Juan Torres López |
Economista
nuevatribuna.es | 25 Octubre 2013 - 18:03
h.
Las
últimas declaraciones de Emilio Botín diciendo que España vive un momento
fantástico son una verdad como un templo. Siempre, claro está, que diga que
para él y los suyos.
Es
cierto que España vive un momento de gloria: las reformas que han venido
realizando antes el gobierno de Zapatero y ahora el de Rajoy han ido
exclusivamente encaminadas a recuperar a los bancos privados insolventes por su
irresponsable política crediticia y a dar más poder de negociación y decisión a
las grandes empresas. Los resultados son claros: una caída gigantesca de los
salarios, que directamente redunda en aumento de beneficios empresariales,
mayor concentración bancaria y negocios impresionantes para los bancos y las
grandes empresas que han hecho de España la nación más desigual de nuestro
entorno. A costa, eso sí, de una destrucción de empleo gigantesca, de miles de
empresas arruinadas y de millones de personas que han perdido todo, bienes,
viviendas y derechos sociales.
Todo
ha sido concebido para que los banqueros como Botín y los grandes propietarios
recuperen las posiciones que tenían antes de la crisis que ellos han provocado
y ahora es lógico que todas esas medidas den resultados que les parecen
fantásticos.
Pero
ni siquiera así se puede admitir que lo que dice Botín sea del todo cierto.
Por un lado, las entradas de capital a las que alude no se han reflejado aún en los datos oficiales del Banco de España, de modo que si se atreve a decir que están produciéndose debe ser porque las nota en sus bolsillos. Y las empresas normales y corrientes no sienten, por el contrario, que les haya mejorado la afluencia del crédito y el impulso financiero que necesitan para salir adelante. De hecho, se estima que en 2014 van a cerrar un 25% más empresas que en este año.
Sí parece que se están produciendo entradas de capital procedentes de fondos de inversión que se están quedando con miles de inmuebles y propiedades de todo tipo, lo que debe estar dejando buenas comisiones en bancos e inmobiliarias ligadas a ellos y lo que seguramente se traduzca en unas décimas de incremento en el PIB de los próximos meses.
Por un lado, las entradas de capital a las que alude no se han reflejado aún en los datos oficiales del Banco de España, de modo que si se atreve a decir que están produciéndose debe ser porque las nota en sus bolsillos. Y las empresas normales y corrientes no sienten, por el contrario, que les haya mejorado la afluencia del crédito y el impulso financiero que necesitan para salir adelante. De hecho, se estima que en 2014 van a cerrar un 25% más empresas que en este año.
Sí parece que se están produciendo entradas de capital procedentes de fondos de inversión que se están quedando con miles de inmuebles y propiedades de todo tipo, lo que debe estar dejando buenas comisiones en bancos e inmobiliarias ligadas a ellos y lo que seguramente se traduzca en unas décimas de incremento en el PIB de los próximos meses.
Pero
¿acaso se puede considerar eso suficiente, o fantástico, cuando los datos que
reflejan la evolución real de la economía (exportaciones, crédito, empleo,
producción industrial, ventas al por menor etc.) empeoran?
Es
muy posible que estas entradas de capital puramente especulativo y voraz sigan
produciéndose pero de ninguna manera puede considerarse, ni siquiera aunque
vayan a traducirse con toda probabilidad en un leve crecimiento del PIB, como
un augurio de que la economía española se recupera porque ni van a traer
aumento del empleo, ni más o mejor vida para las empresas, ni más
competitividad (suponiendo que sea eso lo que necesitemos), ni más actividades
que a medio plazo permitan generar nuevos ingresos.
Lo
que le ocurre a Botín no es nuevo. Sufre el mismo tipo de distorsión cognitiva
que ha afectado siempre a las clases ricas españolas: confunden el todo con la
parte, sus intereses con los del conjunto de los españoles.
Y
lo lamentable no es que personajes como Botín sufran ese tipo de maligna
disonancia sino que actúan en consecuencia y nos llevan a todos al precipicio.
