17
de abril de 2014
Hace
unos días, el PSOE ha anunciado que pretende impulsar una reforma de la Constitución después de las Elecciones Europeas (claro,
por si se pierden votos en el camino). El socialdemócrata Alfredo Pérez
Rubalcaba está convencido de que la salida al enconado conflicto de Cataluña
está en la reforma de la Constitución. Sin duda, estamos ante otra
patraña, una propuesta trampa, una nueva traición del PSOE a los principios y
valores republicanos.
La
propuesta de los socialdemócratas esta basada en un federalismo monárquico.
Otra transición 2.0, que permita mantener los privilegios reales y las poltronas
políticas, gracias a la Ley Electoral bipartidista (ellos lo guisan y ellos se
lo comen). Esta nueva "iluminación" del PSOE, en parte viene por
el descalabro socialista de sus socios catalanes del PSC, que en el Parlamento
de Catalunya han pasado de tener 59 escaños en 1999 a sólo 20 escaños en
2012.
El
PSOE todavía no se ha dado cuenta de que Catalunya no quiere federalismos
monárquicos implantados desde Madrid, lo que quiere es una ruptura con el actual
régimen heredado del franquismo y cuando eso suceda, se darán las bases para
negociar una salida federalista a partir de un sistema republicano, que trate
de iguales a los diferentes territorios y nacionalidades. Mientras tanto, el
independentismo seguirá creciendo imparable y el distanciamiento entre el Reino
de España y Catalunya será cada vez mayor.
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La
credibilidad del PSOE esta en sus horas más bajas, sobre todo cuando desde la
oposición, se han convertido en expertos de proponer reformas, que cuando
gobiernan son incapaces de hacer, reforma de la constitución, revisión del
concordato de la Iglesia dixit, etc. Sin olvidar el reciente tonteo de Zapatero
y Felipe González con una posible coalición PP-PSOE tras las próximas elecciones
generales.
Los
movimientos republicanos, partidos y colectivos que apoyan la lucha por la
Tercera República, deberán de estar atentos. La reforma de la Constitución que
propone el PSOE, significa perpetuar la monarquía engañando a los ciudadanos,
parcheando una constitución que hace aguas desde el momento que nació. Tampoco
debe extrañar a nadie, que bajo la idea de federalismo monárquico el PSOE
quiere introducir, aproveche para meter una antigua reivindicación de Zapatero:
"la de permitir dentro de la Constitución a una mujer en la línea
sucesoria al trono".
En
el caso de hacer un referéndum, la pregunta no va a ser si el ciudadano
quiere una república o una monarquía, sino si se acepta el federalismo
dentro de la monarquía. Esta aberración democrática, sería posible con el
visto bueno del PP, que remataría una "jugada maestra" para dejarlo
de nuevo todo atado y bien atado. Sobre todo, cuando la
monarquía está en sus horas más bajas y el republicanismo comienza a resurgir
imparable como alternativa al régimen corrupto. Todos hemos visto que cada vez
hay una mayor presencia en la calle de banderas republicanas, que ondearon en
las marchas por la dignidad el 22M o en la reciente conmemoración del Día de la
República el 14 de abril.
Un
poco de Histórica
Institucionalmente
el PSOE defendió la República hasta 1977, cuando lo lideraba en el exilio el
socialista y pedagogo republicano Rodolfo Llopis, quien
fuera Director General de Primera Enseñanza durante la Segunda República, en el
ministerio dirigido por Marcelino Domingo. Llopis fue un hombre integro,
colaborador y amigo fiel de Francisco Largo Caballero, dedicó gran parte de su
vida a la enseñanza, fue instruido en la masonería y fue
un fervoroso defensor de la República. En
política ostentó cargos de Diputado a Cortes por la República
(1931-1939); Presidente del Consejo de Ministro de la República en el Exilio
(1947); Secretario General del PSOE (1944-1972) y Presidente de la UGT
(1956-1971).
Rodolfo Llopis |
El
republicano Llopis sería traicionado en el Congreso de Suresnes, por el sector
renovador del PSOE (Felipe González, Nicolás Redondo, Ramón Rubial, Pablo
Castellanos, entre otros), ya que a la hora de renovar la Secretaría del
Partido, Llopis contaba con todos los apoyos de las agrupaciones socialistas en
el exilio, mientras que el sector renovador manipuló los apoyos en el interior
(apoyos que no tenía, ya que las agrupaciones socialistas dentro del territorio
nacional eran escasas). El amaño de los
"renovadores" fracciono a los socialistas en dos grupos: el PSOE
Histórico de Llopis y el PSOE renovado de Felipe González. Ambas fracciones
rivalizarían por la legitimidad del uso de las siglas del partido, pero el
conflicto que dirimiría en la Internacional Socialista de 1974 apoyó al sector
de Felipe González, que contaba con el apoyo de EE.UU. y los socialdemócratas
europeos.
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Gracias
a esta artimaña, Llopis sería desplazado y Felipe González sería posteriormente
elegido como Secretario General en 1977. El nuevo PSOE de Felipe González
renunció al marxismo, abandonando el socialismo y convirtiendo al partido
a una ideología socialdemócrata y lo que es peor, traicionando a la
República, ya que abrazó y dio por válida la monarquía parlamentaria y la
bandera rojigualda. La renuncia al marxismo y a la República, evidentemente fue
para contentar a los sectores postfranquistas que apoyaban el régimen
monárquico, según el legado de Franco. Los servicios prestados por la CIA,
serían recompensados con la integración de España a la OTAN y las bases
militares, en los gobiernos socialdemócratas de Felipe González.
Desde
1977 hasta hoy, el nuevo PSOE fue ninguneando a la República y a la Memoria
Histórica, con un uso partidista y electoral. Su ADN hace años dejó de ser
socialista, para convertirse en socialdemócrata; el levantar el puño
mientras se cantaba la internacional, han pasado a mejor vida. Sin embargo, el
mensaje institucional no ha cambiado desde 1977: el PSOE defiende
la monarquía parlamentaria porque el actual régimen, permite la defensa de las
libertades y la democracia, y por lo tanto no es necesario el plantearse
actualmente un cambio de modelo de estado entre República o Monarquía.
Esta
desazón se ha ido repitiendo como discurso goebbeliano, desde Felipe González,
Zapatero y al propio Rubalcaba, una gran falacia que ha perdurado en el tiempo,
pero que las nuevas generaciones de hoy no están por la labor de soportar. La
monarquía se derrumba y quienes la apoyan, terminarán cayendo con este régimen
ilegal, corrupto de nacimiento y totalmente anacrónico.
Fuente:
www.ecorepublicano.es
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