La trayectoria de
Ana Stanic, invitada a una conferencia por EA, impresiona. Se licenció en
Derecho Internacional en Australia, luego continuó en Cambridge para centrarse
en la UE y ahora da clases en la universidad de Dundee, Escocia. Tiene un
bufete en Londres que asesora a varios estados y también ha trabajado para el
Banco Central y el Ministerio de Exteriores eslovenos.
Aritz
INTXUSTA | IRUÑEA
28 de
octubre de 2013
Ana Stanic parece demasiado joven
como para creerse su currículum. En el trato da una imagen cercana, sin los
engola- mientos típicos de los diplomáticos. Se expresa con propiedad pero
utiliza términos bastante sencillos, y ejemplos, lo que resta aridez a una
temática que a veces se escapa al ciudadano. Cuando tiene una cosa clara,
responde con contundencia.
Desde Madrid martillean con que
Catalunya y Euskal Herria quedarían fuera de la UE si alcanzaran la
independencia. ¿Es es cierto o agitan un fantasma?
El derecho europeo no tiene leyes al
respecto. En realidad, no existe un método que nos permita saber qué ocurriría exactamente.
Son unas reglas que la Unión Europea tendrá que crear. Personalmente, no sé en
qué se basa Durao Barroso cuando hace esas afirmaciones tan tajantes para
corroborar el discurso español. Por otro lado, a nadie debe extrañar que esas
pautas sobre cómo ha de funcionar la secesión dentro de un Estado miembro no se
hayan abordado. A fin de cuentas, el derecho europeo lo deciden los estados y,
por definición, los estados no van a decidir cosas que van en su contra.
Con evidentes ansias independentistas
en Flandes, en Escocia, en Catalunya o en Euskal Herria, resulta extraño que
todo lo que haya preparado la UE sea un folio en blanco. ¿Nadie se ha
planteado, por ejemplo, que si Flandes se va Bruselas estaría fuera de la
Unión?
Y te has olvidado a los corsos y a
otros muchos más pueblos. La eventual división de algún estado miembro arroja
paradojas más graves que la de Bruselas desde un punto de vista legal. A mi
juicio, el más importante es el asunto de la ciudadanía. El propio Tratado de
Lisboa define la pertenencia a la UE como un derecho ciudadano, no solo como un
pacto entre estados. Ahora mismo, los vascos y los catalanes sois ciudadanos de
pleno derecho de la Unión Europea. Incluso habéis refrendado la Constitución
Europea. Esa ciudadanía no se os puede quitar con las actuales leyes de la
Unión. Queda la posibilidad de que, si se independizan, vascos y catalanes
acaben siendo ciudadanos de la UE que viven en países que están fuera de la UE.
Esa paradoja obligaría a abrir un debate constitucional.
¿Y el euro?
Sobre esta cuestión hay un ejemplo
muy claro, que es el de Montenegro y Kosovo. Cuando se produjo la independencia
de ambos países, estos decidieron de manera unilateral proclamar el euro como
su moneda. La Unión Europea no pudo hacer nada. Es decir, vascos y catalanes
podrán también decidir de forma unilateral si quieren continuar con el euro. En
mi opinión, la moneda es un asunto muy importante en la creación de un nuevo
estado, sobre todo en los primeros momentos. Cambiar de moneda de un día para
otro supone un golpe para los negocios, y hay que poder garantizar que esa
transición va a ser sin demasiadas estridencias. Las empresas deben funcionar
sin problemas antes, durante y después del proceso de independencia. En eso
está fallando Escocia.
¿En qué se están equivocando los
escoceses?
El caso escocés es muy distinto,
dado que forman parte de la UE pero Reino Unido no quiso entrar en la zona
euro. Y Londres les ha dicho que no podrán seguir utilizando la libra. Por
tanto, tienen un problema serio. Deberían abordar estas negociaciones
enseguida. Es muy importante acordarlo todo y hay muchas cosas de las que
todavía no han hablado. Uno no es independiente justo después de ganar un
referéndum, depende de la negociación.
Desde su experiencia, ¿en qué centraría
esas negociaciones con el Estado?
Una de las claves es atar cómo se
dividirán los bienes económicos del Estado que se va a dividir. Nosotros los
eslovenos no lo hicimos del todo bien; debimos hacer que Serbia congelara esos
bienes, porque, para cuando alcanzamos un acuerdo, habían pasado más de diez
años desde nuestra independencia y, claro, muchos de esos bienes habían
desaparecido.
