“Era
una deuda que tenía, y ha sido una gran emoción cumplirla”, dice el
expresidente
El expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero,
esta mañana en Montauban. / B. R.
El expresidente español José Luís Rodríguez Zapatero visitó
este sábado en Montauban, Francia, la tumba del presidente de la República
española, Manuel Azaña, muerto en esta ciudad donde vivía refugiado, el 3 de
noviembre de 1940.
Ésta es la primera vez que un presidente español de la
democracia visita la tumba de Azaña. “Era una deuda que tenía, y ha sido una
gran emoción cumplirla”, declaró ante la tumba del antiguo presidente de la
República, donde una lápida con su nombre tiene inscritas las palabras Paz,
Piedad, Perdón.
En el buzón que el cementerio dedica a Azaña, Zapatero quiso
depositar “como un mensaje personal” un texto firmado con el preámbulo de la
ley de la memoria histórica, aprobada durante su mandato, en el año 2007. “Esta
ley la hicimos para rendir homenaje y tributo a todas las personas que habían
perdido la vida, la familia, la patria. También como un reconocimiento al
exilio”, explicó Zapatero después de comentar que “cuando venía hacia aquí,
sentí tranquilidad por haber hecho esta ley”. Según el expresidente, Azaña fue
“ante todo un gran intelectual, un hombre que supo comprometerse con la
política en unos tiempos muy difíciles. Un persona muy profunda en la reflexión
sobre los valores democráticos; alguien para quien la patria era la ciudadanía,
los ciudadanos”.
Azaña llegó a Montauban el 1 de julio de 1940. Sus últimos
meses los pasó en la habitación número 2 del Hotel du Midi, protegido por el
Gobierno de México. En la misma planta, aunque en otra ala, un comando de
policías franceses del régimen de Vichy y un comando de falangistas preparaban
una operación de secuestro para llevarlo a España, como se hizo con Lluís
Companys y otros políticos republicanos secuestrados con la colaboración de la
Gestapo. El médico personal de Azaña, Felipe Gómez Pallete —cuya tumba también
visitó Zapatero— se suicidó en la habitación número 6, unos días antes de la
muerte de Azaña. Durante el entierro del expresidente de la República, las
autoridades francesas prohibieron exhibir banderas republicanas, pero de entre
los miles de republicanos que acudieron a despedirle algunos se las ingeniaron
para llevar una rosa roja, una rosa amarilla y un ramo de violetas.
Fuente: www.elpais.com
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