Por los campos de concentración de
Karaganda pasaron, al menos, 204 españoles: 129 miembros de la División Azul y
combatientes, 71 republicanos y dos personas sin determinar. El monumento no
hará distinción entre republicanos y divisionarios azules sino que
"tratará a todos de españoles"
ALEJANDRO TORRÚS Madrid 22/12/2013
08:00
Presos en el campo de concentración de Karaganda
(Kazajistán). Imagen de la
obra 'Baltic Prisoners of the Gulag Revolts of 1953'
El Gobierno español construirá un monolito en
Karaganda (Kazajistán) para honrar la memoria de los, al menos, 204
españoles que entre los años 1941 y 1954 estuvieron internados en los
once campos de concentración de esta localidad. El anuncio fue realizado el
pasado mes de noviembre por Fernando de la Serna, embajador en misión especial
para Asia Central, en un acto celebrado en la embajada de Kazajistán, y
ratificado hace apenas una semana en un acto que conmemoraba el día nacional de
la ex república soviética.
El monumento, que comenzará a levantarse el próximo
mes de abril, puede ser inaugurado en julio por el ministro de Exteriores, José
Manuel García-Margallo, que aún tiene un viaje oficial pendiente a la ex
república soviética. Al acto también asistirían un representante republicano,
previsiblemente Dolores Cabra, de la Asociación Archivo, Guerra y
Exilio, otro en representación de la División Azul, y el general del ejército Salvador
Fontenla.
"El monumento no hará distinciones entre
republicanos y divisionarios azules. Es algo que está negociado con las dos
partes. Sólo se hablará de españoles y, seguramente, se
recogerá el nombre de los fallecidos y una mención especial al resto que
pasaron aquí", señala a este medio Enrique Gaspar, presidente de la
Asociación Nexos-Alianza, implicado en la búsqueda de españoles en los
campos de Kazajistán, que asegura que en el caso de que los cuerpos de los
caídos sigan en el país exsoviético, los familiares pueden pedir su
repatriación a través de la Dirección de Apoyo al Personal (Diaper) del
Ejército.
De
los, al menos, 204 españoles que pasaron por los once campos de concentración
de Karaganda, 129 lo hicieron como miembros de la División Azul o como
voluntarios que habían acudido a Alemania para alistarse en el ejército de
Adolf Hitler. De hecho, el presidente de Kazajistán, Nursultán Nazarbayev,
entregó a Mariano Rajoy, durante la visita oficial, una lista con 154 españoles
que habían estado en el campo número 99 en Spassk que permite comprobar cómo la
inmensa mayoría de los divisionarios fueron capturados por las autoridades
soviéticas en las batallas de la II Guerra Mundial de Krasny Bor, Nóvgorod,
Kolpino y Leningrado. [En la imagen, publicada en la obra de Secundino
Serrano Españoles en el Gulag, internados en Karaganda y
algunas cartas de españoles sacadas por repatriados europeos (CDMH-FEDIP)].
"Los miembros de la División Azul llegaron al
campo como prisioneros de guerra. Habían sido capturados en las sucesivas
derrotas del ejército nazi", señala Enrique Gaspar, que explica que, en
los campos de concentración de Karaganda, fallecieron, al menos, 14
divisionarios azules. En total, según calculan los expertos, se cree
que 450 divisionarios pisaron los campos de concentración de toda la Unión
Soviética. Uno de ellos fue el capitán Palacios, cuyo encuentro con
republicanos en un campo de concentración, es narrado por Torcuato Luca de Tena
en la obra Embajador en el infierno: "Vimos entrar en el
campo, extenuados y con síntomas de haber sufrido mucho, a un grupo de presos,
con la novedad de que entre ellos venían muchas mujeres, con niños pequeños
[...] ¡Cuál no sería nuestra emoción al oírles hablar en español! Castillo,
abriendo los brazos, dio un tremendo ¡Viva España!, saludándoles, y el silencio
fue su respuesta. Nos miraron con curiosidad, bajaron los ojos y siguieron su
camino", declaró Palacios a Luca de Tena.
De todos los campos de concentración ubicados en la
ciudad de Karaganda, el más grande fue elcampo número 99 en Spassk, a 45
km de la ciudad de Karaganda, el mayor campo de prisioneros de guerra e
internados de Kazajistán. Pasaron por allí en sus años de existencia entre
66.160 y 66.746 prisioneros de guerra e internados: 29.777 alemanes, 22.225
japoneses, 6.740 rumanos, 1.633 austriacos, 1.208 polacos, 1.139 húngaros,
1.088 italianos, 202 fineses y 152 españoles.