Aquí, Madrid solo dice que los
catalanes se llevarían su deuda. ¿De qué bienes está hablando?
Bueno, pues entre otras cosas de las
reservas de oro, de la parte correspondiente de los bienes del Ejército...
Perdone, ¿me está diciendo que, si
nos independizamos, nos podríamos quedar con un par de cazas del Ejército y
alguna fragata española?
Te sorprendería la cantidad de
bienes que tiene el Ejército. En nuestro caso, eran 60.000 millones de dólares.
Pero claro, cuando llegó el acuerdo todo eso se quedó en nada. Por eso hicimos
mal en no coger la calculadora en su momento. Lo que quiero dejar claro es que
existen unos derechos sobre todas todas esas cosas que, aun estando fuera de
Catalunya o Euskal Herria, son suyas en buena parte. Son bienes de muy distinto
tipo. Por ejemplo, en el caso de Escocia el bien más importante en disputa son
los derechos sobre el Mar del Norte.
¿Y eso cómo se divide?
No hay una regla establecida. Por
ejemplo, en la República Checa se realizó en base a la población. Pero no
siempre es así. Estas cosas se reparten con mucho diálogo y negociaciones.
¿Y si el diálogo es con una pared?
¿Y si la otra parte no quiere negociar?
En caso de que sea una declaración
de independencia unilateral, en la que el Estado no quiere hablar, también se
puede negociar con el FMI. Ahí sí que existen, más o menos, unas pautas.
La filantropía de la banca es
cuestionable. Pero claro, no se reparte solo lo bueno, también la deuda del
Estado.
El FMI tuvo un papel muy activo en
la independencia de mi país. Los bancos preferían que la deuda la pagáramos los
eslovenos que Serbia. Hubo que pelear. Casi lo primero en dividirse en un
proceso independentista son las deudas y, en este asunto, la presión de los
bancos es muy importante. Ocurre lo mismo que con los bienes: hay bienes que
están localizados en los nuevos estados y deuda generada por esas regiones.
Hasta ahí todo es más o menos claro. Los otros bienes y obligaciones son más
complejos. Por eso merece la pena sentarse a negociar cuanto antes. Y no es lo
mismo una secesión que una disolución del estado. Todo tiene consecuencias y
todo se debe valorar.
«Debes
saber quién te reconocerá como Estado antes de lanzarte»
Con los precedentes que ha habido de
declaraciones unilaterales de independencia, ¿hasta qué punto un Estado puede
impedir la secesión?
No está prohibido que un pueblo se
declare independiente, pero si al día siguiente nadie le reconoce como Estado,
va a tener un problema muy serio. Es lo que le ocurre, por ejemplo, a
Palestina, que está presente a medias en los organismos internacionales.
Palestina es un país, pero no actúa como un Estado independiente. Hay que empezar
a mirar cuanto antes qué países estarían dispuestos a reconocerte como Estado
antes de proclamar una independencia unilateral. Es algo que debes saber de
antemano, antes de lanzarte.
¿Qué remarcaría usted de la
experiencia eslovena?
Actualmente Eslovenia pasa por una
situación difícil, como el resto de la Unión Europea. Eso, en parte, es fruto
de que hubo cosas a las que no dimos importancia en su momento. Se puede
aprender mucho de otros procesos de creación de países, valorar cuáles fueron
sus aciertos y cuáles sus errores. Sin embargo, a día de hoy, no creo que haya
nadie en Eslovenia que se arrepienta de haber alcanzado la independencia.
¿Sobre qué base partió Eslovenia
hacia la independencia? ¿Tuvieron que crear muchas instituciones nuevas para
poder convertirse en Estado?
Nosotros veníamos de una República
Federal, por lo que teníamos las instituciones básicas que posee un Estado,
incluido un Banco Central, que es una pieza clave para la independencia de un
país. Eso no implica que no se necesitara un debate profundo para la
transformación. En un proceso así, hay que acordar entre todos el modelo
institucional, educativo, la moneda, la política exterior, etc. Es importante
que este debate se realice de manera democrática e inclusiva. Me refiero a que
hay que garantizar los derechos de las distintas minorías y darles seguridad
para poder empezar sobre una base firme.A. I.
Fuente: http://gara.naiz.info/
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