Artículos de Opinión | Germán Gorraiz López | 01-10-2013
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El fenómeno de la globalización económica ha conseguido que
todos los elementos racionales de la economía estén interrelacionados entre sí
debido a la consolidación de los oligopolios, la convergencia tecnológica y los
acuerdos tácitos corporativos, por lo que la irrupción de la crisis económica
en la aldea global ha provocado la aparición de nuevos retos para gobiernos e
instituciones sumidas en el desconcierto y en la incredulidad, retornando lenta
pero inexorablemente a escenarios económicos desconocidos desde la II Guerra
Mundial.
Ocaso de la economía global: Para llegar a dicha
crisis global y vinculante, (cuyos primeros bocetos ya están perfilados y que
terminará de dibujarse en el próximo quinquenio), han contribuido los
siguientes elementos:
La sustitución de la doctrina económica de Equilibrio
presupuestario de los Estados por la del déficit endémico, (práctica que por
mimetismo, adoptarán las economías domésticas y las empresas y organismos
públicos y privados), ha contribuido a la desaparición de la cultura del
ahorro, endeudamiento crónico y excesiva dependencia de la Financiación
Exterior. .
Asimismo, la política suicida en la concesión de créditos e
hipotecas de alto riesgo de las principales entidades bancarias mundiales que
inmersos en la vorágine expansiva de la economía mundial del último decenio y
en aras de optimizar su cuenta de resultados, habrían actuado obviando las más
elementales normas de prudencia crediticia, convirtiéndose en meros brokers
especulativos y descuidando las dotaciones a los Fondos de Provisión e
Insolvencia. Ello, unido a la falta de supervisión por parte de las autoridades
monetarias de los índices de solvencia de las entidades bancarias, originó la
crisis de las subprime de EE.UU., seguida de un goteo incesante de insolvencias
bancarias, una severa contracción de los préstamos bancarios y una alarmante
falta de liquidez monetaria y de confianza en las instituciones financieras.
A ello se sumaría la instauración del consumismo compulsivo
en los países desarrollados, favorecido por el bombardeo incesante de la
publicidad, el uso irracional de las tarjetas de plástico, la concesión de
créditos instantáneos con sangrantes intereses y la invasión de una marea de
productos manufacturados de calidad dudosa y precios sin competencia,
provenientes de los países emergentes, pues la obsesión paranoica de las
multinacionales apátridas o corporaciones transnacionales, por maximizar los
beneficios, (debido al apetito insaciable de sus accionistas, al exigir
incrementos constantes en los dividendos), les habría inducido a endeudarse
peligrosamente en aras del gigantismo, mediante OPAS hostiles e intensificando
la política de deslocalización de empresas a países emergentes, en aras de
reducir los costes de producción, (dado el enorme diferencial en salarios y la
ausencia de derechos laborales de los trabajadores).
Finalmente, el brutal incremento del consumo de materias
primas y productos elaborados por parte de los países emergentes, (debido a sus
espectaculares crecimientos de los PIB anuales en el último decenio) coadyuvado
por la intervención de los brokers especulativos, ha conllevado una espiral de
aumentos de precios imposibles de asumir por las economías del Primer Mundo,
(al no poder revertirlas en el precio final del producto dados sus altos costes
de producción) y como consecuencia, se ha producido una sensible pérdida de su
competitividad, estancamiento de sus exportaciones y aumento de los Déficits
por Cuenta Corriente y Deuda Externa, dibujándose un escenario a cinco años en
el que asistiremos a la implementación del proteccionismo económico, con la consiguiente
contracción del comercio mundial, subsiguiente finiquito a la globalización
económica y retorno a escenarios económicos de compartimentos estancos.
Cartografía de la economía mundial: En los países
desarrollados, el finiquito del consumismo compulsivo imperante en la pasada
década, provocado por las tasas de paro galopantes y la pérdida del poder
adquisitivo de los trabajadores unido al deterioro progresivo de las
condiciones laborales, provocará frecuentes estallidos de conflictividad
laboral y agudización de la fractura social de los países desarrollados,
quedando diluidos los efectos benéficos de sus anunciadas medidas sociales al
dar por finiquitado el estado asistencial, lo que obligará a amplias capas de
la población a depender de los subsidios sociales.