Republicanos en el gulag
Si bien la llegada de divisionarios azules a los
campos de concentración kazajos responde siempre al mismo motivo, no es así en
el caso de los republicanos presos. Enrique Gaspar señala, al menos, tres tipos
de republicanos presos en Karaganda. Por un parte, los miembros de la cuarta
promoción de pilotos del ejército republicano que fueron sorprendidos en la
Unión Soviética cuando finalizó la Guerra Civil española; los marineros de los
ocho barcos de la República que había en Odesa en abril de 1939; y, al menos,
"ocho niños de la guerra", que habrían estado en el campo por delitos
comunes.
Comenzada la guerra, los republicanos
tuvieron tres opciones: volver a España y morir fusilados, ir a la guerra como
soviético o ir a un campo de concentración"Cuando finaliza
la guerra los españoles que están en la URSS se quedan en tierra de nadie. Por
un lado, si vuelven a España pueden ser fusilados o encarcelados por
Franco y, por otro, Stalin no les deja salir del país porque considera una
traición que volvieran a un país fascista", explica Gaspar, que
asegura que la situación de los republicanos empeoró considerablemente cuando
Hitler invadió la URSS.
Con la Unión Soviética necesitada de tropas expertas,
el Kremli presionó a los 180 aviadores españoles que seguían en el país al
final de la Guerra Civil para que se nacionalizasen y acudieran al frente de
batalla. La otra opción era mantener la nacionalidad española e ir a un
campo de concentración. "Comenzada la guerra, los republicanos tuvieron
tres opciones: volver a España y morir fusilados, ir a la guerra como
soviético o ir a un campo de concentración", señala Enrique Gaspar. En
junio de 1941, tras varias deportaciones a diferentes gulag, sólo 25 pilotos
seguían reclamando su salida de la URSS. Alrededor de cincuenta de ellos
aceptarían pilotar para el Ejército Rojo.
Prueba de la difícil situación de los republicanos es
el testimonio del aviador republicano Hermógenes Rodríguez, que recoge Carmen
Calvo en la obra Los últimos aviadores de la República. "Yo,
Hermógenes Rodríguez, me dirijo a usted respecto al siguiente asunto: fui
enviado por el Gobierno de la República Española a la Unión Soviética para
participar en 1938 en un curso de pilotaje, que no pude terminar. Pedí
inmediatamente mi repatriación, que hasta hoy me han negado. Desde 1941
me encuentro en un campo de concentración sólo por ser español",
escribe el piloto a G.M. Malenkov, sucesor de Stalin en la presidencia del
Gobierno de la URSS.
También recoge la obra de Calvo el caso del aviador José
Romero Carreira, uno de los pocos pilotos republicanos, de los 25 que
ingresaron en los campos, que fue juzgado y condenado por dos motivos:
acompañar a los presos de la División Azul para exigir una mejora en las
condiciones del campo en 1952 y montar una escuela para enseñar a leer
a los divisionarios.
La vida en el campo de concentración soviético
El historiador Secundino Serrano recoge en la obra Españoles
en el gulag las condiciones de vida de los más de 76 complejos
concentracionarios, con decenas de campos cada uno, que había dispersos por la
URSS. "Al llegar a los campos, los prisioneros eran rapados,
afeitados y desinfectados: una medida profiláctica que entrañaba una forma
de humillación pero que se imponía y aceptaba como recurso de supervivencia.
Los responsables se preocupaban por la salud de sus internados aunque no por
razones humanitarias sino por pragmatismo: los muertos no trabajaban y por lo
tanto no se cumplía el cupo asignado", escribe Serrano.
Cuando el hambre arreciaba, los internados recurrían a
diferentes suplementos alimentarios: pájaros y sus huevos,
insectos, ranas, lagartijas, alguna ardilla, ratas de agua, culebras, todo tipo
de bayas, hierbas, raíces, según narra Serrano en su obra. Elmar Ullrich, en su
informe sobre los españoles de Karaganda, incorpora a la dieta sapos,
caracoles y gusanos. "Pero el hambre constituía un factor
imprescindible para el control de los cautivos: la necesidad apremiante de
comer obligaba a trabajar y a comportarse dócilmente", escribe.
Retorno a España
Finalmente, el 26 de marzo de 1954 comenzó la
repatriación de españoles de la URSS ante la presión internacional y con la
intermediación de la Cruz Roja francesa. "Influyó de manera decisiva las
negociaciones con Estados Unidos que se estaban manteniendo. Se quería dar una
imagen de normalidad", comenta Enrique Gaspar. Así, el Semíramis, partió
el 26 de marzo de 1954 de Odesa con destino Barcelona con 268 presos españoles
confinados, entre los que se encontraban 12 aviadores republicanos supervivientes.
La llegada a Barcelona el 2 de abril de 1954 se
convirtió en un recibimiento triunfal a la División Azul. El
dictador Franco incluso alquiló autobuses para los familiares de los
repatriados para que pudieran ir al recibimiento. En 1956 llegaron cuatro
embarcaciones más y en 1957 llegaron las últimas dos.
Fuente: www.publico.es
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