¿Qué es la
memoria histórica?
Si a lo largo
de los dos últimos siglos la izquierda española ha estado ciega ante la
intervención del imperialismo, ha habido, sin embargo, un período excepcional,
la Guerra Nacional Revolucionaria de 1936-1939, en el que la comprensión
profunda por parte del PCE de José Díaz y Pasionaria del carácter y el
contenido democrático y nacional de la revolución en España permitió, resistir
durante tres años al fascismo y además, creó las condiciones en que nuestro
pueblo más cerca ha estado nunca de derrotar a sus enemigos, tomar el poder e
iniciar un camino de transformaciones revolucionarias.
Joan Arnau
Publicado el
12-07-2013
“Ni el capitalismo inglés ni la
burguesía francesa deseaban el triunfo de la España popular por múltiples
razones, entre otras por su constante enemiga hacia España, a la que
necesitaban pobre y atrasada para imponerle tratados ominosos y pactos
leoninos”. (Pasionaria)
La
reivindicación de la “memoria histórica” se ha convertido en una bandera cada
vez más multitudinaria y reivindicativa. Tras tantos años de silencio, esta
debe ser una excelente noticia. ¿Pero qué es exactamente lo que debemos de
reivindicar? Si seguimos la historia que recuerdan muchas organizaciones de
izquierdas, quienes murieron entre 1936 y 1939 eran “luchadores por la
democracia”. ¿Acaso no lo hemos conseguido ya? Asistimos a una programada
“lobotomización” de la memoria. Para que nos olvidemos de lo más revolucionario
que nuestros mayores defendieron.
Cuando Roosevelt le dio la mano a Hitler
La inteligencia
franquista había planeado el “18 de julio” como un “pronunciamiento” que
acaparara todo el poder en unas pocas horas. La reacción popular les cambió el
libreto.
Ante el
equilibrio de fuerzas, cuando no la posición ventajosa de las fuerzas
republicanas en los primeros momentos de la guerra, será la intervención
imperialista –tanto la abierta de Berlín y Roma como la subrepticia de Londres,
París y Washington- el elemento decisivo que decantará la balanza hacia el
bando franquista.
La intervención
alemana será decisiva al propiciar el puente aéreo entre Marruecos y la
península, interrumpido por la fidelidad de la marina a la República,
trasladando a las tropas africanas, las fuerzas de choque de ejército
franquista, a la península.
Las fuerzas
germanas, especialmente la “Legión Cóndor”, aportarán la decisiva superioridad
aérea del bando fascista. Inaugurando en Gernika la época de los bombardeos a
la población civil como método de terror militar.
La ayuda
italiana –a través de créditos que los gobiernos franquistas no dejaron de
pagar hasta 1960, aviación y un contingente de 120.000 soldados- resultó
también decisiva.
"La
intervención imperialista –abierta de Berlín y Roma y encubierta de Londres,
París y Washington- decantará la balanza hacia el bando franquista"
La paralización
del golpe del 18 de julio por la movilización popular, el creciente
protagonismo de la clase obrera, y de un PCE que multiplica sus fuerzas y su influencia,
es no sólo una amenaza para la oligarquía, sino también, y sobre todo, para las
potencias imperialistas dominantes en España –Inglaterra y Francia-.
Junto al
respaldo activo de Berlín y Roma, la oligarquía española contará –antes,
durante y después del golpe- con el apoyo encubierto de Inglaterra y Francia,
con las que jamás, especialmente con la primera, dejará de mantener una
relación privilegiada.
Todavía hoy
permanece oculta la abierta intervención de las “potencias democráticas” a
favor del bando fascista.
El Comité de No
Intervención, creado en Londres en agosto de 1936 y al que se sumaron EEUU y
todas las potencias europeas, igualaba a través de la bandera de la neutralidad
un gobierno democrático y a los golpistas, y será la ficción jurídica que
encubrirá, no ya la permisividad ante la ayuda germana e italiana o la dejación
de funciones en respaldo a la República, sino la abierta intervención en apoyo
al régimen franquista.
Inglaterra, a
pesar de la aguda crisis que sacudía su imperio, era la potencia dominante en
España. Poseía el 40% de las inversiones extranjeras, controlaba importantes
sectores productivos, mantenía históricamente privilegiadas relaciones con
círculos oligárquicos –los sectores de Neguri, uno de los pilares del alzamiento
franquista- y en los principales aparatos políticos y estatales.
