nuevatribuna.es |Carlos Berzosa | Catedrático de Economía Aplicada.
Universidad Complutense de Madrid | 16 Enero 2015 - 12:29 h.
La economía
dominante hoy se ha convertido en un conocimiento sofisticado que se pretende
autónomo de otras ramas del saber y ha perdido su componente social
Una de las
constataciones que hace Piketty en su obra El capital en el siglo
XXI y que me ha llamado bastante la atención es cuando en la introducción
dice: " Ser economista universitario en Francia tiene una gran ventaja:
los economistas son poco considerados en el seno del mundo intelectual y
universitario, al igual que entre las élites políticas y financieras. Eso
obliga a descartar su desprecio hacia las otras disciplinas, y su absurda
pretensión de poseer una cientificidad superior, cuando en realidad no saben
casi nada sobre ningún tema".
Lo hace después
de realizar una crítica a la disciplina económica tal como se enseña en Estados
Unidos, pues: "aún no ha abandonado su pasión infantil por las matemáticas
y las especulaciones puramente teóricas, y a menudo muy ideológicas, en
detrimento de la investigación histórica y de la reconciliación con las demás
ciencias sociales". Así, lo que en principio parece ser una desventaja
como es el poco aprecio dentro del mundo cultural se convierte en una ventaja
al evitar la prepotencia y el imperialismo hacia otras ciencias sociales. Esta
interrelación con otras ciencias sociales enriquece a la economía en lugar de
empobrecerla.
Esta reflexión me
ha hecho pensar a su vez en España ¿cuál es aquí la situación? Si leemos los
libros que en general analizan el estado de la cultura durante el franquismo,
en los primeros años de la democracia, y en el exilio, como pueden ser, entre
otros, el de Santos Juliá Historia de las dos Españas, el de Jordi
Gracia La resistencia silenciosa, y los de Gregorio Morán El maestro
en el erial y el que acaba de publicarse El cura y los
mandarines, los economistas no aparecen. En algún caso, se cita a
Sampedro, pero más como escritor que como economista, aunque en esta faceta
aparece mencionado en el último libro de Morán, pero sin hacer ningún tipo de
valoración y sobre la influencia que haya podido ejercer.
Esta ausencia
llama la atención cuando algunos economistas han desempeñado una función
importante en los cambios que se han producido en la economía española desde la
Guerra Civil hasta nuestros días. La influencia además de las ideas económicas
en la toma de decisiones es importante y cuando la información económica ocupa
cada vez más espacio en los medios de comunicación. El que los historiadores y
analistas de la evolución cultural no tengan en cuenta a los economistas se
puede deber, a mi modo de ver, a tres cuestiones: a) una la ya apuntada por
Piketty, la poca consideración en el seno del mundo intelectual; b) otra que
los investigadores que se ocupan de esta cuestión no son economistas y sienten
un miedo reverencial a meterse en unos conocimientos que desconocen; y c) que
los economistas no desempeñaron ningún papel destacado ni en la resistencia
silenciosa ni en la activa de oposición al franquismo.
De modo que las
ideas de los economistas no traspasaron las paredes universitarias para ejercer
una influencia y servir de referente intelectual a las diferentes generaciones
de estudiantes. Esto último puede resultar válido parcialmente, pues no se
puede olvidar, independientemente del juicio que nos merezca su obra, la
aportación de Tamames sobre la economía española. Sus escritos se difundieron,
no solamente entre estudiantes y economistas, sino entre muchas personas
interesadas, alcanzando sus libros importantes tiradas, lo que ayudó a conocer
mejor la realidad.
También en este
sentido hay que destacar la contribución de la historia económica, no solamente
porque es un instrumento necesario para conocer el pasado y saber por qué se ha
llegado a una situación concreta, sino porque sirvió para superar un enfoque
basado en la historia tradicional sustentado en sucesiones de reyes, guerras y
hechos concretos. Las aportaciones de Carande, Vicens Vives, Nadal, Fontana y
Anes, entre otros fueron decisivas.
