ALEJANDRO
TORRÚS Madrid 31/03/2014 00:10 Actualizado: 31/03/2014 11:31
Vencidos,
cansados y sin nada en sus manos. Cientos de miles de republicanos abandonaron
España entre 1936 y 1939 tratando de escapar de la represión del ejército y la
dictadura franquista. Casi 500.000 lo hicieron a pie atravesando los Pirineos
en febrero de 1939 para llegar a Francia. Otros huyeron en barcos
fletados por la República o en pequeñas embarcaciones con destino al norte de
África, a la propia Unión Soviética o a alguna República iberoamericana. Habían
perdido la Guerra Civil y también su libertad. En España ya no había sitio para
ellos.
"La RAE
eliminó en 1950 la palabra exilio. No existía el exilio y no existían los
exiliados en la política de la dictadura", explica aPúblico la
experta enEstudios Hispánicos de la Universidad William & Mary en Virginia (Estados Unidos) Francie
Cate-Arries. El falangista José Esteban Vilaró explicó a la perfección cuáles
eran las intenciones del régimen de Franco respecto a los exiliados: "Los
rojos republicanos vivirán solamente en la infamia. Después, desaparecerán para
siempre".
Cuenta
Virgilio Botella, exiliado español en México, que Eduardo Santos, expresidente
de Colombia, le dijo que el exilio de 1939 era el más trágico de la historia de
España. "Su exilio es el destierro de todo un pueblo, desde el analfabeto
hasta los hombres de mayor ciencia y cultura, desde el pobre de solemnidad
hasta banqueros y ricos notorios, desde el simple ciudadano hasta el jefe de
Estado, pasando por militares, nobles y sacerdotes", afirmó Santos.
El destierro
del pueblo republicano ha sido documentado y analizado por la catedrática
Alicia Alted en la obra La
voz de los vencidos (Aguilar). La historiadora da buena cuenta en
su obra del destino de los exiliados señalando que "se puede rastrear la
presencia" de españoles republicanos en países tan alejados
geográficamente como China, Indonesia, Indochina o Australia. "El grueso
se asentó en México y Francia, en menor medida en la Unión Soviética y
Argelia", señala Alted, que afirma la República Dominicana también acogió
a cerca de 4.000 refugiados.
Durante la
Guerra Civil también fueron evacuados alrededor de 33.000 niños, calcula Alted.
El país que acogió un mayor número de menores fue Francia, cerca de 20.000. A
Inglaterra fueron unos 4.000 niños. Bélgica recibió en torno a 5.000. A la URSS
llegaron 2.900 en cuatro expediciones. México albergó 463; Suiza, a unos 430, y
Dinamarca, un pequeño grupo de 100.
Campos de concentración en Francia
En febrero de 1939 casi 500.000 personas atravesaron
la frontera francesa a través del Departamento de Pirineos Orientales.
"Muchos eran mujeres, niños, ancianos, inválidos... sin responsabilidades
políticas, ni militares, que se habían visto impelidos a marchar empujados por
le miedo físico o psicológico de los últimos momentos de una guerra
perdida", describe Alted.
Los
republicanos, sin embargo, no fueron acogidos en Francia como esperaban en un
país que consideraba 'el derecho de asilo' como seña de identidad. Una vez
atravesada la frontera, describe la catedrática, los exiliados eran agrupados
en campos de triage, donde se procedía a su distribución. Los niños,
mujeres, ancianos y enfermos eran conducidos en trenes hacia localidades del
centro o el oeste de Francia. A los hombres civiles y a los antiguos
combatientes del ejército republicano se los llevaba a los campos de
concentración o internamiento donde, además, hubo mujeres y niños.
A mediados
de febrero estaban internados 257.000 españoles; de ellos, 180.000
en los campos de Argelès y Saint-Cyprien, 65.000 en los campos del Vallespir y 30.000 en los
de la Cerdaña. Alted recoge el testimonio de Juan Martínez, quien estuvo en los
campos de Argelès y Saint-Cyprien: "Cuando llegué al dichoso campo quedé
como atontado de asombro, aquello era un hormiguero de hombres detrás de las
alambradas tirados en la arena y muchos guardias, moros y negros senegaleses con
el dedo en la ametralladora en posición frente al campo. Increíble pero
verdad".
Además,
55.000 españoles estuvieron adscritos además a las Compañías de Trabajadores
Extranjeros, unidades militarizadas mandadas por oficiales del ejército
francés. En torno a 12.000 fueron enviados a la línea Maginot y al "Primer
Frente", y unos 30.000 a la zona comprendida entre la línea Maginot y el
río Loire. Los integrantes de estas Compañías trabajaban en obras públicas,
construcción o reparación de instalaciones militares, la industria bélica...
Por último, otros 6.000 españoles se enrolaron en los Batallones de Marcha de
Voluntarios Extranjeros.