Desde un primer
momento, la posición de Londres y París está presidida por la frase de
Pasionaria: “Ni el capitalismo inglés ni la burguesía francesa deseaban el
triunfo de la España popular por múltiples razones, entre otras por su
constante enemiga hacia España, a la que necesitaban pobre y atrasada para
imponerle tratados ominosos y pactos leoninos”.
Según un
despacho de la diplomacia gala “el embajador inglés no oculta que sus simpatías
en el conflicto español están con los rebeldes, a quienes considera como los
únicos capaces de derrotar la anarquía y la influencia soviética”. Las
comunicaciones del embajador británico con Londres son suficientemente claras:
“De un lado están actuando las fuerzas militares y de otro se les opone un
Soviet virtual (…) si el gobierno triunfa y aplasta la rebelión militar, España
se precipitará en el caos de alguna forma de bolchevismo”.
Los círculos
más reaccionarios de la burguesía inglesa trataron de impulsar, desde el primer
momento, algún tipo de acuerdo con el bando franquista. Desde Gibraltar se
proporcionaron a Franco buques portugueses, y pusieron a su disposición las
líneas telefónicas de Gibraltar, a través de las cuales el bando fascista podía
ponerse en contacto con Marruecos sin pasar por Madrid.
La burguesía
gala impondrá el cierre de la frontera, imposibilitando cualquier ayuda a la
República.
El
subsecretario del ministerio de asuntos exteriores franquista contestaba así a
un representante norteamericano en 1945. “Usted debe comprender que no odiamos
a los Estados Unidos. Sin el petróleo americano, sin los camiones americanos,
sin los créditos americanos, nunca hubiésemos ganado la guerra”. Los monopolios
petroleros americanos negaron tratos con las tropas republicanas al tiempo que
abastecían generosamente al ejército franquista. El coronel norteamericano que
dirigía la telefonía madrileña puso líneas privadas a disposición de los
conspiradores en los días previos al golpe para que pudieran celebrar
conversaciones con Mola y Franco.
Los sectores
más reaccionarios y vendepatrias de las burguesías nacionalistas
–virulentamente enfrentados a las líneas representadas por Companys en Cataluña
o los gudaris vascos en Euskadi- conspiran ofreciéndose a las grandes
potencias.
El ejemplo más
nítido lo constituye la traición de Santoña. Los servicios secretos del PNV
negociaron, en el 37, la rendición del Ejército del Norte y la entrega a los
italianos de Santander. La traición a la IIª República se consumó entre viajes
de destacados dirigentes peneuvistas a Roma para entrevistarse con el conde
Ciano y conversaciones clandestinas entre los comisarios de los “servicios
exteriores” del PNV y el cuartel general del ejército italiano en el norte
instalado en Vitoria.
Otros sectores,
como Batista Roca, delegado en Londres de la Generalitat, o Lizaso,
representante en Inglaterra del PNV, presentaban a la diplomacia británica
proyectos de armisticio –donde se ofrecían como instrumento de presión para
quebrar la resistencia republicana- a cambio de la formación de gobiernos
autónomos en Cataluña y Euskadi.
La Conferencia
de Munich acelera las maniobras de las grandes potencias para acabar con la
España popular. Londres será el centro sobre el que pivotará esta última
ofensiva. Chamberlain tratará con Mussolini la posibilidad de un pacto entre
las cuatro potencias –Inglaterra, Francia, Alemania e Italia- para imponer un
armisticio.
El
representante británico en España establece que “la solución debe venir de la
eliminación de los comunistas, ya que están dispuestos a morir o vencer (…) los
líderes republicanos moderados están esperando el liderazgo británico (…) Si el
gobierno británico pudiese apoyar a las personalidades moderadas a desembarazarse
del Gobierno de Negrín (…)”.
Las presiones
inglesas agudizaron radicalmente la desintegración política interior de la
República, acentuando el enfrentamiento entre los partidarios de continuar la
resistencia a ultranza, encabezados por el PCE, y los sectores seducidos por la
posibilidad de negociar la rendición ante Franco con el aval de las potencias
occidentales.
Movidos por un
mismo resorte se suceden las rebeliones militares en el bando republicano, las
negociaciones secretas entre representantes ingleses y destacadas
personalidades republicanas –desde Azaña y Besteiro a los sectores más
vendepatrias de las burguesías nacionalistas- para alcanzar un armisticio.
Junto a estas
maniobras, la posición del nuevo gobierno francés de Dadalier –que clausurará
definitivamente la frontera- asfixia la capacidad de resistencia.
Esa situación
permitió que el avance franquista sobre Cataluña, iniciado a finales de
diciembre de 1938, terminara con el colapso completo de la resistencia militar
republicana.
