El diputado de IU y
portavoz económico de IU, ICV-EUiA, CHA detalla en su intervención las medidas
para intensificar la prevención y lucha contra el fraude fiscal y advierte de
que si éstas no son hoy efectivas “es porque falta voluntad política para
ponerlas en marcha”
España | Tercera Información | 31-10-2013 |
Intervención
íntegra de Alberto Garzón en el Pleno del Congreso previa a la votación en la
que la proposición no de ley fue rechaza con los votos en contra del Grupo
Popular
Nuestro
grupo trae en esta ocasión una proposición de ley sobre una materia de la que
hemos tenido la oportunidad de debatir en numerosas ocasiones en esta Cámara.
Podemos comenzar haciendo alusión a uno de los grandes escritores del siglo
pasado, que afortunadamente todavía vive, Eduardo Galeano, que decía que muchas
veces ‘la justicia es como las serpientes, que sólo muerde a los descalzos’.
Precisamente porque esa visión de la justicia, injusta, esa visión según la
cual la justicia sólo afecta a unos y, sin embargo, a otros ni los roza, es
compensada, es anulada o directamente suprimida y sustituida por una justicia
donde todos son iguales ante la ley, donde todos son iguales ante las
consecuencias penales y consecuencias en última instancia jurídicas, es para lo
que existen las instituciones, las normas jurídicas, las propias composiciones
que la sociedad se va dando para corregir esas desigualdades o directamente
suprimirlas.
Por
eso consideramos tan importante el sistema fiscal y, por eso, consideramos
enormemente peligrosos los agujeros que existen en el mismo. Eso es lo que
nosotros intentamos venir a corregir humildemente con nuestra proposición de ley.
Una proposición de ley que va al corazón del problema, al fraude fiscal y a sus
fuentes, por las cuales se potencia en última instancia un empeoramiento de la
desigualdad, de la lógica hacia la desigualdad inherente al sistema económico
capitalista y su propia lógica.
Lo
cierto es que nuestra Constitución de 1978 propugna o defiende, al menos en el
ámbito teórico, un sistema fiscal progresivo, que viene a ser que los que más
tienen más deben pagar no sólo para sufragar los servicios públicos -la sanidad,
la educación, las prestaciones sociales y otro tipo de servicios que tenemos
por nuestra condición de ser ciudadanos-, sino porque también son elementos que
salvaguardan la cohesión social y evitan el estallido social que hace que unos
nos peguemos con otros. Eso es lo que le da una enorme importancia en el
sentido de la filosofía política del mantenimiento de la cohesión social.
Sin
embargo, lo cierto es que aunque eso aparezca formalmente en nuestra
Constitución, en nuestra Constitución formal, en la práctica, de facto,
llevamos muchas décadas viendo cómo el sistema fiscal se va convirtiendo cada
vez más en un sistema absolutamente regresivo por la existencia de agujeros
fiscales, por la existencia de fraude fiscal y por la existencia de leyes
injustas; esas leyes injustas que tratan de forma diferente, como decía
Galeano, a ‘los descalzos y a los que van bien indumentados’.
Esa
es la realidad de nuestro sistema fiscal actual que, aunque sólo en la forma se
promete a sí mismo como progresivo, en la práctica, de facto, es absolutamente
regresivo y, al final, acabamos encontrándonos con una enorme paradoja, y es
que los grandes servicios públicos, amenazados por esta crisis y por el modelo
de sociedad propugnado por el neoliberalismo y por las prácticas privatizadoras,
ese modelo de sociedad acaba siendo últimamente sólo defendido en términos
económicos, sólo mantenido y sólo financiado por los menos pudientes, mientras
que aquellos que más tienen encuentran siempre las formas para no tener que
pagar.
Esos
detalles no tienen por qué ser sólo delitos. Es decir, el fraude fiscal, que en
nuestro país alcanza, según estimaciones, entre el 20% y el 25% de la economía,
ese dinero que, evidentemente, no está fiscalizado y que no sirve para mantener
el Estado del bienestar y los servicios públicos, es compatible
desgraciadamente con leyes injustas y con agujeros legales.
