POR RAFAEL CALERO PALMA /
EL 09/12/2013 A LAS 15:11 HORAS /
El sábado, siete de diciembre de este 2013 que ya empieza a
agonizar, mi amiga María Merino Barragán estuvo en Colliure, la población
francesa en la que está enterrado el poeta sevillano Antonio Machado. María es
republicana, de familia ácrata, y aunque ella nació, se crió, ha vivido y aún
vive en la Ciudad Condal, su abuelo Pepe, junto con sus demás hermanos,
nacieron, como yo, en Aguilar de la Frontera, un pueblo blanco y hermoso de
Córdoba. Ellos abandonaron el pueblo a comienzos del siglo XX, pues vivir y
trabajar en aquel tiempo en la Campiña cordobesa, en manos de los grandes
latifundistas, señoritos y fascistas para más señas, era francamente
complicado, sobre todo para hombres y mujeres como los que componían la familia
Barragán Criado, con un anhelo extraordinario de emancipación, de justicia y de
libertad. Así me lo contaba María en un correo electrónico:
La familia Barragan Criado, viajó a Barcelona en pleno y
a principios del siglo XX. José era el hijo mayor y un activista de la CNT,
siempre comento que a mí me enseño a querer Cataluña un cordobés (y no ha sido
Montilla…) Mi abuelo, como todos los que emigraban en esa época, se asimilaban
sin complicaciones a Cataluña y al catalán, con clara conciencia de clase y con
mucha inquietud de aprendizaje y mejora. Era promotor de los ateneos obreros y
amaba la cultura… Es una anécdota pero cuando nos independizábamos de casa, nos
regalaba una enciclopedia… En fin, José era el mayor, después y no recuerdo el
orden: las hermanas Natividad, Paz, Miguel, Manuel, Antonio, Rafael y Pablo.
José y Miguel (no sé si los demás hermanos también) fueron
militantes anarcosindicalistas de CNT durante los años del plomo, milicianos
ambos durante la Guerra Civil y exiliados durante la posguerra. Además Miguel
tuvo la tremenda mala suerte de caer prisionero del ejército nazi. Fue
trasladado a Mauthausen, donde ingresó el día 3 de noviembre del año 1941. En
el libro Andaluces en los campos de Mauthausen, de Sandra Checa, Ángel del Río
y Ricardo Martín, se dice que fue trasladado a Dachau el día 8 de noviembre de
1942. Ese cambio era muy poco común, pero se dieron algunos casos. Miguel
permaneció en Dachau hasta el mismo día de la liberación del campo, el 29 de
abril de 1945, por el ejército estadounidense. Después de su paso por el
infierno, Miguel siguió viviendo en el exilio, concretamente en la población
francesa de Cervere, muy cerca de la frontera española, hasta que murió el
dictador y volvió a instalarse en Barcelona, donde murió el día doce de febrero
del 1992, a los ochenta y siete años de edad.
Como decía más arriba, el sábado María visitó la tumba donde
yacen los restos de Don Antonio Machado y los de su madre, la señora Ana. Según
me contaba mi amiga, no es esta la primera vez que lo hace. La novedad este año
es que María había imprimido en un folio un poema que yo escribí hace unos
años, titulado “Poetas” y que está incluido en mi libro Versos de alambre de
espino. En ese poema, yo citaba a cinco poetas españoles comprometidos con la
República y con el pueblo en armas contra el fascismo: Federico García Lorca,
Antonio Machado, Miguel Hernández, Rafael Alberti y León Felipe.
El sábado en el cementerio de Colliure, ella leyó en voz
alta mis versos, que en el poema se mezclan con los versos universales de estos
cinco poetas, frente a la tumba del genial poeta sevillano, y luego dejó el
folio blanco sobre el frío mármol, para que en los próximos días lo pueda leer
toda aquella persona que así lo desee. Ese humilde gesto era nuestra manera, la
de María y la mía, en la distancia, de honrar la memoria del poeta más honesto,
coherente y valiente de cuantos ha dado la poesía española. El poeta que
prefirió el exilio y la muerte antes que dejarse pisotear por el fascismo. Don
Antonio Machado. Pero también era nuestra manera de honrar a las mujeres y
hombres que como su abuelo Pepe y su tío Miguel, mis paisanos libertarios,
dieron los mejores años de su vida para combatir al fascismo.
Fuente: http://www.diario-octubre.com/
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