Carmen Barrera Chamorro | Secretaria de Relaciones
Institucionales y Coordinación de Área Externa de UGT
nuevatribuna.es
| 20 Febrero 2014 - 12:03 h.
Está pasando
casi desapercibido. Con un sigilo casi imperceptible se están desmontando los
servicios públicos en los ayuntamientos de nuestros pueblos y ciudades y parece
que nadie lo quiere ver. De vez en cuando se cuela alguna noticia en los
medios, más o menos escandalosa, que nos hace pensar un instante lo desprotegidos
e indefensos que estamos, la ruleta del infortunio en que nuestra calidad de
vida y nuestro futuro están jugando día a día. Como la última, sobre el
abandono de la prestación de la dependencia por el ayuntamiento de Jaén. Con
cada hito en las noticias sucede lo mismo: temblamos un instante y al siguiente
nos alegramos por no ser de Jaén, o no ser dependientes, o no ser…, algo
parecido a lo que cuenta el célebre poema de Bertold Brecht.
Por algún
desconocido motivo estamos consintiendo inmóviles y en silencio el
desmantelamiento de la primera red de garantía de la calidad de vida y del
control democrático de los ciudadanos y ciudadanas, que son nuestros
ayuntamientos. A diferencia de lo ocurrido con la educación o con la sanidad,
donde los recortes del Gobierno han encontrado una seria oposición entre la
ciudadanía, los servicios que prestan los ayuntamientos -siendo la primera
línea de los que se prestan a los ciudadanos- están desapareciendo con un goteo
silencioso pero constante. A priori, parece que el Gobierno lo está teniendo
fácil a la hora de imponer una reforma de la Administración Local que casi
podría decirse que es un “fraude” calculado de cara a las próximas elecciones,
ya que la ley aplaza la entrada en vigor de los aspectos más duros y
traumáticos de la misma a plazos temporales fuera de este mandato electoral, el
único en el que el Gobierno del Partido Popular está facultado por la voluntad
popular para comprometer sus actuaciones.
Hasta ahora,
el Gobierno se dedicaba a incumplir sus promesas y hasta las leyes, pero ahora
además elabora y motiva una ley en 2013 para que gran parte de la misma entre
en vigor una vez transcurridas las próximas elecciones generales...¿tan
destructivos son sus efectos que teme el Gobierno un gran impacto negativo
entre el electorado?
Y es que
esta ley -la reforma de la Administración Local- es una pieza clave para el
Partido Popular pues, aunque aparentemente no se visualice, el núcleo de su
ideario oscila entre dos pilares: el estado centralizado y la iniciativa
privada. El PP no cree ni en la autonomía local ni en lo público. Y a destruir
ambos conceptos básicos en el desarrollo constitucional de nuestro país,
contribuye de forma ostensible y calculada esta ley.
Por más
campañas de denuncia y movilización que planteemos las organizaciones
sindicales, el nivel de tolerancia ciudadana está permitiendo al Gobierno
campar a sus anchas a la hora de aplicar las severas reglas económicas de la
ley, que conllevan castigos a los ayuntamientos más débiles (donde viven los
ciudadanos con menos recursos), que terminan por descuartizar los servicios que
se prestan a la ciudadanía y hasta a los propios ayuntamientos, en serio
peligro de continuar existiendo.
Se pervierte
además el valor social que toda ley debe tener: ¿no habría que reforzar a los
ayuntamientos y ciudades más débiles en pro de la igualdad y la cohesión
territorial consagrada en nuestra Constitución?; por el contrario, la ley
fomenta la desigualdad definitiva entre los españoles: ciudades ricas con todos
los servicios y ciudades de ciudadanos desfavorecidos y desprotegidos sin
servicios públicos. La ley arremeterá así contra los más de 5.000 ayuntamientos
endeudados (del total de 8.136 municipios) y contra los que puedan hacerlo.
Además, los efectos sobre el empleo serán devastadores: en torno a 400.000
puestos de trabajo (entre directos e indirectos) se perderán con la plena
aplicación de la ley, eso sí, una vez que el Partido Popular volviera a
gobernar, en la próxima legislatura.
La Ley se
recurrirá ante el Tribunal Constitucional pero no habrá una sentencia antes de
que transcurran varios años. Para entonces, diga lo que diga el TC, ya
prácticamente nada tendrá remedio. Pueden desaparecer los servicios de salud
municipal, urgencias y asistencia primaria, la atención a personas
dependientes, la asistencia de día a mayores, los servicios educativos
municipales de todo tipo, se acabará con las políticas de igualdad y de
asistencia a mujeres víctimas de violencia de género, se suprimirán los
servicios de ayuda a domicilio y las prestaciones de apoyo a la familia, los
servicios de prevención e inserción social, las oficinas de información a los
consumidores y los servicios de orientación laboral y formación para el empleo,
entre otros muchos. ¿Ninguno de estos servicios, recordando nuevamente el poema
de Brecht, nos afecta? ¿Ninguno de ellos contribuye a nuestra calidad de vida?
La respuesta a estas preguntas nos dibuja la imagen del país que está modelando
-según su arquitectura ideológica- de manera rigurosa
el Gobierno: brechas insalvables en calidad de vida y servicios en función del
territorio. Más desigualdad, más pobreza y menos esperanza para los más
desprotegidos.
Las
entidades locales comienzan un proceso de honda transformación hacia un futuro
duro e incierto. Nuestro país no volverá a ser el mismo. Ante esto ¿vamos a
permanecer callados? El momento de actuar es ahora...¡Movilízate!. UGT
Andalucía está en permanente campaña por el mantenimiento de los servicios
públicos y el empleo en el ámbito local. Toca ahora recordar más que nunca que
la unión hace la fuerza. Solidarízate, participa, lucha.
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