Botín
es un banquero que si en España hubiera Justicia, gobiernos decentes y
democracia estaría en la cárcel desde hace tiempo.
Como
he explicado en varios lugares, el diario El País informó el 27 de mayo de 2008
que, para defenderse de la acusación de supuestos favores al Banco de
Santander, el ex Ministro de Economía Rodrigo Rato presentó un escrito de la
ex-Secretaria de Estado de Justicia y luego Vicepresidenta del Gobierno, María
Teresa Fernández de la Vega, “en la que ésta pidió el 25 de abril de 1996 que
se cursaran al Abogado del Estado “instrucciones” sobre su actuación en el caso
de las cesiones de crédito”, concretamente, pidiendo que no se dirigiera
“acción penal alguna por presunto delito contra la Hacienda Pública, contra la
citada entidad bancaria o sus representantes”. Gracias a ello, su presidente no
tuvo que ser juzgado por unas actuaciones que el diario digital el Confidencial
de 21 de septiembre de 2006 describió de la siguiente forma: “Durante los años
1988 y 1989, el Santander manejó cerca de medio billón de pesetas de dinero
negro, que provenía de fuentes financieras más o menos inconfesables (…) El
banco entregó al Fisco información falsa sobre 9.566 operaciones formalizadas
que representaban 145.120 millones de pesetas. (…) A tal efecto, no dudó en
declarar como titulares de las cesiones a personas fallecidas, emigrantes no
residentes en España, ancianos desvalidos, trabajadores en paro, familiares de
empleados del banco, antiguos clientes que ya no mantenían relación alguna con
la entidad, etcétera. Como consecuencia del descubrimiento de esa serie de
irregularidades, la acusación solicitó para el presidente del Banco de Santander,
Emilio Botín un total de 170 años de prisión y una multa de 46.242.233,92 euros
(7.694.060.334 pesetas), además de una responsabilidad civil de 84.935.195,86
euros (14.132.027.499 pesetas), que es el perjuicio causado con su actuación a
la Hacienda Pública”.
Como
digo, si en España hubiera Justicia al señor Botín se le hubiera enjuiciado y
condenado. Si hubiera gobiernos decentes la señora Fernández de la Vega (que
ahora se sienta en el Consejo de Estado) nunca hubiera dado esa orden. Y si
hubiera democracia toda la gente sabría qué sucedió y al señor Botín le daría
vergüenza de decir las cosas que dice porque lo correrían a gorrazos por las
calles. Mejor dicho, con toda probabilidad, por los patios de una cárcel.
De
la misma naturaleza es su juicio sobre el ex ministro de Economía Rodrigo Rato
de quien dice que fue el mejor de la democracia. Es natural que lo diga: solo
con la vergonzosa concesión de desgravaciones fiscales con el dinero de todos
los españoles a las empresas que invirtieran en el exterior (como el banco del
señor Botín) ya le hizo un favor suficiente como para justificar que lo siente
ahora en sus sillones y lo mitifique de esa forma. Su gestión en Bankia
engañando a miles de personas, su política que dio lugar a la crisis, o su ceguera
para anticiparla aquí o en el FMI no tiene importancia. Pelillos a la mar que
el negocio es el negocio.
Una
ventaja tienen, eso sí, las declaraciones de Botón. Permiten comprobar a quien
tuviera alguna duda qué tipo de salida es la que quieren darle a la crisis y la
que le van a dar si no hay una respuesta social contundente que quite de una
vez el Boletín Oficial del Estado a los gestores del señor Botín y compañía que
gobiernan contra España: no la que recupere el empleo, el salario, la actividad
empresarial y el bienestar social, sino la que permita que siga aumentando la
riqueza de los ya de por sí más ricos que provocaron la crisis, los que
fomentaron artificialmente una deuda privada y empresarial gigantesca a base de
endeudarse ellos mismos y cuyos costes quieren ahora pasar a las espaldas de
los de siempre.
Fuente: http://www.nuevatribuna.es/
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