Juan Torres López
15 de enero 2015
Desde que comenzó a atisbarse que Syriza en Grecia y Podemos
en España podían llegar a gobernar con propuestas diferentes a las que se
vienen aplicando en Europa no se ha parado de decir que sus programas son
irrealizables.
Desde hace unos años en Grecia y ahora en España el formato
es el mismo. Los economistas que en su día decían que no había burbuja
inmobiliaria, que se saldría de la crisis enseguida o que llevan años
difundiendo modelos que siempre fallan calculando la evolución de las pensiones
públicas, se presentan ahora como los que de verdad saben predecir el futuro
para asegurar que las propuestas de Syriza o Podemos no se podrán llevar a la
práctica. Los presidentes o ministros de los gobiernos, como el español, que
han incumplido la totalidad de sus compromisos electorales dicen ahora, como
Rajoy, que Syriza o Podemos prometen “lo imposible”. Responsables públicos que
en los últimos años han dejado que se produzcan autenticas fechorías y
corruptelas de todo tipo, ahora aseguran que con Syriza o Podemos se
deteriorarán las instituciones. Y los que han aplicado las políticas que han
multiplicado la destrucción de empresas, el paro, la deuda y la evasión de
capitales, afirman con rotundidad que las políticas de Syriza o Podemos nos
llevarán a la catástrofe económica.
Estos discursos agoreros están claramente orientados a minar
la confianza de la gente en estas fuerzas políticas de nuevo cuño y son muy
exagerados pero no podemos engañarnos: hay que reconocer que tienen una buena
parte de razón y que será muy difícil que Syriza o Podemos puedan llevar a cabo
sus propuestas de recambio político y económico (esta es la típica frase que
algunos podrán sacar de contexto para decir que “el gurú” económico de Podemos
reconoce que sus propuestas son inviables). Pero las personas honradas e
inteligentes no se quedan aquí sino que inmediatamente se preguntan por qué
será tan difícil o incluso quizá imposible llevar a cabo el programa completo
de estos partidos. Y lo que ocurre es que cada vez más gente está descubriendo
de dónde viene esas dificultades.
La gente se está dando cuenta de que el fracaso de las
políticas europeas a la hora de crear actividad y empleo o de acabar con la
deuda es evidente y de que la situación económica que dejan las políticas que
se vienen aplicando es deplorable. Se decía que las políticas de austeridad
eran imprescindibles para reducir la deuda pública, pero lo cierto es que en la
Eurozona ha subido del 72% del PIB en 2007 al 103% en 2014, en Grecia del
103,1% al 174,9% y en España del 35,5% al 96,8%. Y aseguraban que gracias a sus
políticas se crearía empleo pero en la Eurozona hay ahora casi dos millones de
ocupados menos y seis millones de parados más que en 2007.
Cualquier persona inteligente sabe que será muy difícil
restañar la herida económica tan profunda que están dejando las políticas
actuales.
La gente también se está dando cuenta de que el fracaso de
esas políticas no se produce por casualidad sino porque los gobiernos están
claramente al servicio de los bancos y de los grupos económicos más poderosos.
Todo el mundo sabe ya que la disminución de las ayudas a los grupos y población
más pobres o la menor financiación de los servicios públicos que necesitan para
salir adelante han ido en paralelo al crecimiento de las ayudas a los bancos y
a las grandes empresas. Y la gente percibe claramente que el aumento de la
pobreza y la pérdida de ingresos de los grupos de renta más baja se corresponde
con una situación cada vez más acomodada de los más ricos.
Cualquier persona inteligente sabe que será muy difícil
realizar reformas simplemente orientadas a repartir un poco mejor la renta y la
riqueza porque está claro que los de arriba lo quieren todo y que no están
dispuestos a repartir ni lo más mínimo. Su resistencia, como siempre ha pasado,
será grande y quizá hasta violenta.
La gente también se está dando cuenta de que para llevar a
cabo estas políticas los gobiernos han ido desmantelando la democracia en
Europa y que a la hora de tomar decisiones no obedecen a los pueblos que los
han elegido sino a poderes económicas y financieros que se mueven en la sombra
y que nunca se presentan a las elecciones. Es cada día más evidente que Europa
se convierte poco a poco en una dictadura cuando sus responsables amenazan si
se dan unos determinados resultados electorales o si la gente respalda
políticas que no sean las que quieren aplicar los grandes poderes.
Cualquier persona inteligente sabe que cuando se debilita la
democracia, como ocurre hoy día en Europa, se hace muy difícil que la voluntad
popular, por muy mayoritaria que sea, pueda realizarse.
Esas dificultades las conocen ya cada vez más ciudadanos.
Pero lo que no saben los que quieren convencer a la gente de que las propuestas
de Syriza y de Podemos son irrealizables es que la gente no es tonta.
Es verdad que la mayoría de las personas normales y
corrientes no tiene grandes conocimientos de historia. Pero tiene memoria y
sabe que incluso no hace mucho se han producido cambios inesperados o bastante
más difíciles que los que puedan proponer Syriza o Podemos. Mucha gente sabe
que todos los poderes del mundo defendían la esclavitud como un derecho
natural, o que las mujeres no votaran ni tuvieran derechos. Y mucha más gente
vio caer el Muro de Berlín (¿habría algo más “imposible” que eso días antes de
que cayera) o revoluciones de un día para otro en naciones vecinas.
Es verdad que la mayoría de la gente no sabe análisis
económico para comprobar que las críticas que se hacen a los programas
económicos de Syriza o Podemos no tienen fundamento científico sino puramente
ideológico. Pero tiene suficiente sentido común como para percibir que no tiene
sentido decir que es imposible llevar a cabo en Grecia o España medidas
políticas o económicas que ya se han aplicado en otros sitios.
Pero, sobre todo, la gente empieza a convencerse de que en
la vida no se puede decidir solo en virtud de que algo le parezca realista o no
a unos pocos sino en función de imperativos éticos que, como en este caso, llevan
a reclamar justicia, libertad, bienestar o responsabilidad para todos los seres
humanos por igual. El apoyo a Syriza o Podemos está aumentando tanto porque
cada vez hay más gente deseosa de realizar una apuesta ética diferente porque
ya está cansada de que todo vaya a los de arriba, de que se pueda robar sin
límite a los de abajo, de que se destruya la naturaleza sin descanso o de que
no se pida cuentas a quienes nos han llevado a la ruina. Y lo que no parece que
sepan quienes dicen que las propuestas de Syriza o Podemos son irrealizables es
que la fuerza con más capacidad transformadora del universo es la convicción
moral y el impulso ético de los seres humanos. Es verdad que Syriza o Podemos
no tienen el monopolio ni de esa convicción ni de ese impulso, y que no podrán
conseguir todo lo que se proponen por sí solas, pero empiezan a disponer del
suficiente como para salir adelante e incluso para transmitirlo a otras fuerzas
políticas y sociales, tal y como se está demostrando día a día.
Fuente: www.publico.es
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