico de la política exterior
de EE.UU.: proteger los intereses del sector de las grandes empresas con un
“nacionalismo económico (un proteccionismo que) depende en gran medida de la
intervención estatal masiva”, y por eso en regla general se ha opuesto por
todos los medios a que los demás países tengan políticas de “nacionalismo
económico”.
Esto, fundamenta Chomsky con referencias documentales,
es válido para toda el análisis de la política estadounidense hacia América
latina y el Caribe, y es el trasfondo del conjunto de la política exterior
estadounidense en todo el período posterior a la Segunda Guerra Mundial, cuando
el sistema mundial que iba a ser dominado por EE.UU. fue amenazado por lo que
los documentos internos llamaban "regímenes radicales y
nacionalistas" que responden a las presiones populares para un desarrollo
independiente (5).
Lo que documenta Chomsky se encuadra con lo que en
1945 anticipaba Karl Polanyi, de que EE.UU. ha sido el hogar del capitalismo
liberal del siglo 19 y es lo suficientemente poderoso para proseguir solo la
utópica política de restaurar el liberalismo (ver llamada 2).
Y, en ese sentido y con todas las limitaciones que
conlleva, el regionalismo es por ahora el principal frente antiimperialista, y
el otro tendrá que ser construido por los pueblos, por sus organizaciones
políticas, sindicales y sociales.
(Fin de la primera parte)
- Alberto Rabilotta es
periodista argentino - canadiense.
1.-Grabacion de la conversación de Radoslaw Sikorski:
La Vanguardia http://www.lavanguardia.com/politica/20140622/54410291236/escandalo-en-polonia-por-revelacion-de-conversacion-del-ministro-exteriores.html
2. - Karl Polanyi,
Universal Capitalism or Regional Planning? publicado en enero de 1945 en The
London Quarterly of World Affairs. En francés está incluido en
el libro Essais de Karl Polanyi, Editions du Seuil, páginas 485 a 493.
3.- Esta cita del discurso del presidente Vladimir
Putin ante los embajadores de Rusia, el 1 de julio 2014 fue traducida por el
autor del artículo. La versión oficial en inglés está disponible en el URL http://eng.kremlin.ru/transcripts/22586
4.- Cita del discurso de Evo Morales tomada de la
Agencia Boliviana de Información, URL http://www3.abi.bo/#
5. - Noam Chomsky, How
Washington Protects Itself and the Corporate Sector http://www.tomdispatch.com/blog/175863/tomgram%3A_noam_chomsky%2C_america%27s_real_foreign_policy
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