Viernes, 25 de octubre de
2013
Por Sergio Reuben Soto (*)
Desde varias conferencias de Michael Sandel
hasta los comentarios de los más reconocidos y renombrados economistas como Joseph
Stiglitz y Paul Krugman, han comenzado recientemente a cuestionar
el funcionamiento de las sociedades capitalistas.
Sus críticas se ha ido acrecentando, desde posturas keynesianas y neokeynesianas levantadas inmediatamente que se desatara la crisis actual, a finales del 2008, hasta las más radicales que alcanzan ya…, posturas marxistas.
Los que hemos venido criticando las sociedades regidas por el capital desde la perspectiva que ofrece el pensamiento marxista, no podemos menos que llamar la atención sobre este hecho.
Sus críticas se ha ido acrecentando, desde posturas keynesianas y neokeynesianas levantadas inmediatamente que se desatara la crisis actual, a finales del 2008, hasta las más radicales que alcanzan ya…, posturas marxistas.
Los que hemos venido criticando las sociedades regidas por el capital desde la perspectiva que ofrece el pensamiento marxista, no podemos menos que llamar la atención sobre este hecho.
DESDE LA CRÍTICA AL
MODELO ESTANDAR AL KEYNESIANISMO
Lo más destacable desde nuestro punto de vista es que ese proceso de aproximación a la crítica de la “economía convencional” - (o de la economía escolástica como hemos propuesto llamarla en uno de nuestros escritos: ver en http://www.latindex.ucr.ac.cr/econ003-04.php)-. Se lleva a cabo en sus primeras etapas sin realizar una verdadera crítica de los fundamentos de dichas teorías. Sus propuestas de explicación de la crisis y sus correspondientes propuestas de soluciones se enmarcan estrictamente dentro del modelo estandar de explicación del funcionamiento de las sociedades capitalistas. Fue la falta de regulación de los productos financieros ofrecidos por los grandes bancos la causa fundamental de la crisis surgida a finales del 2008, o fue la burbuja inmobiliaria creada por los bancos debido a un descuido en la valoración de la capacidad de pago de los deudores…, y más hacia el keynesianismo, el origen de la crisis y sus soluciones hay que buscarlos en la baja demanda agregada asociada con un lento, si no virtual estancamiento en los sala¬rios reales de los trabajadores, asociados a su vez, a la exportación de capital, a la globalización y desterritorialización de la producción; lo que algunos llamaron en ese momento la “desindustrialización” de la economía norteamericana.
Stiglitz, el más próximo a una crítica de los fundamentos del modelo por su percepción del mal funcionamiento de los mercados debido a la asimetría de la información entre los operadores - tesis que le valió el premio nobel de economía junto con otros dos colegas en el 2001- , no logra elaborar una crítica integral del modelo estandar que explica los fenómenos económicos del momento. La crisis financiera del 2008 ha tenido un desenvolvimiento tan veloz y alcanzado tal profundidad que las posturas más críticas no fueron capaces de articular sus planteamientos teóricos con los hechos concretos del momento.
Si se revisa la literatura de los años siguientes a ese período, hasta por ahí del 2010 y mediados del 2011, esos son los principales argumentos de los economista norteamericanos. Nada se ha dicho todavía sobre la concentración del capital, sobre las condiciones oligopólicas y monopólicas de los principales ramos de la estructura productiva y comercial de los Estados Unidos, sobre el poder de mercado de las corporaciones, ni sobre la enorme desproporción entre los ingresos de los sectores más favorecidos con las políticas neo liberales, las grandes corporaciones, en contra de la gran masa de empresas pe¬queñas y medianas que apenas sobreviven sin capacidad de innovar y competir. En resumen, nada se ha dicho aún sobre la inadecuada locación de los recursos escasos entre las necesidades sociales, que se ha asentado en la sociedad estadounidense.
En otras palabras, nada se ha dicho aún sobre la posibilidad de que la crisis sea originada por un mal funcionamiento de las relaciones económicas constituidas en el seno de la sociedad norteamericana. Y nada se ha dicho aún sobre la influencia de las grandes concentraciones de riqueza y de medios de producción y de trabajo sobre las instituciones públicas y sobre el ordenamiento legal, de los países cuyo sistema productivo y distributivo está regido por los imperativos de la acumulación de capital; creando así un especie de “círculo perverso” que tiende a una asignación injusta, ineficiente e ineficaz de los recursos escasos de una sociedad, entre sus necesidades reales.
Lo más destacable desde nuestro punto de vista es que ese proceso de aproximación a la crítica de la “economía convencional” - (o de la economía escolástica como hemos propuesto llamarla en uno de nuestros escritos: ver en http://www.latindex.ucr.ac.cr/econ003-04.php)-. Se lleva a cabo en sus primeras etapas sin realizar una verdadera crítica de los fundamentos de dichas teorías. Sus propuestas de explicación de la crisis y sus correspondientes propuestas de soluciones se enmarcan estrictamente dentro del modelo estandar de explicación del funcionamiento de las sociedades capitalistas. Fue la falta de regulación de los productos financieros ofrecidos por los grandes bancos la causa fundamental de la crisis surgida a finales del 2008, o fue la burbuja inmobiliaria creada por los bancos debido a un descuido en la valoración de la capacidad de pago de los deudores…, y más hacia el keynesianismo, el origen de la crisis y sus soluciones hay que buscarlos en la baja demanda agregada asociada con un lento, si no virtual estancamiento en los sala¬rios reales de los trabajadores, asociados a su vez, a la exportación de capital, a la globalización y desterritorialización de la producción; lo que algunos llamaron en ese momento la “desindustrialización” de la economía norteamericana.