Republicanos en los campos nazis
La catedrática Alted calcula que fueron a Alemania de
manera forzada unos 40.000 republicanos españoles. Aunque no todos corrieron la
misma suerte, hubo muchos de ellos que terminaron en campos de concentración
nazis. En el complejo de Mauthasen, que incluía otros campos como Gusen, fueron
internados algo más de 7.000 republicanos de los que morirían 5.000. En otros
campos como Buchenwald, Bergen-Belsen, Dachau, Auschwitz, Ravensbrück,
Flossenburg, Nevengamme u Oranienburg, estuvieron internados unos 1.000.
En este
último, el de Oranienburg, un campo situado cerca de Berlín y destinado a
albergar a personajes de algún relieve político o intelectual de los países
ocupados, estuvieron algo menos de un centenar de españoles, entre ellos, el
que fuera presidente del Gobierno de la República durante la Guerra, Francisco
Largo Caballero.
La
periodista Montserrat
Llor recogió en Vivos en el averno nazi las experiencias de decenas de
españoles que sobrevivieron a los campos de concentración nazis. Uno de ellos
es Marcelino Bilbao, fallecido recientemente, que vivió en primera persona los
experimentos científicos nazis.
"Terrible,
allí ya estaba. Había llegado al campo un terror de doctor. Entra en una
barraca, coge la maleta y se sienta. Prepara las inyecciones. Allí llegabas tú,
para que te inyectara, como castigo o como experimento a ver cuánto tiempo
resistías. Y aquel hombre, allí sentado, sin mirar a nadie, pinchaba. A algunos
les daban convulsiones; a otros se los llevaban a rastras. Ese día no fui yo,
pero sí algunos de mis compañeros de barraca. Los que vivían estaban rotos en
la cama, no podían moverse. Luego me tocó a mí, seis sábados consecutivos me
inyectaron [benceno] al lado del corazón. Nos cogieron a 30, sólo 7 logramos
sobrevivir a los pinchazos", relató Bilbao a Llor en su domicilio de
Châtellerault (Francia).
México. El exilio intelectual
Entre 1939 y 1950 fueron a México entre 20.000
y 24.000 españoles, en
función de las fuentes. Los primeros fueron un grupo de 464 niños que
desembarcaron en Veracruz el 7 de junio de 1939, la mayoría de clase obrera y
en menor medida de una burguesía baja. La mayoría provenían de Barcelona y
Madrid. "La mayoría de los refugiados que llegaron a México eran casados e
iban en compañía de sus familias y provenían del sector terciario",
explica Alted.
Durante los
meses de febrero a mayo de 1939 estuvieron yendo a México una serie de
responsabilidades que habían tenido un papel relevante en la Guerra, como
Indalecio Prieto, Juan Prieto o el general Miaja. En junio y julio llegaron a
México varias expediciones formadas por los barcos Sinaia, Mexique
e Ipanema.
Claudi
Esteva Fabregat, que iba en el Sinaia, recuerda: "Cuando
llegamos, para nosotros fue un día de felicidad suprema. Me acuerdo que había
una gran cantidad de jarochos [nombre con el que se conocía a los naturales de
Veracruz] esperándonos en el puerto, que había unas autoridades, pero
especialmente para nosotros fue importante el recibimiento sindical, fue un
recibimiento popular (...) Y nosotros no sabíamos prácticamente nada de
México".
Chile. El último poema de Neruda
Entre abril y julio de 1939, Neruda
estuvo trabajando en el exilio de españoles a Chile. A instancias de Neruda, el
Gobierno de la República contrató el Winnipeg para el traslado
de unos 2.365 exiliados. La mañana del 4 de agosto de 1939 partió el barco
y todo el pasaje portaba en su mano un folleto que les había entregado Neruda: "Chileos
acoge". Llegaron
a Valparaíso la noche del 3 de septiembre.
El
desembarco se inició en la mañana del día 4 y, como recuerda Ovidio Oltra,
"los muelles (...) se encontraban repletos de multitud expectante, amiga,
formada por antiguos emigrantes españoles, algunos refugiados que acababan de
llegar y muchos chilenos (...), hombres y mujeres de toda condición,
autoridades municipales, nacionales, miembros del Senado y de la Cámara de los
Diputados (...) Valparaíso nos recibió de manera entusiasta y en un día de
primavera, lo que casi siempre es un augurio al llegar a un nuevo país.
Entre el
pasaje se encontraba Isidro Martín, viudo de 41 años,. Atrás dejaba una vida
entera dedicada a los zapatos y a sus tres hijos que quedaban en Portillo
(Toledo). "Mi padre marchó con la pena de que sus hijos pudieran acusarlo
de abandonarlos. Desde que llegó no hizo otra cosa que trabajar para traer a
sus hijos", recuerda Matilde Martín, hija del nuevo matrimonio que Isidro
mantendría en Chile, en conversación telefónica con Público.