Podemos
poner un ejemplo muy claro. En este país se supone que las empresas tienen que
pagar en torno a un 25% o un 30% de sus beneficios en materia de impuestos. En
la práctica, las pequeñas empresas acaban pagando en torno al 24%, las grandes
en torno al 18% y las multinacionales, con mayor capacidad para aprovechar las
trampas legales, acaban pagando sólo un 10% de tipo efectivo medio. Esa desigualdad,
que hace que en la práctica al final quien más tiene menos pague, es lo que se
encuentra en el origen de los fallos estructurales del sistema fiscal que
venimos a corregir, o a intentar corregir o a dar el primer paso para
corregirlo definitivamente con esta proposición de ley.
La
elusión fiscal y la evasión fiscal, grandes problemas de nuestra economía que
no son en ningún modo afrontados sinceramente ni por el Gobierno de Rajoy ni
por los gobiernos anteriores ni por las instituciones internacionales que
siempre decoran sus discursos con retórica de lucha contra el fraude pero que
luego, al final, lo que vemos son elementos como la tasa de reposición del 10%
para los miembros de la Agencia Tributaria, que no es otra cosa que decir que
de cada diez personas que se jubilan, nueve van a ver que su puesto no
encuentra sustitución por otra persona y eso, en última instancia, son menos
recursos para luchar contra el fraude. Esa es la política real del Gobierno del
Partido Popular.
En
este sentido, hablemos de fraude fiscal, pero hablemos del verdadero fraude
fiscal, del que hacen las grandes empresas y las grandes fortunas, que son
responsables, según los técnicos de Hacienda, de hasta el 75% de esa ingente
cantidad de dinero defraudado al Estado. No de ese jornalero o de ese
trabajador que finalmente está haciendo lo que puede por sobrevivir, por llegar
a 400 o a 450 euros al mes y con el que el Estado sí es implacable. El Estado
es implacable con esa persona que está intentando sobrevivir y, por el
contrario, el Estado trata fabulosamente a los defraudadores fiscales, a esos
criminales fiscales que son en última instancia, recordemos, los que acaban
provocando los recortes en sanidad y en educación, y la falta de ingresos para
mantener esas prestaciones sociales a un nivel digno. Sin embargo a ellos se
les ofrecen procedimientos como la amnistía fiscal, procedimientos que son una
ayuda clara y directamente explícita a aquellos que han delinquido contra el
Estado, contra todos nosotros.
Por
eso, nosotros estuvimos en contra de la amnistía fiscal, pero además creemos
que hay que reformular muchos aspectos que tienen que ver con la misma. En esta
proposición de ley intentamos endurecer las posibilidades que tenga el Gobierno
para aplicar una nueva amnistía fiscal. Proponemos que haya que aprobarlo por
una ley orgánica; proponemos también que el delito fiscal no prescriba tan
pronto, que prescriba más allá de los diez años cuando a día de hoy esta
aproximadamente en cuatro años, algo a lo que desgraciadamente hemos estado
acostumbrados cuando hemos visto todos los casos de presunta financiación
ilegal de diferentes partidos políticos en nuestro Estado. Creemos que hay que
endurecer esas penas, esas sanciones contra aquellos que atentan directamente
contra las finanzas públicas.
Por
eso nos parece muy importante que reconozcamos que desgraciadamente muchos
avances en la lucha contra el fraude fiscal, avances pequeños, ligeros, se han
conseguido por métodos que no son los procedimentales, como puede ser la
declaración de determinadas personas como el economista Falciani que, eludiendo
la ley, fue el responsable de dar a la luz los nombres de determinadas
personalidades, de grandes fortunas, de grandes empresas que habían eludido la
ley y que habían atracado y saqueado las finanzas de todos nosotros y nosotras.
Pero fue a través de esos procedimientos extraños, ajenos a la normativa
jurídica, por los cuales hemos podido conocer, al menos el Gobierno, los
nombres de algunas personas que han estafado al resto de sus conciudadanos.
Por
eso proponemos también en esta proposición de ley que haya transparencia, que
se sepa quiénes son los que se han acogido a la amnistía fiscal, que se sepa
quiénes son los que durante tanto tiempo han estado mermando las arcas públicas
y beneficiándose de la gran capacidad adquisitiva, la gran capacidad de tienen
para contratar a determinados técnicos para hacer actividades en algunos casos
delictivas, como la elusión fiscal.
