viernes, 25 de octubre de 2013

CATALUNYA Y EL REY

La burguesía catalana secesionista
24 de octubre de 2012
Los aspavientos reales llegan demasiado tarde. La alta burguesía catalana, como a finales de los años veinte del siglo pasado, abandona al Rey. (1)

La Familia Real ha venido manifestando reiteradamente su peculiar defensa de la Corona -su corona- haciendo patéticos guiños a las burguesías secesionistas, muy especialmente a la catalana. Una prueba irrefutable de ello ha sido el ennoblecimiento del Sr. Godoi, convertido graciosamente en Conde de Godoi y "Grande de España" por Su Majestad el Rey.

El Sr. Godoi, como es bien sabido, es propietario de un medio de persuasión catalán de gran difusión y es -consecuentemente- representante de los intereses de la clase dominante en dicho medio. Es decir de la alta burguesía catalana, tradicionalmente secesionista desde el hundimiento de los últimos vestigios del imperio colonial español. Los jugosos mercados que le proporcionaban las antiguas colonias de la metrópoli ya no existen.

Ahora, con pólvora del rey, la burguesía catalana secesionista apunta sus cañones mediáticos contra el pretendido garante de la integridad territorial de España y de su ordenamiento constitucional: Su majestad el Rey Don Juan Carlos I, que ostenta, según la Constitución de 1978, el mando supremo de las Fuerzas Armadas.

El tradicional borboneo ha demostrado ser una patética y pésima estrategia para la unidad de España, que es un interés objetivo del conjunto del pueblo trabajador. Solo la unidad del pueblo español podrá hacer frente de forma eficaz a la agresión de la Troika y de sus aliados locales: las oligarquías centrales y periféricas. Pues incluso después de una posible secesión estos seguirán cooperando, en complicidad con la Troika, expoliando sin escrúpulos a las capas populares.

La burguesía nacional-franquista
La clase dominante se encuentra anclada en los "valores" de la dictadura, mostrando de forma alarmante su impúdico filo franquismo, cuya metamorfosis se inició con la llamada Transición.

Los representantes políticos de esta oligarquía nacional-franquista olvidan imprudentemente que una parte de la burguesía catalana luchó, junto a la clase trabajadora, en los frentes de batalla contra el golpe de estado militar fascista. Golpe militar -inducido por los servicios secretos de la Alemania nazi- que derivó en la Guerra de España.

El último presidente republicano de la Generalitat de Catalunya, Lluís Companys, pagó con su vida su actitud democrática. El presidente de la Generalitat en el exilio, terminada la contienda, fue entregado por la Gestapo alemana al régimen franquista, siendo torturado y finalmente fusilado el 15 de octubre de 1940.

Los representantes de los intereses de la oligarquía centralista, amenazan a Catalunya con irrisorios males imaginarios: su exclusión de la Unión Europea y consiguiente abandono del euro como moneda. Esta torpe y grandilocuente "amenaza" estimula más aún si cabe las pulsiones secesionistas. Pues es manifiestamente público que la actual Unión Europea -y su moneda, el euro- están defraudando las expectativas de una parte creciente de la ciudadanía.

El ejército español
Algunos militares de alto rango se han manifestado de forma contundente frente a los deseos de libertad del pueblo catalán. Sectores sociales influyentes intentan manipular a las Fuerzas Armadas en defensa de sus mezquinos intereses. Algunos -a sabiendas de la imposibilidad material de proceder a una ocupación militar de Catalunya- apelan a la vieja estratagema del miedo, con la esperanza que éste "guarde la viña". Unos y otros ponen en el disparadero al jefe constitucional de las Fuerzas Armadas: el Rey.

No en vano un alto mando militar monárquico, ya en la reserva, afirmó recientemente en los medios: "La política es la continuación de la guerra por otros medios". Y por si no bastase, otro almirante -ya retirado- ha hecho explícita en medios afines a la industria militar otra recomendación similar: «No siempre el instrumento militar alcanza los objetivos políticos por aplicación de la fuerza. A veces basta amenazar con hacerlo".

Aplicada esta "doctrina militar" a la situación catalana resulta una amenaza absurda, sin contenido real, que emula la alocada carrera de un pollo sin cabeza. El viento de los nuevos tiempos se encargará de barrer esa pútrida hojarasca que amenaza nuestra convivencia pacífica: el franquismo y su monarquía.

La clase trabajadora
La mayor garantía de una salida pacífica a la crisis secesionista es la unidad de la clase trabajadora, junto a las capas populares, en torno a la exigencia de un proceso constituyente en libertad. Un proceso constituyente que posibilite la proclamación de la III República. Una república federal, o confederal, que haga posible la convivencia pacífica, y en libertad, de todos los pueblos que habitamos esta vieja y entrañable Sefarad, a la que muchos llamamos España.

Durante más de tres décadas las fuerzas que pactaron con la monarquía franquista nos han dicho ¡Mañana España será republicana! Pero mañana quizá sea tarde... No existiría España o, en todo caso, estaría gravemente mutilada. La exigencia de un proceso constituyente que desemboque en la III República debe pasar a primer plano de las reivindicaciones populares. Una república popular que haga efectivos los valores universales de la revolución francesa: igualdad, libertad, fraternidad.
Manuel Ruiz Robles
Capitán de Navío de la Armada



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