La burguesía catalana secesionista
24 de octubre de 2012
Los aspavientos reales llegan demasiado tarde. La alta burguesía
catalana, como a finales de los años veinte del siglo pasado, abandona al Rey.
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La Familia Real ha venido manifestando reiteradamente su peculiar
defensa de la Corona -su corona- haciendo patéticos guiños a las burguesías
secesionistas, muy especialmente a la catalana. Una prueba irrefutable de ello
ha sido el ennoblecimiento del Sr. Godoi, convertido graciosamente en Conde de
Godoi y "Grande de España" por Su Majestad el Rey.
El Sr. Godoi, como es bien sabido, es propietario de un medio de
persuasión catalán de gran difusión y es -consecuentemente- representante de
los intereses de la clase dominante en dicho medio. Es decir de la alta
burguesía catalana, tradicionalmente secesionista desde el hundimiento de los
últimos vestigios del imperio colonial español. Los jugosos mercados que le
proporcionaban las antiguas colonias de la metrópoli ya no existen.
Ahora, con pólvora del rey, la burguesía catalana secesionista apunta
sus cañones mediáticos contra el pretendido garante de la integridad
territorial de España y de su ordenamiento constitucional: Su majestad el Rey
Don Juan Carlos I, que ostenta, según la Constitución de 1978, el mando supremo
de las Fuerzas Armadas.
El tradicional borboneo ha demostrado ser una patética y pésima
estrategia para la unidad de España, que es un interés objetivo del conjunto
del pueblo trabajador. Solo la unidad del pueblo español podrá hacer frente de
forma eficaz a la agresión de la Troika y de sus aliados locales: las
oligarquías centrales y periféricas. Pues incluso después de una posible
secesión estos seguirán cooperando, en complicidad con la Troika, expoliando
sin escrúpulos a las capas populares.
La burguesía nacional-franquista
La clase dominante se encuentra anclada en los "valores" de la
dictadura, mostrando de forma alarmante su impúdico filo franquismo, cuya
metamorfosis se inició con la llamada Transición.
Los representantes políticos de esta oligarquía nacional-franquista
olvidan imprudentemente que una parte de la burguesía catalana luchó, junto a
la clase trabajadora, en los frentes de batalla contra el golpe de estado
militar fascista. Golpe militar -inducido por los servicios secretos de la
Alemania nazi- que derivó en la Guerra de España.
El último presidente republicano de la Generalitat de Catalunya, Lluís
Companys, pagó con su vida su actitud democrática. El presidente de la
Generalitat en el exilio, terminada la contienda, fue entregado por la Gestapo
alemana al régimen franquista, siendo torturado y finalmente fusilado el 15 de
octubre de 1940.
Los representantes de los intereses de la oligarquía centralista,
amenazan a Catalunya con irrisorios males imaginarios: su exclusión de la Unión
Europea y consiguiente abandono del euro como moneda. Esta torpe y
grandilocuente "amenaza" estimula más aún si cabe las pulsiones
secesionistas. Pues es manifiestamente público que la actual Unión Europea -y
su moneda, el euro- están defraudando las expectativas de una parte creciente
de la ciudadanía.
El ejército español
Algunos militares de alto rango se han manifestado de forma contundente
frente a los deseos de libertad del pueblo catalán. Sectores sociales
influyentes intentan manipular a las Fuerzas Armadas en defensa de sus
mezquinos intereses. Algunos -a sabiendas de la imposibilidad material de
proceder a una ocupación militar de Catalunya- apelan a la vieja estratagema
del miedo, con la esperanza que éste "guarde la viña". Unos y otros
ponen en el disparadero al jefe constitucional de las Fuerzas Armadas: el Rey.
No en vano un alto mando militar monárquico, ya en la reserva, afirmó
recientemente en los medios: "La política es la continuación de la guerra
por otros medios". Y por si no bastase, otro almirante -ya retirado- ha
hecho explícita en medios afines a la industria militar otra recomendación
similar: «No siempre el instrumento militar alcanza los objetivos políticos por
aplicación de la fuerza. A veces basta amenazar con hacerlo".
Aplicada esta "doctrina militar" a la situación catalana
resulta una amenaza absurda, sin contenido real, que emula la alocada carrera
de un pollo sin cabeza. El viento de los nuevos tiempos se encargará de barrer
esa pútrida hojarasca que amenaza nuestra convivencia pacífica: el franquismo y
su monarquía.
La clase trabajadora
La mayor garantía de una salida pacífica a la crisis secesionista es la
unidad de la clase trabajadora, junto a las capas populares, en torno a la
exigencia de un proceso constituyente en libertad. Un proceso constituyente que
posibilite la proclamación de la III República. Una república federal, o
confederal, que haga posible la convivencia pacífica, y en libertad, de todos
los pueblos que habitamos esta vieja y entrañable Sefarad, a la que muchos
llamamos España.
Durante más de tres décadas las fuerzas que pactaron con la monarquía
franquista nos han dicho ¡Mañana España será republicana! Pero mañana quizá sea
tarde... No existiría España o, en todo caso, estaría gravemente mutilada. La
exigencia de un proceso constituyente que desemboque en la III República debe
pasar a primer plano de las reivindicaciones populares. Una república popular
que haga efectivos los valores universales de la revolución francesa: igualdad,
libertad, fraternidad.
Manuel
Ruiz Robles
Capitán
de Navío de la Armada
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