Además, el esperado anuncio de la Fed del final de la
implementación de medidas cuantitativas (Quantitative Easing) para incrementar
la base monetaria, podría provocar un nuevo crash bursátil mundial pues el
nivel suelo de las Bolsas mundiales, (nivel en el que confluyen beneficios y
multiplicadores mínimos), se movería en la horquilla de los 8000 y 9000 puntos
en Mercados Bursátiles como el Dow Jones, (a años luz de los estratosféricos
techos actuales, rememorando valores de octubre del 2008), estallido que
provocará la consiguiente inanición financiera de las empresas y subsiguiente
devaluación de sus monedas para incrementar sus exportaciones.
Dicho estallido bursátil tendrá como efectos benéficos el
obligar a las compañías a redefinir estrategias, ajustar estructuras, restaurar
sus finanzas y restablecer su crédito ante el mercado (como ocurrió en la
crisis bursátil del 2000-2002) y como daños colaterales la ruina de millones de
pequeños inversores todavía deslumbrados por las luces de la estratosfera, la
inanición financiera de las empresas y el consecuente efecto dominó en la
declaración de quiebras , frecuentes estallidos de conflictividad laboral e
incrementos de la tasa de paro hasta niveles desconocidos desde la época de la
II Guerra mundial aunado con incrementos espectaculares del déficit Público y
de la Deuda Externa y estancamiento de la crisis económica global.
En cuanto a los países emergenes (BRICS, México, Corea de
Sur y Tigres asiáticos), sufrirán un severo estancamiento de sus economías con
crecimientos anuales del PIB cercanos al 5% (después de un decenio espectacular
con tasas de crecimiento superiores a los dos dígitos), debido a la brutal
constricción de las exportaciones por la contracción del consumo mundial y a la
elevación de los parámetros de calidad exigidos por los países del Primer
Mundo, implantación por los países emergentes de leyes laborales y
medioambientales más estrictas , lo que conllevará una drástica reducción de
sus Superávit.
Asimismo, deberán padecer tasas de inflación desbocadas,
debido al rally alcista de los precios del crudo y a la necesidad imperiosa de
importar cantidades ingentes de alimentos para abastecer a sus habitantes ante
la alarmante carestía de productos agrícolas básicos para su alimentación, lo
que acelerará la agudización de la fractura social, el incremento de la
inestabilidad social y un severo retroceso de sus incipientes libertades
democráticas .
Respecto a los países del Tercer mundo, el estrangulamiento
de sus exportaciones y la depreciación generalizada de sus monedas a causa de
la severa crisis económica global plasmada en la contracción de la demanda
mundial de materias, obligará a una gran parte de su población a vivir por
debajo del umbral de la pobreza al sufrir tasas de inflación desbocadas
cercanas a los dos dígitos e incrementos espectaculares de la Deuda Exterior,
Así, el cambio de patrones de consumo de los países
emergentes, el rally alcista de los precios del crudo (rondando los 120 $)
aunado con inusuales sequías e inundaciones y la aplicación de restricciones a
la exportación de los principales productores mundiales para asegurar su
autoabastecimiento, conseguirá desabastecer los mercados mundiales de productos
agrícolas básicos para la alimentación (trigo, maíz, mijo, sorgo y arroz) ,
elevar sus precios hasta niveles estratosféricos y provocar una nueva crisis
alimentaria mundial.
Dicha crisis irá "in crescendo" hasta alcanzar su
cenit en el horizonte del 2.018 y afectará especialmente a las Antillas,
América Central, México, Colombia, Venezuela, Egipto, Corea de Norte, India,
China, Bangladesh y Sudeste Asiático, ensañándose con especial virulencia con
el África Subsahariana y pudiendo pasar la población atrapada en la hambruna de
los 1.000 millones actuales a los 2.000 millones estimados por los analistas.
Fuente: www.tercerainformacion.es
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