Keila Fernández Martínez
Licenciada en Filosofía
Miembro del Comité Provincial del PCE de Granada
Licenciada en Filosofía
Miembro del Comité Provincial del PCE de Granada
“Todos los hombres nacen libres e iguales” es el principio
básico por naturaleza. Libertad e igualdad son las dos reivindicaciones que dan
contenido a la justicia. La libertad es un derecho prepolítico que debe ser
garantizado por el Estado.
El concepto de libertad en su esencia como “libertad
positiva” y originaria se centra en la posibilidad de la auto-realización por
parte del individuo, el poder del individuo de ser amo de sí mismo, es una
relación entre el sujeto y su voluntad. Pero en la modernidad, el concepto de
libertad sufre una reconversión, y se comienza a expandir cada vez más esa
noción de “libertad negativa”, la cual ya no está en relación con un modo de
ser, si no que consiste en el derecho de todo súbdito a defender aquello que
amenace su autonomía individual, como una apropiación de lo propio. Es cierto
que esta tipificación conduce, a caracterizar dos caras de una misma moneda,
pero en el fondo se produce una disección de la libertad.
Podemos decir que un individuo actúa de manera realmente
libre en el momento en el que no existen obstáculos para impedirle que haga lo
que desee, pero también hay que atender a que no se den otros impedimentos que
puedan coaccionar su posibilidad, es decir, que no sea dependiente de la
voluntad del otro.
La libertad entendida así, como no dominación, es una
característica propia de la libertad republicana. Maquiavelo afirmaba que sólo
existe la posibilidad de que se produzca esta libertad en formas políticas
republicanas, no donde exista un monarca sin limitaciones y la mayoría sub
potestate. Aunque está claro que Maquiavelo no se refiere a la República tal
como la entendemos hoy día, sino la república romana: “hicieron una república
perfecta, perfección a la que se llegó por la desunión entre la Plebe y el
Senado”.
Llegados a este punto, hay que considerar otro aspecto
esencial, y es que para evitar esa situación de dominación de unos sobre otros,
es imprescindible que todos se encuentren sometidos a unas mismas reglas del
juego. Y aquí entra en juego un concepto que está íntimamente ligado al
concepto de libertad, como es la idea de igualdad.
Tal y como se viene defendiendo, solo podemos hablar de
existencia de la libertad en una república libre, pero a su vez la esencia de
ésta se halla precisamente en la libre intervención ciudadana en su gobierno.
Con respecto a la igualdad en la libertad, Marx decía que es una “libertad
formal pero no real”, porque mientras las condiciones materiales de unos y
otros sigan siendo desiguales y se produzca la división de dominadores y
dominados, explotadores y explotados, la libertad para capitalistas y
proletarios no será la misma. En un sistema económico capitalista, el pobre y
el rico no son libres de igual modo, porque mientras unos pueden vivir
acumulando riquezas, otros aún vendiendo la fuerza de su trabajo apenas pueden
sobrevivir. Como decía George Orwell en su famosa novela satírica: “Todos los
animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros”.
El Liberalismo vigente hoy día nos vende un concepto de
libertad que solo es válido a quienes poseen el poder económico, sí es cierto
que hay libertad política (o, en general, democracia liberal) pero no hay libertad
económica (de libre mercado o capitalismo competitivo).
El concepto de la libertad política ha de ser mucho más
amplio, y estar vinculado a otros conceptos de libertades civiles y los
derechos individuales, incluidos en la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, (que aún no han llegado a ser fácticos universalmente). Y si no se
goza de iguales derechos económicos y sociales para todos, los civiles y
políticos no serán más que un instrumento de dominación de los que controlan el
poder económico.
La libertad política significa la ausencia de coerción por
parte de otros hombres. En palabras de Kant: “El hombre sólo es libre si tiene
que obedecer a las leyes y no a las personas”. Por eso la mayor amenaza a la
libertad es el poder coercitivo, ya sea del monarca o de otro individuo
cualquiera. Por tanta para garantizar la libertad resulta condición necesaria
una descentralización del poder.
Pero además hay que tener en cuenta que esa libertad
política no se puede materializar sin igualdad económica, y viceversa. Quiero
señalar la incompatibilidad de la democracia con el capitalismo, es un modelo
económico creado por la clase dominante para obtener beneficio a partir de la
clase trabajadora y su necesidad de producir bienes para vivir. Es un negocio
con el que unos pocos podrán lucrarse, y el hombre pasa a ser poco más que
materia a explotar por la clase dominante. De poco nos sirve tener libertad a
la hora de elegir nuestros medios para conseguir nuestros objetivos cuando
realmente no vamos a poder disponer de ellos. Hoy día nos encontramos ante esta
situación, hay libertad de palabra pero no de obra. Los ciudadanos vivimos para
servir a los intereses de unos pocos, asistimos a una dictadura mucho más
eficaz que cualquier régimen militar. Vivimos en la dictadura del capitalismo.
Además, para que un sistema sea democrático y libre es
imprescindible que sus ciudadanos tengan acceso a la información. Es a través
de la prensa y de los medios de comunicación como se lleva a cabo
principalmente la discusión cultural y política, pero ocurre que estos medios
necesitan y dependen para funcionar de las autoridades políticas y burocracias,
que determinan quiénes tendrán acceso a los medios y quiénes no. Pero en ese
caso, la oportunidad que tenga el pueblo de hacer oír su voz dependerá del
autocontrol de los gobernantes. En una economía centralizada no se respeta la
libertad ni la pluralidad de oferentes, la libre expresión se nutre del sistema
político democrático y del económico de libre mercado.
Y quizás aún, haya quienes quieran presumir de vivir en un
estado democrático y de derechos, pero habría que responderles con la
pregunta-contestación que Lenin uso en su conversación con Fernando de los
Ríos, cuando preguntado por el socialista español sobre cuándo traería el régimen
bolchevique la libertad para los ciudadanos, a lo que el revolucionario
soviético le contestó: “¿Libertad para qué?”
En la actualidad asistimos a continuas reivindicaciones cada
vez más repetidas que tienen como centro y objetivo primordial de atención la
república. Hoy el pueblo español, tiene más motivos que nunca para denunciar
este sistema en que vivimos, manchado de corrupción y abusos, que además es
antidemocrático e ilegal. Es imprescindible la alternativa republicana, esa
apuesta por un proceso constituyente que nos permita recuperar la soberanía
popular y a dar poder a la mayoría social trabajadora como realización de la
democracia. Un país con más derechos y más democracia, que hoy sólo puede
significar una cosa: la República.
Y solo en una comunidad política de ciertas características,
en la que los individuos participen activamente en la gestión de los asuntos
comunales y se deban al bien público, será posible una verdadera libertad.
Para concluir quiero citar uno de mis pasajes favoritos de
El Quijote, en el cual decía Sancho : “la libertad es uno de los más preciosos
dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los
tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por
la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio
es el mayor mal que puede venir a los hombres ¡Venturoso aquel a quien el cielo
dio un pedazo de pan sin que le quede obligación de agradecerlo a otro que al
mismo cielo!”
Fuente: http://www.diario-octubre.com/
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