Exiliados, explotados e invisibles
El llamar la atención sobre la
cuestión migratoria desde la perspectiva laboral se hace necesario hoy con
especial interés dadas las circunstancias de la crisis.
Carlos
Aparicio de Santiago 15/01/2015
Foto: mareagranate.org
Enero de 2011, Angela Merkel, canciller alemana, visita
Madrid. Ella sabe que en España en aquel momento la cifra del paro ronda el 27%
y la del paro juvenil casi un 60%. No me aventuro a decir si no le importa, es
irrelevante. Lo que ella también sabe, es que su país es un país grande con una
necesidad imperiosa de mano de obra cualificada en numerosos sectores. Sobre
todo en el sector sanitario y en la docencia, así como en la ingeniería. Lo que
también conoce es el argumentario político de aquellos a quienes representa: la
patronal alemana. Lo que todavía no sabía -hoy ya sí-, es que Alemania y el
centro (en el sentido de centro-periferia) europeo estaba acercándose a la
recesión. Pero en el argumentario citado previamente ya había un plan B: Pase
lo que pase, Alemania tiene que exportar, para ello tiene que ser competitiva,
y para ello necesita bajar las expectativas laborales de los trabajadores
alemanes y tiene que mantener su hegemonía en Europa. Así de simple.
A partir de aquel enero, aunque la tendencia ya venía de antes, comienza a haber un éxodo de gente con cualificación media o alta que empieza a irse al país centroeuropeo para poder encontrar mejores o -mejor expresado - alguna oportunidad laboral. Este fenómeno generó un binomio interesante: Mano de obra cualificada con expectativas laborales menores que la media alemana. Mismo trabajo, menor gasto de personal, con un pequeño matiz, tienen que aprender alemán.
A raíz de este binomio se genera un doble movimiento, el de la situación de explotación de ciudadanas y ciudadanos del sur de Europa y la presión que genera la contrata de éstos hacia las condiciones laborales de los trabajadores nativos. La lectura entonces de este fenómeno migratorio nuevo para la generación de mi país, de sobra conocido para otras generaciones y para otros países, tiene un carácter político clásico: es un conflicto marcado por lo laboral donde la relación centro-periferia o país colonizado-país colonizador juega un papel fundamental.
Entendiendo que es fundamental que la ola actual de exilio laboral se entienda en términos políticos. Y esto se está haciendo.
A raíz de las movilizaciones del 15M en todo el Estado Español en 2011, hubieron réplicas del mismo movimiento en numerosas ciudades en todo el mundo donde había una comunidad más o menos grande de españoles. En Berlín, una de las ciudades que más ciudadanos españoles acoge para trabajar, el nodo del 15M que se formó fue especialmente grande. Este nodo traía consigo algo que no se había empezado a fraguar desde hacía décadas y que recogía el testigo de los exiliados de los 70, aunque ellos no lo supieran. Y es que se estaba forjando de nuevo una organización de base política que es el espacio donde los españoles y españolas políticamente activos trabajan.
Teniendo en cuenta que la actividad política cuando se está en el extranjero tiene una relación con la política de migración y social, surgió del 15M un grupo de trabajo, Berlin, Wie Bitte -significa ¿Berlin, cómo dice?-. Este grupo funcionaba como una oficina precaria donde se atendían cuestiones que tuvieran que ver con extranjería, con preguntas administrativas, disponían de 2 abogados y de un grupo nutrido de gente.
Pero la cuestión laboral, sabiendo que estaba allí y que marcaba, como hemos comentado antes, un punto importante, no estaba cubierta.
A raíz de que a esta oficina precaria se acercaba más y más gente con problemas de carácter laboral, y que estos problemas no les afectaban a ellos solos, sino que más compañeros españoles y sureuropeos sufrían las mismas condiciones, entendimos que la manera de intervenir políticamente tenía que ser otra, y empezar a hacer política sindical de base. De aquí surge el GAS, el Grupo de Acción Sindical.
Los objetivos de grupo son simples, y cubren tres necesidades que estaban por cubrir.
Una primera, servir de correa de transmisión entre los conflictos laborales que afectan a migrantes, principalmente del Estado español -no por una cuestión nacional, sino por redes-, y los sindicatos alemanes. Éstos carecían de métodos para acercarse a organizar en los centros de trabajo al colectivo migrante, y esto tenía la problemática de que los migrantes en conflicto quedaban invisibilizados ante los sindicatos alemanes y españoles.
Un segundo objetivo es el de barajar la hipótesis de que se puede hacer un sindicalismo de base y combativo, liderado por movimientos sociales, que a un careciendo de una estructura sólida, son capaces de impulsar luchas y de ser actores de suma.
Un tercer objetivo es tratar de organizar o facilitar la organización a nodos que quieran hacer acción sindical dentro de sus empresas desde una perspectiva combativa, de base y de clase.
Y por último, un cuarto objetivo, que sería de carácter más interno para el medio para el que estoy escribiendo estas líneas, sería el de buscar líneas de confluencia con distintos grupos, asociaciones o partidos políticos, así como con migrantes a título individual en torno a propuestas concretas, basadas en un interés colectivo, que es la protección y defensa de los derechos laborales, también para los recién migrados.