El 27 de
febrero de 1939 el Gobierno inglés comunicó oficialmente al Gobierno Negrín que
ese mismo día se presentaría a la Cámara de los Comunes la resolución que
reconocía al Gobierno de Franco y que retiraba la representación diplomática
inglesa cerca del Gobierno legítimo de España. Al reconocimiento del Gobierno
inglés se sumó con el suyo el Gobierno francés.
Sólo seis días
después –ante la negativa del PCE a abandonar la resistencia- el coronel Casado
–en conexión con los sectores más reformistas y pro británicos del partido
socialista, encabezados por Besteiro- se sublevó en Madrid contra el Gobierno
republicano, constituyendo una Junta encabezada por Besteiro y por él, titulada
«Consejo de Defensa». Desatando una campaña represiva contra los comunistas e imponiendo
una capitulación incondicional ante las tropas fascistas. Las conexiones entre
la embajada inglesa y los promotores del golpe fueron notorias, admitidas por
parte de un coronel Casado que huyó de España en un barco inglés.
"Una España “roja” e “independiente”"
Si a lo largo
de los dos últimos siglos la izquierda española ha estado ciega ante la
intervención del imperialismo, ha habido, sin embargo, un período excepcional,
la Guerra Nacional Revolucionaria de 1936-1939, en el que la comprensión
profunda por parte del PCE de José Díaz y Pasionaria del carácter y el
contenido democrático y nacional de la revolución en España permitió, resistir
durante tres años al fascismo y además, creó las condiciones en que nuestro
pueblo más cerca ha estado nunca de derrotar a sus enemigos, tomar el poder e
iniciar un camino de transformaciones revolucionarias.
"Se ha transformado en una guerra por la independencia de España, gracias al
apoyo descarado que los fascistas alemanes, italianos y
portugueses han prestado a los facciosos”. (Declaración del C.C del PCE. Enero
de 1937)"
“El camino de
la victoria”. Con este título, a mediados de enero de 1937, el Comité Central
del PCE hace pública una declaración -que es a la vez un llamamiento a «todos
los pueblos de España y a cuantos aman la paz, el progreso y la libertad»- en
que se establece ya con toda claridad el contenido nacional y democrático de la
guerra. «Seis meses van a cumplirse desde que estalló la sublevación militar
fascista. En estos seis meses, la guerra se ha transformado profundamente.
Se ha
convertido en una guerra nacional, en una guerra de ejércitos organizados, en
una guerra en la que intervienen en contra de nuestro pueblo, del brazo de los
facciosos, fuerzas armadas extranjeras (...)
La lucha del
Poder legítimamente constituido contra un grupo de traidores, lucha que pudo
terminarse, que pudo haberse liquidado rápidamente, se ha transformado en una
guerra por la independencia de España, gracias al apoyo descarado que los
fascistas alemanes, italianos y portugueses han prestado a los facciosos. Este
apoyo del fascismo internacional a los sublevados contra el gobierno legítimo
de España, ha ahondado y extendido la lucha y nos obliga hoy a combatir no sólo
contra los rebeldes nacionales, sino también contra los verdugos fascistas
extranjeros.
Hoy el pueblo
español no se bate solamente contra los monárquicos, los moros, los bandidos
del Tercio y las pandillas de fascistas y requetés, armados por el fascismo
internacional. Hoy, nos batimos contra fuerzas de mayor volumen y de más grande
significación. Merced a la ayuda extranjera pudieron los primitivos grupos de
sublevados lograr incluso algunos avances, pero fueron paulatinamente
liquidados en combates gloriosos por nuestras bravas tropas leales y milicias.
La guerra iba acortándose y se veía ya cercana la gran derrota de los
facciosos, cuando éstos, al ver agotadas sus fuerzas, acudieron a Hitler y
Mussolini para que éstos les enviasen, además de nuevos materiales de guerra,
contingentes armados de sus respectivos ejércitos. Los Gobiernos de Italia y
Alemania, solícitos a las llamadas de auxilio de los generales traidores a
nuestro país, han enviado ya a España los primeros destacamentos de tropas
fascistas y se proponen desembarcar nuevos contingentes en nuestra Península
(...) Que sepan en el extranjero que todo el pueblo español, que todo lo que
hay de sano y progresivo en nuestro país, está luchando para defenderse de una
agresión cobarde perpetrada a mansalva por españoles traidores a su patria y
contra las fuerzas invasoras del fascismo alemán, italiano y portugués, que
sueñan con convertir a España en un pueblo de esclavos».
Fuente: http://www.deverdaddigital.com
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