nuevatribuna.es | 08 Enero 2015 - 13:53 h.
Este cuadro es obra del pintor Jordi Serrau El
Maño, el retratado es Carlitos Vallejo, hace cuarenta y tres años en la
CárcelModelo de Barcelona
1.- Joaquim González reincidía atinadamente
sobre un asunto de gran importancia, que ya hemos tratado en otras ocasiones en
este mismo blog: «Me refiero a la [propuesta] que ha presentado el PSOE,
concretamente su responsable de Empleo, María Luz Rodríguez, al afirmar
que, en caso de gobernar, su partido se compromete a abrir y dirigir un proceso
de diálogo y negociación con los agentes sociales para abordar la
construcción de un nuevo Estatuto de los Trabajadores. Una propuesta que va
mucho más allá de la promesa, como se venía afirmado hasta ahora, de que su
primera medida, si gobierna, sería dejar sin efecto la última reforma laboral del
Partido Popular.» Léase bien, por favor: el PSOE va a abrir un proceso de
diálogo con los agentes sociales y, a partir de él, se harán las novaciones
legislativas pertinentes. Hablando en plata, cabe la posibilidad de abrir un
debate sobre «el trabajo» y los derechos del conjunto asalariado. Naturalmente,
se trataría de una discusión que fuera más allá de los círculos de los grupos
dirigentes para abrirse a todo el universo del trabajo que cambia
aceleradamente.
No es necesario explicar la importancia de esta
propuesta. Pero sí es oportuno recordar que tamaña operación se va a dar cuando
se ha agotado el ciclo largo de los derechos sociales de los últimos treinta y
cinco años en España y de los últimos setenta años en los países más avanzados
de la Unión Europea. No se trata de un agotamiento natural del «ciclo largo»
sino, por una parte, del envejecimiento de no pocos derechos tras la irrupción
masiva y fulgurante de las nuevas tecnologías y de los sistemas de management
de las empresas y, de otro lado, por la violenta agresión contra tales
derechos por parte de la mayoría de los gobiernos: la más reciente la reforma
laboral italiana (Jobs Act), que ya han comentado en este mismo blog Luigi
Mariucci y Umberto Romagnoli.
Se mire por donde se mire, la propuesta del PSOE
interpela especialmente al sindicalismo confederal. Es más, le incita a
debatir en todos sus ámbitos (especialmente en los centros de trabajo) en
torno a una cuestión de la mayor importancia. Lo que comportaría que dicha
discusión no quedara reducida a los círculos concéntricos dirigentes.
Porque serían las nuevas reglas de eso que comúnmente se llama las relaciones
laborales. De ahí el esfuerzo colectivo por plantear una reflexión crítica del
pasado y solicitar una nueva mirada sobre aquellas ideas y esperanzas
concretas, sobre aquellos trabajos culturales que se mostraron fructíferos
aunque tuvieran una vida corta.
Nuevas reglas: pongamos que hablo, por ejemplo, de
la «codeterminación», que no debe confundirse con la cogestión. Esto es, la codeterminación
como: la fijación negociada, como punto de encuentro, entre el sujeto social y
el empresario, anterior a decisiones "definitivas" en relación, por
ejemplo, a la innovación tecnológica, al diseño de los sistemas de organización
del trabajo y de las condiciones que se desprenden de ella. A mi juicio, la
codeterminación es el derecho más importante a conseguir en el centro de
trabajo en el incansable esfuerzo por la humanización del trabajo y la
autorrealización en el trabajo. La codeterminación como elemento
corrector de la pereza en considerar las formas de trabajo como definitivamente
dadas.
En resumidas cuentas, se abre una oportunidad con
un nuevo Estatuto de los trabajadores de intervenir –no sólo en el centro de
trabajo-- «de utilizar los instrumentos fundamentales de la
investigación, de la formación, de los incentivos a la innovación, no sólo de
la tecnología, también de la organización del trabajo. Y de la socialización de
las innovaciones, las sinergias de los proyectos a nivel europeo y de las
transformaciones de la organización del trabajo, especialmente a través de la
negociación colectiva, el papel y la autonomía de la persona que trabaja, ante
todo en la programación de su propio trabajo y actividad», sobre los que tanto
insistió Bruno Trentin.
2.- He sentido voces de algunos conocidos y
saludados que han tachado la propuesta del PSOE como electoralista. ¿En qué
quedamos? Si no plantea nada sacamos la espingarda y criticamos la ausencia de
proyecto; si hace lo contrario hablamos de electoralista. Otros hablan así:
¿por qué no lo hizo estando el PSOE en el poder? Eso mismo me digo yo. Pero, ¿a
qué nos lleva esa justa crítica? En todo caso, a sacarle los colores a
Zapatero. Así pues, darle la espalda a dicha propuesta sería perder una
oportunidad. De la que, también nosotros, seríamos responsables. Vale
P/s. Juan Blanco Blanco me manda esta nota
en la que comenta la entrada de Joaquim González. La copio y pego:
«Entusiasmante mirada la del autor, si la considerásemos como inductora de una
forma de acceder a análisis concretos de las realidades complejas en que se
desenvuelven las condiciones de vida de la inmensa mayoría de la población que,
en un determinado momento, se relaciona en un espacio social, político,
cultural y económico, también concreto, y también complejo.
Generadora de entusiasmo, desde el origen de la
elevación de la manifestación de la responsable de Empleo del PSOE a la
categoría de "apertura de un proceso inclusivo de los actores económicos y
sociales para la construcción de un nuevo Estatuto de los Trabajadores",
por rupturista con la muy mayoritaria dinámica actual (ésta, más bien parece
que enrocada en los "ida y vuelta" de no más de 140 caracteres, eso
sí, "con mucho carácter" y radicales pretensiones electoralistas)
que, en la dimensión de las condiciones de empleo (y de desempleo), nos
martillea con las "nuevas centralidades" identitarias que han
desplazado del corazón de las lógicas sociales y políticas, de la pulsión
central de las personas "la cuestión social", ya antigua, del
sustento (Karl Polanyi), de las relaciones conflictivas por esenciales
para las condiciones de vida (no sólo de trabajo) de la inmensa mayoría de la
ciudadanía, de los proyectos efectivos de desarrollo social, tecnológico,
económico; en fin, quizás, estirando animosamente el artículo, lo que nos
sugiere es tratar de alimentar el entusiasmo por una reestructuración
estratégica de las relaciones sociolaborales como uno de los centros que
soportan (y, a su vez, expanden) condiciones esenciales y concretas de vida.
En fin, gracias por esa perspectiva y las
sugerencias que desliza el autor.»
Fuente: www.nuevatribuna.es
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