Así que si es
cierto que la mayor parte de los libros de economía son leídos por economistas
o estudiantes de economía, otros se dirigen a un público más amplio. Esto es
manifiesto en Sampedro, que combina publicaciones más especializadas con otras
asimilables por un número mayor de gente no necesariamente familiarizada con la
economía. Desde finales de los años cincuenta publica libros y artículos sobre
las ventajas de la integración europea. En un momento en que la economía
española estaba bastante cerrada al exterior y permanecía ajena al orden
económico de posguerra, estas contribuciones abrían los ojos hacia el exterior
y enseñaban la existencia de un mundo muy diferente al que aquí se padecía. Lo
que tuvo una gran influencia entre los universitarios de entonces. Una obra que
pertenece al mundo de la economía pero también al de la cultura es Las
fuerzas económicas de nuestro tiempo de 1967.
Estos libros
precisamente se encuentran apoyados en un enfoque en el que el diálogo con
otras ciencias sociales es importante. Pero las cosas han cambiado, si
contemplamos cómo han evolucionado las enseñanzas en nuestro país. Se observa
que si bien en un principio se consideró que no bastaba enseñar solo economía e
instrumental cuantitativo, sino otras ciencias sociales como derecho, teoría
del Estado, sociología, y filosofía, luego se han ido eliminando
progresivamente estas disciplinas. Se ha disminuido la importancia de la
historia y de la estructura económica. Lo más grave es que la historia del
pensamiento económico ha desaparecido en alguno de los planes de estudio de
determinadas facultades. Se ha ido derivando más hacia la enseñanza
norteamericana y menos a la de otros países europeos.
En definitiva, la
economía dominante hoy se ha convertido en un conocimiento sofisticado que se
pretende autónomo de otras ramas del saber y ha perdido su componente social.
En general aborda temas escasamente relevantes y ha abandonado cuestiones tan
fundamentales como la acumulación y la distribución. Resulta, por tanto, muy
interesante leer esta parte de Piketty y sus consideraciones sobre la ciencia
económica. Otro hecho muy significativo es que en el último libro de Morán
prácticamente el único intelectual que se salva es Manuel Sacristán, del que
hace elogios más que merecidos. Una obra suya Escritos sobre El capital (
y textos afines) tiene un prólogo y epílogo de dos buenos economistas, Alfons
Barceló y Óscar Carpintero. Lo recomiendo, ayuda al conocimiento y a
lo que es importante, y de lo que estamos muy necesitados, a pensar.
16 Enero 2015 -
12:29 h.
La economía
dominante hoy se ha convertido en un conocimiento sofisticado que se pretende
autónomo de otras ramas del saber y ha perdido su componente social
Una de las
constataciones que hace Piketty en su obra El capital en el siglo
XXI y que me ha llamado bastante la atención es cuando en la introducción
dice: " Ser economista universitario en Francia tiene una gran ventaja:
los economistas son poco considerados en el seno del mundo intelectual y
universitario, al igual que entre las élites políticas y financieras. Eso
obliga a descartar su desprecio hacia las otras disciplinas, y su absurda
pretensión de poseer una cientificidad superior, cuando en realidad no saben
casi nada sobre ningún tema".
Lo hace después
de realizar una crítica a la disciplina económica tal como se enseña en Estados
Unidos, pues: "aún no ha abandonado su pasión infantil por las matemáticas
y las especulaciones puramente teóricas, y a menudo muy ideológicas, en
detrimento de la investigación histórica y de la reconciliación con las demás
ciencias sociales". Así, lo que en principio parece ser una desventaja
como es el poco aprecio dentro del mundo cultural se convierte en una ventaja
al evitar la prepotencia y el imperialismo hacia otras ciencias sociales. Esta
interrelación con otras ciencias sociales enriquece a la economía en lugar de
empobrecerla.
Esta reflexión me
ha hecho pensar a su vez en España ¿cuál es aquí la situación? Si leemos los libros
que en general analizan el estado de la cultura durante el franquismo, en los
primeros años de la democracia, y en el exilio, como pueden ser, entre otros,
el de Santos Juliá Historia de las dos Españas, el de Jordi Gracia La
resistencia silenciosa, y los de Gregorio Morán El maestro en el
erial y el que acaba de publicarse El cura y los mandarines, los
economistas no aparecen. En algún caso, se cita a Sampedro, pero más como
escritor que como economista, aunque en esta faceta aparece mencionado en el
último libro de Morán, pero sin hacer ningún tipo de valoración y sobre la
influencia que haya podido ejercer.