URSS. Los niños de la guerra
El exilio en la URSS, describe
Alted, presenta básicamente cuatro características que lo singularizan frente
al exilio republicano en otros países de Europa y América. El rasgo más
diferenciador es que el colectivo de españoles numéricamente más importante que
se encontraba en ese país al finalizar la Guerra Civil era el de los casi 3.000
niños que fueron evacuados en varias expediciones entre 1937 y 1938. Junto a ellos había otros
colectivos que también fueron durante la Guerra: el de los maestros y el
personal auxiliar que había acompañado a los niños; el de los alumnos pilotos
que iban a estudiar a las escuelas soviéticas de aviación; y el de los
tripulantes de los barcos españoles que se encontraban en ese país o navegando
hacia él cuando terminó la contienda.
La primera
expedición oficial de niños partió de Valencia rumbo a Yalta el 17 de marzo de
1937. Había 72 niños, la mayoría de Madrid. La segunda expedición se empezó a
organizar en mayo de 1937 ante la implacable ofensiva de las fuerzas de Franco
en Vizcaya. En la madrugada del 13 de junio, cinco días antes de que cayera
Bilbao, salieron del puerto de Santurce alrededor de 4.500 niños en el
barco Habana, rumbo a Burdeos. Aquí, 1.495 niños, en gran parte
vascos, fueron embarcados en el buque Sontay con dirección a
Leningrado, donde tuvieron una entusiasta recogida. La tercera expedición
partió el 24 de septiembre de 1937 desde el puerto de El Musel (Gijón). En un
carguero francés iban 1.100 niños casi todos asturianos, santanderinos y
vascos.
El carguero
iba hacia Burdeos, pero fue interceptado por el buque Cervera, a las órdenes de
Franco, y tuvo que desviar su rumbo hacia Saint Nazaire. Aquí algunos niños fueron
desembarcados y los restantes trasladados al buque soviético Kooperatsia que
zarpó con dirección a Londres, donde una parte de los pequeños embarcaron en
el Félix Dzerzhinki hacia la URSS. La última expedición fue a
finales de 1938 y estuvo integrada 300 niños de Catalunya, Aragón y la costa
mediterránea.
Uno de los
niños a bordo de esos barcos fue Francisco
Mansilla, quien actualmente es el presidente delCentro Español de Moscú. "Me trasladaron a Gandia
cuando el asedio de Madrid en el otoño del 36. Allí, un señor ruso preguntó
quién quería ir a la Unión Soviética y yo levanté la mano. Mi padre me dice que
me iba al paraíso del del proletariado. Lo que él no sabía era que me iba al
infierno del proletariado", explica Francisco a Público.
Norte de África. Los últimos expatriados
El número
total de exiliados que desembarcaron en las costas norteafricanas fue de unos
12.000, la mayor parte, unos 7.000, lo hicieron en el puerto de Orán, según
informes del Gobierno de Argelia. Casi todos ellos permanecieron aquí hasta la
liberación de esta zona por los aliados durante la Segunda Guerra Mundial, a
excepción de algo más de la mitad de los que desembarcaron en Túnez (protectorado
francés desde 1881) y del cerca de un centenar de militantes y dirigentes
comunistas que, en mayo de 1939, marcharon desde Argelia a la URSS.
Al igual que
sucedió en Francia, tampoco en los territorios franceses del norte de África se
había previsto nada para acoger a la posible oleada de los últimos momentos de
la Guerra. Por ello, hubo que improvisar centros
deinternamiento, algunos en la ciudad, pero otros en los muelles donde desembarcaban.
"Entre los refugiados que llegaron a Argelia, la proporción de población
civil era elevada, muchos de ellos constituían familias enteras", escribe
Alted.
El campo de
concentración más importante fue el de Morand, que llegó a tener algo más de
3.000 internados. Se encontraba en una zona muy inhóspita, donde soplaba con
fuerza el siroco y se alcanzaban temperaturas superiores a los cincuenta grados
en verano.
Conrado
Lizcano, que ha escrito sobre su experiencia en estos campos, coincidió en él
con el poeta Pedro Salinas. Lo describe así: "Era un hombre delgado,
tímido y afable que no sustentaba ninguna ideología concreta, pero que se
sentía identificado de corazón con la causa del pueblo español y las mejores
inquietudes culturales y artísticas del mundo moderno (...) Un buen día lo vi
llegar jubiloso con el petate en la mano. Había logrado la ¡liberación! A
través de una embajada iberoamericana que lo había reclamado".
Fotografías
1.
Refugiados españoles en 1939 en Argeles Sur Mer. GETTY
2.
Marcelino Bilbao, superviviente a los campos nazi. Fotografías facilitadas por
Montserrat Llor.
3.
Niños españoles enviados a Morelia (México) para salvarles de la Guerra Civil,
saludan puño en alto a su llegada a México en junio de 1937.
4. Fotografía
tomada en junio de 1939 mientras el barco era acondicionado para su viaje a
Chile. Biblioteca Nacional de Chile.
5. Imagen
del barco que salió de Gijón con destino a la URSS el 24 de septiembre de 1937.
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