Recordemos
-insistimos, esto es preocupante- que es legal hacer determinados procesos como
las transferencias de precios que hacen las grandes compañías y que al final
también consiguen evitar el pago de impuestos. Las sanciones son
importantísimas porque en cualquier juego hace falta un palo y una zanahoria,
no solo la zanahoria como hacen el señor Montoro y este Gobierno. Esa
transparencia es necesaria aunque, recordamos, nosotros estamos absolutamente
en contra de procedimientos como la amnistía fiscal, porque no solo es una
cuestión que no funciona en el ámbito autonómico, no es solo que ni siquiera se
haya podido recaudar lo que el Partido Popular decía cuando la aprobó a bombo y
platillo, sino que además es moralmente injusta e intolerable.
Vayamos
un poquito más allá: en esta proposición de ley también proponemos limitar y acabar
con los pagos en efectivo, porque es en los pagos en efectivo -nosotros
proponemos que se limiten hasta los 1.000 euros- donde se fraguan habitualmente
los procesos de corrupción pública, y no solo los procesos de corrupción sino
todo tipo de procesos delictivos que incluyen el narcotráfico o la trata de
personas; estos procesos se hacen finalmente sobre todo en efectivo. Nosotros
hemos acompañado habitualmente esto -lo saben los miembros de esta Cámara- de
la sugerencia de que el Gobierno exija a las instituciones europeas,
particularmente al Banco Central Europeo, el cambio de color de los billetes de
500 euros. Esta simple medida, que puede parecer anecdótica, sacaría a la luz
grandes cantidades de dinero que sirven para engrasar las actividades corruptas.
Simplemente esta actividad, que no lleva apenas coste asociado, podría poner en
marcha un proceso de emergencia, podría hacer surgir desde la oscuridad y las
cloacas de los delitos grandes cantidades de dinero. Esto no solo tendría ánimo
recaudatorio sino que además permitiría poner bien claro quiénes han sido los
delincuentes, sancionarlos y tomar responsabilidades políticas importantes.
Pasaríamos de la ‘política del sobre’ a una política de amplia fiscalización de
cualquier transferencia.
No
podemos dejar de citar que en esta proposición de ley incluimos de nuevo una
crítica absoluta y feroz contra los paraísos fiscales, porque en un contexto
como el actual, en el que se acepta acríticamente por parte del Gobierno toda
política que proviene de la troika, toda política que proviene de las
instituciones internacionales, es bastante extraño que la troika utilice la
retórica contra los paraísos fiscales pero no proponga ninguna medida
importante y beligerante contra los paraísos fiscales como pueden ser
Gibraltar, Luxemburgo o Andorra.
Más
allá de la simple retórica, insistimos, lo cierto es que no se ha avanzado
absolutamente nada en esa tarea, y determinados territorios jurídicos, como
puede ser Gibraltar con 30.000 habitantes y 80.000 empresas, son el pulmón de
la corrupción, del narcotráfico, de los pelotazos o de cualquier otro proceso
de este tipo que no solo son inmorales sino que además han mermado las arcas
públicas.
Son
propuestas que van en esta proposición de ley y que esperamos que el Gobierno
pueda tenerlas a bien, porque se trata de propuestas técnicas que se pueden
poner en marcha mañana mismo. Mañana mismo se pueden poner en marcha estas
propuestas, evitar los recortes que se están haciendo en estos últimos años y
ayudar a construir una sociedad más justa. Desgraciadamente, sabemos que hemos
debatido este tema en muchas ocasiones en esta Cámara, y sabemos también que el
Partido Popular se ha negado siempre a tener en consideración las propuestas
contra el fraude fiscal de otros grupos. Entendemos que ese es un camino hacia
el suicidio y que puede ser compatible con el modelo de sociedad que quiere
construir el Partido Popular, pero que no es compatible con el modelo de
sociedad que queremos construir nosotros.
Así
que, aunque sólo sea por esfuerzo pedagógico hacia la ciudadanía, consideramos
importantísimo que existan proposiciones de ley como la nuestra o las que otros
grupos han presentado, y que pongan de relieve que si la lucha contra el fraude
fiscal no es efectiva, si no es eficiente, no es porque sea inevitable, es
porque falta voluntad política para ponerla en marcha. Muchísimas gracias.
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