La historiadora
Matilde Eiroa publica 'Isabel de Palencia', un ensayo que recoge la labor de la
primera embajadora de la historia de España y la segunda de toda Europa
ALEJANDRO
TORRÚS ALEJANDRO TORRÚS 27/04/2014 08:01 Actualizado: 27/04/2014 08:42
En el centro, Isabel de
Palencia.- Archivo Nacional de Catalunya y cedida Matilde Eiroa.
Fue
periodista, actriz, inspectora de trabajo, participó en la Organización
Internacional del Trabajo y en la Sociedad de Naciones y, finalmente, fue
nombrada embajadora de España en Suecia y en los países nórdicos,
convirtiéndose en la primera embajadora de la historia de España y en la única
de la II República. Se trata de Isabel Oyarzábal (de Palencia) y su
nombre, pese a este enorme currículum, desapareció de la gran mayoría de los
libros de historia. Ahora, la historiadora Matilde Eiroa recupera la figura
de esta luchadora por los derechos de la mujer en el ensayo biográfico
Isabel de Palencia. Diplomacia, periodismo y militancia al servicio de la
República.
"La
figura de Isabel se perdió por varios motivos. En primer lugar, porque no
fue una política de primera línea como Clara Campoamor o Victoria Kent. En
segundo lugar, porque la dictadura de Franco duró 40 años y la gente que salió
al exilio fue eliminada de la historia del país. Además, la democracia tampoco
ha hecho lo suficiente por recuperar figuras como la suya. Y en tercer lugar,
también ha influido un aspecto de género. Ya se ha recuperado la figura de
muchos hombres que estuvieron en esa segunda fila política, pero no de las
mujeres. Este trabajo debería haberse realizado en la década de los 80",
señala a Público la historiadora Matilde Eiroa, profesora en la
Universidad Carlos III.
La
figura de Isabel representa la maduración de una burguesa paulatinamente
comprometida que desde sus orígenes acomodados conservadores y desde su
conocimiento del mundo laboral fue descubriendo una sociedad de contrastes,
injusta con las mujeres y los trabajadores y que se cimentaba en el hambre de
la mayor parte de la población. Así, el pensamiento de Isabel fue evolucionando
hacia postulados cada vez más feministas y socialistas llevándola a
batallar por una legislación más justa para las mujeres y por el derecho
de la mujer a tener acceso al sistema educativo y al mundo laboral en
condiciones de igualdad con el hombre.
Pero pese a su curriculum,
Isabel nunca fue a la Universidad. Fue una autodidacta que se formó y se hizo a
sí misma consiguiendo empujar las puertas de las instituciones públicas y borrar
la frontera de los sexos gracias a su tesón, inconformismo y a su bilingüismo.
Hija de escocesa, Isabel utilizó su capacidad de hablar dos idiomas para
enriquecerse personal, social, política e ideológicamente mediante la
comprensión y la asimilación de dos sociedades, dos países y de dos pueblos
como el anglosajón y el español.
Fue
ese contacto con la cultura anglosajona y sus estancias en Inglaterra las que
consolidaron sus ansias de independencia y la voluntad de labrarse un
camino con sus propios recursos. "Ella se dio cuenta muy joven de que para
poder ser libre, uno de sus principales objetivos, debía trabajar y contar con
sus propios recursos económicos. No era tanto una cuestión de feminismo como de
reivindicación de un camino propio", explica la historiadora Eiroa.
Y
en ese camino por encontrar la autosuficiencia económica, fue el que llevó a
Isabel a ejercer de profesora de castellano en Inglaterra, de actriz, de
periodista, de inspectora de trabajo, etc. Y así, a través de su contacto con
el mundo profesional e ilustrado fue como esta mujer fue forjando una
incipiente conciencia feminista. "Isabel evolucionó de un feminismo muy
peculiar basado en los valores tradicionales y basado en la preocupación por la
educación a un feminismo mucho más exigente y participativo en la vida pública
de la II República", señala la autora de la obra.
Pionera en el mundo
laboral
Pero
sin lugar a dudas el gran éxito de Isabel de Palencia fue el de abrir las
puertas de mundos que hasta el momento estaban cerrados para las mujeres.
"Isabel fue pionera para la presencia de mujeres en los foros
internacionales y situó a la mujer en la agenda política de la Sociedad de
Naciones como miembro de la Comisión Permanente de la Esclavitud en la que
propuso la igualdad jurídica entre hombres y mujeres", destaca Eiroa, que
señala que Isabel participó ya en 1920 en el VII Congreso de la Alianza
Internacional para el Sufragio de la Mujer, celebrado en Ginebra y presidió la
Liga Femenina Española por la Paz y la Libertad en el área de la mujer y el
niño.
"Estas
experiencias le sirvieron para darse de que más allá de la caridad y de la
genérica solución a los problemas de los pobres, existía un problema de
injusticia con los trabajadores que tanto contribuían a la economía nacional y
que tan poco recibían a cambio. Se apercibió de los bajos salarios de
campesinos y obreros, del menosprecio al trabajo de las mujeres, del hambre, la
pobreza o la mortalidad infantil y vislumbró una ventana a la esperanza en el
movimiento obrero bajo la dirección de Pablo Iglesias", escribe la
historiadora.
Así,
a partir de 1920, Isabel ya tenía prácticamente forjada su personalidad y
comenzó a exponer sus postulados a través del periodismo, la literatura, el
asociacionismo y la militancia política que se concretará con su afiliación
al PSOE y a UGT. Con la llegada de la II República, Isabel comenzaría una
carrera imparable de nombramientos, delegaciones y filiaciones y en 1933
ingresaría en el Comité Nacional de la Asociación de Mujeres Antifascistas
Españolas presidido por Dolores Ibárruri y al que pertenecieron Margarita
Nelken o Victoria Kent, entre otras mujeres. Además, en las Cortes republicanas
fue habitual su presencia en la tribuna de prensa como corresponsal del Daily
Herald.
Primera embajadora española
En
el otoño de 1936 el ministro de Estado Álvarez del Vayo le comunicó la decisión
de enviarla como ministra plenipotenciaria, cargo equiparable en la actualidad
al embajador, a Suecia. Poco después, este cargo sería ampliado al resto de los
países nórdicos (Noruega, Finlandia y Dinamarca). Gracias a su labor en la
embajada y a las gestiones que realizó para el envío e instalación del Hospital
Sueco-Noruego de Alcoi (Alacant) fue conocido en España el método Krukenberg,
que consistía en una operación quirúrgica para quienes habían perdido una mano
y que permitía hacer en el muñón una pinza para no poder completamente la
posibilidad de hacer cosas.
Con
el último parte de guerra de Franco, el 1 de abril de 1939, Isabel abandonó
todos los cargos, localizó a su marido e hijos, residentes en Barcelona, y
marchó hacia México. Allí continuó en contacto con la España exiliada y se
prometió no volver a España hasta que Franco hubiera muerto y se hubiera
instaurado una nueva democracia en España. Isabel falleció el 28 de mayo de
1974. Su deseo de regresar a su España natal no pudo ser cumplido.
Fuente: www.publico.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario