sábado, 26 de abril de 2014

LOS RECORTES ALEJAN A LOS CAPITANES DE ABRIL DE LOS ACTOS DE LA REVOLUCIÓN DE LOS CLAVELES

40 AÑOS DE DEMOCRACIA PORTUGUESA
Los militares portugueses que encabezaron la sublevación de 1974 protestan contra el Gobierno con una celebración separada
El expresidente Mário Soares asiste a la celebración en la plaza el Largo de Carmo. / T. P. (EFE)
En la misma plaza lisboeta en la que hace 40 años se rindió el dictador Marcelo Caetano (saliendo del cuartel general de la policía dentro de un carro blindado para evitar la ira del pueblo) los miembros de la Asociación 25 de Abril, donde se agrupan los militares que se levantaron en 1974, celebraron hoy viernes el aniversario por su cuenta, a la misma hora que discurría la ceremonia oficial en la Asamblea de la República. Fue su manera de protestar contra las políticas del Gobierno del conservador Pedro Passos Coelho y sus medidas de austeridad impuestas por la troika. No estuvieron solos: miles de personas abarrotaron el Largo de Carmo enarbolando claveles rojos, símbolo de aquella revolución que acabó en Portugal con 50 años de dictadura. El mismo Mário Soares, expresidente de la República, ex primer ministro y referencia histórica del socialismo portugués, prefirió acompañar a los viejos militares que escuchar en el Parlamento portugués el discurso del presidente de la República, Aníbal Cavaco Silva. “Pues claro que estoy aquí”, dijo Soares a un periodista de televisión. “Y la gente sabe que yo iba a estar aquí. Este Gobierno tiene que irse”.
Vasco Lourenço, uno de los militares que participó en aquella acción y hoy presidente de la Asociación 25 de abril, explicó que desde el principio habían rechazado la invitación a asistir a la ceremonia oficial. “Pero la presidenta de la Asamblea de la República nos pidió que acudiéramos dado que este año se celebra el 40 aniversario. Yo le contesté que bien, pero que nos tenía que dejar hablar, dar un discurso. No estuvo de acuerdo. Y decidimos venir aquí”, explicaba.
En su discurso alternativo, Lourenço acusó al Gobierno de haber traicionado los valores que entonces defendieron los capitanes, de condenar al país al empobrecimiento creciente y progresivo, de haber hecho perder derechos adquiridos a la población a base de recortes y de haber dejado la soberanía del país en manos de los dictámenes de la troika.
En otro barrio de la ciudad, no muy lejos de ahí, a la misma hora, el presidente de la República, Aníbal Cavaco Silva (que cosechó, por cierto, una sonora pitada al ser citado por Lourenço) invitaba solemnemente a todas las fuerzas políticas a empeñarse en el consenso y se mostró preocupado “con el creciente insatisfacción del sistema político del país”.




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