Stiglitz, el más próximo a una crítica de los fundamentos del modelo por su percepción del mal funcionamiento de los mercados debido a la asimetría de la información entre los operadores - tesis que le valió el premio nobel de economía junto con otros dos colegas en el 2001- , no logra elaborar una crítica integral del modelo estandar que explica los fenómenos económicos del momento. La crisis financiera del 2008 ha tenido un desenvolvimiento tan veloz y alcanzado tal profundidad que las posturas más críticas no fueron capaces de articular sus planteamientos teóricos con los hechos concretos del momento.
Si se revisa la literatura de los años siguientes a ese período, hasta por ahí del 2010 y mediados del 2011, esos son los principales argumentos de los economista norteamericanos. Nada se ha dicho todavía sobre la concentración del capital, sobre las condiciones oligopólicas y monopólicas de los principales ramos de la estructura productiva y comercial de los Estados Unidos, sobre el poder de mercado de las corporaciones, ni sobre la enorme desproporción entre los ingresos de los sectores más favorecidos con las políticas neo liberales, las grandes corporaciones, en contra de la gran masa de empresas pe¬queñas y medianas que apenas sobreviven sin capacidad de innovar y competir. En resumen, nada se ha dicho aún sobre la inadecuada locación de los recursos escasos entre las necesidades sociales, que se ha asentado en la sociedad estadounidense.
En otras palabras, nada se ha dicho aún sobre la posibilidad de que la crisis sea originada por un mal funcionamiento de las relaciones económicas constituidas en el seno de la sociedad norteamericana. Y nada se ha dicho aún sobre la influencia de las grandes concentraciones de riqueza y de medios de producción y de trabajo sobre las instituciones públicas y sobre el ordenamiento legal, de los países cuyo sistema productivo y distributivo está regido por los imperativos de la acumulación de capital; creando así un especie de “círculo perverso” que tiende a una asignación injusta, ineficiente e ineficaz de los recursos escasos de una sociedad, entre sus necesidades reales.
DEL KEYNESIANISMO
A... ¿LA METODOLOGÍA ANALÍTICA MARXISTA?
Pero la profundidad que ha alcanzado
la nueva “Gran depresión”, la extensión casi universal de sus
consecuencias y, particularmente, el aún lejano horizonte de su final, ha hecho
que los economistas más críticos pierdan una esperanza en que el sistema
pudiera recuperar su antiguo lustre, incluso algunos basados en la misma “destrucción
positiva” con la que Shumpeter había pensado la salida a las crisis
periódicas del sistema; y comienzan a denunciar abiertamente las
contradicciones fundamentales del sistema capitalista.
La más reciente manifestación de estas denuncias la encontramos en el mismo Stiglizt; que en un encuentro con uno de los más grandes sindicatos de los Estados Unidos, espetó a sus miembros un discurso que es digno de ser leído por su tono revolucionario. El lector y la lectora interesados pueden consultarlo en este enlace: http://www.alternet.org/economy/joe-stiglitz-people-who-break-rules-have-raked-huge-profits-and-wealth-and-its-sickening-our
La más reciente manifestación de estas denuncias la encontramos en el mismo Stiglizt; que en un encuentro con uno de los más grandes sindicatos de los Estados Unidos, espetó a sus miembros un discurso que es digno de ser leído por su tono revolucionario. El lector y la lectora interesados pueden consultarlo en este enlace: http://www.alternet.org/economy/joe-stiglitz-people-who-break-rules-have-raked-huge-profits-and-wealth-and-its-sickening-our
Pero más aún,
una de las críticas más vibrantes en esta misma dirección, ha sido hecha el 20
de octubre por nada más y nada menos que el legendario Allan Greenspan,
anterior presidente de la Reserva Federal. En una entrevista concedida a
la BBC criticó lo que se ha venido llamando el “crony capitalism”,
literalmente “capitalismo de amigos”, pero que en este blog hemos
identificado como lo que realmente es: “capitalismo corporativo”; por el
que las grandes corporaciones obtienen condiciones especiales para competir, no
solo por sus lazos y conexiones con otras corporaciones y empresas afiliadas,
deudoras, controladas, etc. (un largo etcétera que reune todas las formas
imaginables para evitar la competencia de firmas oponentes), sino también el
favor de las instituciones públicas con las que crean lazos de intereses
político-económicos. El y la lectora interesada pueden consultarlo aquí: http://www.bbc.co.uk/news/business-24602273
Así, los economistas estadounidenses han comenzado, cinco años después, a darse
cuenta de una realidad oculta por la perspectiva ideológica que subyace a sus
conocimientos “científicos” del comportamiento económico: El
capitalismo incuba las condiciones para que el mercado no pueda
desempeñarse como el mejor instrumento de asignación de los recursos escasos de
una sociedad, entre sus necesidades perentorias. La regulación del uso del
excedente generado por la propiedad de los medios de producción y trabajo, se
hace una necesidad pública.
(*) Sergio Reuben Soto es
economista y sociólogo, profesor jubilado de la Universidad de Costa Rica.
Fuente: www.canarias-semanal.org
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