20 de octubre de 2013
De vez en
cuando me paso por las páginas de la Razón o del ABC, siempre es bueno
vacunarse, saber cómo piensan sinvergüenza ni complejos quienes se declaran
abiertamente monárquicos, porque otra cosa son esos monárquicos vergonzantes
que se esconde bajo el paraguas de una presunta convicción democrática, o esos
que se declaran socialistas, juancarlistas y ahora felipistas de manera
vergonzante y bacinesca*, cuando no hay nada menos democrático que una
monarquía, la misma palabra lo dice, gobierno de uno solo. Siendo el jefe
supremo de la monarquía el soberano, cuando en la república esa
soberanía reside en el pueblo, que además como hemos visto en estos días es
insustituible, dando espectáculo bastante ridículo y difícil de entender, por
si fuese poco el primer ministro también anda desaparecido, detrás de las sayas
de la hocicos mentirosos que habla de 500.000 parados defraudadores siendo
mentira y no ve que está en la cueva de Alí Baba y el millón de corruptos, eso
sí, sobresalientes, bueno entrantes.
La monarquía en general puede resumirse así: Tú
naces de un determinado coño y encima con pilila, seas, tonto, listo, una buena
persona, un corrupto, decente o un perfecto hijo de la gran p…, tienes un cargo
vitalicio de por vida a cuerpo de rey. En el caso de España además tiene otra
particularidad que la hace más aborrecible, el rey fue directamente elegido a
dedo por un general genocida. En ningún caso la monarquía, por mucho que se
empeñen algunos nada tiene de democrático y quienes desde posiciones
presuntamente de izquierdas o sindicales defienden la continuidad de tan
anacrónico y poco democrático Régimen es por continuar chupando de la teta de
la vaca, aunque España se hunda, no les importa mientras ellos puedan continuar
su vida regalada, mientras que unos se lleven el Botín y otros deban buscar en
la basura para comer.
Veo en esos diarios que se declaran monárquicos
sinvergüenza, pero también en otros presuntamente democráticos, pero al
servicio de determinados poderes económicos o empresariales, que suelen insistir
de la conveniencia de la monarquía por ser un símbolo de la unidad de España,
dan importancia a su más que dudoso papel integrador frente a la división
territorial, eligiéndola como un poder arbitral necesario. ¿Realmente puede
alguien creer semejante majadería? Lo único integrador por muy contradictorio
que parezca es un Estado Federal, donde todos sus miembros sean corresponsables
de la marcha del Estado, y eso solo puede darse en una República Federal, jamás
en una monarquía franquista.
Reconocen esos diarios, monárquicos sin vergüenza
ni complejos y esos otros monárquicos vergonzantes y acomplejados, que los
jóvenes españoles han pasado de la indiferencia hacía la monarquía a su
rechazo, por los múltiples casos de corrupción que afectan a la misma Casa
Real, no solo al yernísimo, sino cada día salen filtrados casos que apuntan más
alto y que dejan claro que el rey no abdicará porque tal vez, si no lo blindan
antes, podría ser juzgado, porque la ley blinda solo al rey, no al ex rey,
situación que sinceramente le deseo, no para poner a Felipe, sino para devolver
la soberanía robada al pueblo.
Resulta vergonzoso que unos periódicos y un
parlamento presuntamente democráticos puedan contribuir a que una institución
como la monarquía se mantenga todavía por encima del bien y del mal , alegando
la defensa de la democracia, blandiendo como bandera una constitución que es
papel mojado, la implantación en España de una tercera República no es un
delirio caprichoso ni mucho menos inconveniente como alegan los monárquicos sin
vergüenzas y los “demócratas” vergonzante, todo lo contrario, está claro que la
actual constitución no sirve, ha sido violada al antojo de los dos principales
partidos, es por tanto necesario una constitución que garantice los derechos de
los ciudadanos, en la cual los únicos inviolables sean esos derechos y no un
soberano surgido de un determinado coño o del dedo de un criminal.
No hay motivos para temer a la República, ni
siquiera los monárquicos sinvergüenza, ni los otros tampoco, sí muchos para
temer que todo siga como va, al menos los ciudadanos.
Autor: Paco Arenas
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