Si no se han muerto los costaleros que aguantan el peso de la ay,
patria, es porque el paso de Prendidos, Vencidos y Desarmados en el Huerto de
la Precariedad es el mejor terminado, el más bien pulido y la rehostia en paso.
16/04/2014
- 20:09h
Que ni los
informes de Caritas, ni los de Save the Children, ni
siquiera los de Eurostat, nos importan ni nos conciernen. A
nosotros, plim. A la mierda con el umbral de la pobreza, apártate,
oh, quicio, que nosotros solo frecuentamos catedrales, hipódromos, estaciones
de esquí, parques naturales para ir de cacería y, si acaso, Doñana, pero
por el Rocío o por vacaciones, y el resto del tiempo, que se joda el medio
ambiente. Nosotros cruzamos portones, a lo grande. Los umbrales, sean de la
pobreza o del asombro, son cosa vuestra.
Nosotros,
los de arriba gobernantes, damos fe de que la procesión arranca, y de que lo
hace como nos ha mandado Dios toda la vida. Es decir, colocando encima, y que
quede claro, los iconos que tan bien nos han servido durante centurias, que
tanto ayudan al hipnotismo general de las masas. Ah, bellas tallas de rostro
dolorido de aquellos que, os contamos, sufrieron por vosotros, como si vosotros
no sufrierais a lo grande, y además por nosotros. Pues sí,
qué conmovedoras tallas de vírgenes sin tetas, inseminadas por palomino, y
de cristos en calzoncillos evasé pero limpios, qué exquisitas saetas
volando como napalm desde los balcones, qué extraordinarias lucen las
elegantes señoritas azafatas de la religión verdadera, ataviadas con delicada
negra seda, finos y altos tacones que, piadosamente, zapatean el empedrado que
va sorbiendo cera, y nosotros venga a repartir cera desde arriba.
Qué zigzag como de gráfico indicativo económico, ese devoto Machu Pichu de
peinetas y mantillas que retrocede hacia el lugar de siempre, y con la misma
gente, haciendo ver que avanza.
La
procesión va sobre ruedas, proclama nuestra pastorcilla Fátima de Habsburgo,
pero es una metáfora. Y os vamos a contar por qué.
Porque la
procesión, ésta de Nuestra Señora de las Angustias, popularmente conocida
como La Recortá, y del Cristo del Silencio, llamado también por la chusma El
Censurao, se mantiene firme sin titubear no gracias a las ruedas, sino a los
muchos costaleros que hemos metido debajo, casi tantos como en Rumanía y solo
un poco menos que Grecia. Gracias a los hombres, mujeres y niños que, pese a
hallarse exhaustos de empujar, de soportar, de resistir, de buscar trabajo, de
malcomer y de no poder comprar libros de texto, y hasta de encontrar trabajo y
pese a ello seguir empujando y no comprando y resistiendo y malcomiendo,
todavía no se han muerto. Ni se han largado. He aquí nuestro triunfo: que
los costaleros no abandonen los pasos que les encadenan, que no echen a correr,
todos a una, persiguiéndonos. Unicamente podemos atribuir semejante éxito
a nosotros mismos, que somos quienes hemos convertido a este país en una
procesión constante.
Y si no se
han muerto los costaleros que aguantan el peso de la ay, patria, y si continúan
arrastrado los pies en medio de un silencio que ni el de los corderos, es
porque otro paso sagrado, el más sagrado de todos, el de Prendidos, Vencidos y
Desarmados en el Huerto de la Precariedad, es el mejor terminado, el más bien
pulido y la rehostia en paso, y porque nos hemos gastado lo vuestro en pagar a
los centuriones para que no les falten ni látigo ni lanza ni vinagre ni palabra
soez con que atemorizaros.
Costaleros
y costaleras: valía la pena el esfuerzo. Hala, a cargar, que sois el ejemplo de
Europa.
Y viva
España y viva Cristo Rey el Golpista
Fuente: www.eldiario.es
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