El llamar la atención sobre la cuestión migratoria desde la perspectiva laboral se hace necesario hoy con especial interés dadas las circunstancias de la crisis y el exilio que ha resultado de ella, pero también pone de manifiesto la necesidad de acción sindical organizada que supere los marcos nacionales, ya que la flexibilidad y la movilidad es internacional, la problemática deviene global. Por ello, la respuesta, y aquí los sindicatos no pueden mirar hacia otro lado, debe ser internacional a su vez, porque estamos allí también.
Fuente: www.mundoobrero.es
A partir de aquel enero, aunque la tendencia ya venía de antes, comienza a haber un éxodo de gente con cualificación media o alta que empieza a irse al país centroeuropeo para poder encontrar mejores o -mejor expresado - alguna oportunidad laboral. Este fenómeno generó un binomio interesante: Mano de obra cualificada con expectativas laborales menores que la media alemana. Mismo trabajo, menor gasto de personal, con un pequeño matiz, tienen que aprender alemán.
A raíz de este binomio se genera un doble movimiento, el de la situación de explotación de ciudadanas y ciudadanos del sur de Europa y la presión que genera la contrata de éstos hacia las condiciones laborales de los trabajadores nativos. La lectura entonces de este fenómeno migratorio nuevo para la generación de mi país, de sobra conocido para otras generaciones y para otros países, tiene un carácter político clásico: es un conflicto marcado por lo laboral donde la relación centro-periferia o país colonizado-país colonizador juega un papel fundamental.
Entendiendo que es fundamental que la ola actual de exilio laboral se entienda en términos políticos. Y esto se está haciendo.
A raíz de las movilizaciones del 15M en todo el Estado Español en 2011, hubieron réplicas del mismo movimiento en numerosas ciudades en todo el mundo donde había una comunidad más o menos grande de españoles. En Berlín, una de las ciudades que más ciudadanos españoles acoge para trabajar, el nodo del 15M que se formó fue especialmente grande. Este nodo traía consigo algo que no se había empezado a fraguar desde hacía décadas y que recogía el testigo de los exiliados de los 70, aunque ellos no lo supieran. Y es que se estaba forjando de nuevo una organización de base política que es el espacio donde los españoles y españolas políticamente activos trabajan.
Teniendo en cuenta que la actividad política cuando se está en el extranjero tiene una relación con la política de migración y social, surgió del 15M un grupo de trabajo, Berlin, Wie Bitte -significa ¿Berlin, cómo dice?-. Este grupo funcionaba como una oficina precaria donde se atendían cuestiones que tuvieran que ver con extranjería, con preguntas administrativas, disponían de 2 abogados y de un grupo nutrido de gente.
Pero la cuestión laboral, sabiendo que estaba allí y que marcaba, como hemos comentado antes, un punto importante, no estaba cubierta.
A raíz de que a esta oficina precaria se acercaba más y más gente con problemas de carácter laboral, y que estos problemas no les afectaban a ellos solos, sino que más compañeros españoles y sureuropeos sufrían las mismas condiciones, entendimos que la manera de intervenir políticamente tenía que ser otra, y empezar a hacer política sindical de base. De aquí surge el GAS, el Grupo de Acción Sindical.
Los objetivos de grupo son simples, y cubren tres necesidades que estaban por cubrir.
Una primera, servir de correa de transmisión entre los conflictos laborales que afectan a migrantes, principalmente del Estado español -no por una cuestión nacional, sino por redes-, y los sindicatos alemanes. Éstos carecían de métodos para acercarse a organizar en los centros de trabajo al colectivo migrante, y esto tenía la problemática de que los migrantes en conflicto quedaban invisibilizados ante los sindicatos alemanes y españoles.
Un segundo objetivo es el de barajar la hipótesis de que se puede hacer un sindicalismo de base y combativo, liderado por movimientos sociales, que a un careciendo de una estructura sólida, son capaces de impulsar luchas y de ser actores de suma.
Un tercer objetivo es tratar de organizar o facilitar la organización a nodos que quieran hacer acción sindical dentro de sus empresas desde una perspectiva combativa, de base y de clase.
Y por último, un cuarto objetivo, que sería de carácter más interno para el medio para el que estoy escribiendo estas líneas, sería el de buscar líneas de confluencia con distintos grupos, asociaciones o partidos políticos, así como con migrantes a título individual en torno a propuestas concretas, basadas en un interés colectivo, que es la protección y defensa de los derechos laborales, también para los recién migrados.
El llamar la atención sobre la cuestión migratoria desde la perspectiva laboral se hace necesario hoy con especial interés dadas las circunstancias de la crisis y el exilio que ha resultado de ella, pero también pone de manifiesto la necesidad de acción sindical organizada que supere los marcos nacionales, ya que la flexibilidad y la movilidad es internacional, la problemática deviene global. Por ello, la respuesta, y aquí los sindicatos no pueden mirar hacia otro lado, debe ser internacional a su vez, porque estamos allí también.
Fuente: www.mundoobrero.es
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