Esta ausencia
llama la atención cuando algunos economistas han desempeñado una función
importante en los cambios que se han producido en la economía española desde la
Guerra Civil hasta nuestros días. La influencia además de las ideas económicas
en la toma de decisiones es importante y cuando la información económica ocupa
cada vez más espacio en los medios de comunicación. El que los historiadores y
analistas de la evolución cultural no tengan en cuenta a los economistas se
puede deber, a mi modo de ver, a tres cuestiones: a) una la ya apuntada por
Piketty, la poca consideración en el seno del mundo intelectual; b) otra que
los investigadores que se ocupan de esta cuestión no son economistas y sienten
un miedo reverencial a meterse en unos conocimientos que desconocen; y c) que
los economistas no desempeñaron ningún papel destacado ni en la resistencia
silenciosa ni en la activa de oposición al franquismo.
De modo que las
ideas de los economistas no traspasaron las paredes universitarias para ejercer
una influencia y servir de referente intelectual a las diferentes generaciones
de estudiantes. Esto último puede resultar válido parcialmente, pues no se
puede olvidar, independientemente del juicio que nos merezca su obra, la
aportación de Tamames sobre la economía española. Sus escritos se difundieron,
no solamente entre estudiantes y economistas, sino entre muchas personas
interesadas, alcanzando sus libros importantes tiradas, lo que ayudó a conocer
mejor la realidad.
También en este
sentido hay que destacar la contribución de la historia económica, no solamente
porque es un instrumento necesario para conocer el pasado y saber por qué se ha
llegado a una situación concreta, sino porque sirvió para superar un enfoque
basado en la historia tradicional sustentado en sucesiones de reyes, guerras y
hechos concretos. Las aportaciones de Carande, Vicens Vives, Nadal, Fontana y
Anes, entre otros fueron decisivas.
Así que si es
cierto que la mayor parte de los libros de economía son leídos por economistas
o estudiantes de economía, otros se dirigen a un público más amplio. Esto es
manifiesto en Sampedro, que combina publicaciones más especializadas con otras
asimilables por un número mayor de gente no necesariamente familiarizada con la
economía. Desde finales de los años cincuenta publica libros y artículos sobre
las ventajas de la integración europea. En un momento en que la economía
española estaba bastante cerrada al exterior y permanecía ajena al orden
económico de posguerra, estas contribuciones abrían los ojos hacia el exterior
y enseñaban la existencia de un mundo muy diferente al que aquí se padecía. Lo
que tuvo una gran influencia entre los universitarios de entonces. Una obra que
pertenece al mundo de la economía pero también al de la cultura es Las
fuerzas económicas de nuestro tiempo de 1967.
Estos libros
precisamente se encuentran apoyados en un enfoque en el que el diálogo con
otras ciencias sociales es importante. Pero las cosas han cambiado, si
contemplamos cómo han evolucionado las enseñanzas en nuestro país. Se observa
que si bien en un principio se consideró que no bastaba enseñar solo economía e
instrumental cuantitativo, sino otras ciencias sociales como derecho, teoría
del Estado, sociología, y filosofía, luego se han ido eliminando
progresivamente estas disciplinas. Se ha disminuido la importancia de la
historia y de la estructura económica. Lo más grave es que la historia del
pensamiento económico ha desaparecido en alguno de los planes de estudio de
determinadas facultades. Se ha ido derivando más hacia la enseñanza
norteamericana y menos a la de otros países europeos.
En definitiva, la
economía dominante hoy se ha convertido en un conocimiento sofisticado que se
pretende autónomo de otras ramas del saber y ha perdido su componente social.
En general aborda temas escasamente relevantes y ha abandonado cuestiones tan
fundamentales como la acumulación y la distribución. Resulta, por tanto, muy interesante
leer esta parte de Piketty y sus consideraciones sobre la ciencia económica.
Otro hecho muy significativo es que en el último libro de Morán prácticamente
el único intelectual que se salva es Manuel Sacristán, del que hace elogios más
que merecidos. Una obra suya Escritos sobre El capital ( y textos
afines) tiene un prólogo y epílogo de dos buenos economistas, Alfons
Barceló y Óscar Carpintero. Lo recomiendo, ayuda al conocimiento y a
lo que es importante, y de lo que estamos muy necesitados, a pensar.
Fuente: www.nuevatribuna.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario