Dina Bousselham |
Politóloga, Master en Estudios de América Latina (IHEAL Paris)
nuevatribuna.es | 31 Enero 2014 - 12:38 h.
Durante
mi paso por la facultad he tenido muchas asignaturas, muchos profesores que (de
mejor o peor manera) nos han ido enseñando a pensar. Algunos te dejan marcado
para siempre, otros pasan desapercibidos. Pero no deja de ser todo parte de la
teoría. Cuando aterrizas en la práctica, la política, las relaciones de poder
son muy diferentes y complejas de lo que nos explican en un manual. Entra en juego
muchos otros factores, más humanos, otras veces más salvajes (si, el hombre es
un animal político) que te hacen repensar todo lo que has ido absorbiendo en la
Universidad.
En
diciembre tuve la oportunidad de ir como invitada al Congreso del PIE (grupo conformado
por los partidos de izquierda europea, nacidos en 2004 con el fin de unir las
formaciones socialistas, comunistas y ecologistas de toda Europa y hacer frente
común ante las formaciones socialdemócratas y conservadoras) y con ello pude
ver in situ las dinámicas de poder.
Los
discursos, la toma de decisión, los contactos y apoyos, el trabajo, esfuerzo y
dedicación de todos, las reuniones y encuentros sin fin, la alegría y el
convencimiento de estar luchando por unos ideales, el respeto hacia otros que
piensan diferente pero comparten un mismo sentido común. Me emocioné con
el discurso (parecía una clase magistral traído desde la teoría y llevado a la
práctica de manera brillante a través de su desarrollo de 4 ejes con los que la
izquierda debería aprender a caminar) de Álvaro García Linera, vicepresidente
de Bolivia.
Me
entusiasme también con el discurso de Alexis Tsipras (Syriza), que pocas horas
después iba a salir elegido como candidato del PIE a ocupar la presidencia de
la Comisión Europea. Pude ver también como el PdG (Parti de Gauche) se
desvinculaba temporalmente del PIE por coherencia política. Porque el Partido
Comunista Francés, liderado por Pierre Laurent había tendido una mano a los
socialistas en la lista electoral municipal de Paris. El “fatal error” de
algunos partidos de izquierda.
También
asistí al acercamiento (y firma posterior de un manifiesto común) entre
diversos partidos que compartían el ideal “Ecosocialista”. Una forma de
reivindicar una nueva relación metabólica entre el ser humano y la naturaleza,
sin caer en la lógica de la economía verde, hipócrita con el ecologismo. Pero
sabemos que es imposible construir ese nuevo orden respetuoso de los
ecosistemas naturales en el marco del capitalismo. Capitalismo que tiene como
motor fundamental el lucro y la incesante acumulación de capital (sin fin), que
no puede armonizar con los ritmos de la naturaleza. Aprendí muchas más cosas.
Pero sobre todo salí convencida del momento político actual, y que ya no hay
más margen de error.
Es
hora de que la izquierda europea sea capaz de devolverle la ilusión a los
ciudadanos, de convertir la indignación de los de abajo en esperanza. Que el
discurso teórico pueda verse plasmado en políticas concretas, en la práctica. Y
para que eso suceda debemos recuperar el concepto de democracia. La bandera de
la izquierda siempre ha sido justicia, la igualdad, la participación. Es hora
de conquistar las instituciones europeas e izar esa bandera, nuestra bandera.
Pero sin dejar de tener presente que la democracia es mucho más que unas
instituciones. Es mucho más que votar y elegir el Parlamento. La democracia son
valores, principios que ayudan a entender (y forjar) nuestra visión del mundo.
Y es fundamentalmente práctica, acción colectiva, participación en la administración
de los espacios comunes… espacios comunes que incluyen el derecho a la sanidad,
la educación, el trabajo y la protección de la naturaleza.
Hoy
Europa puede ser un buen campo de batalla para recuperar esos valores,
recuperar la democracia y construir una Europa de los pueblos. Al igual que la
Universidad sólo te enseñar la política desde la teoría sin conectar con la
realidad política, la izquierda debe aprender a plasmar la teoría sobre el
modelo de Europa que quiere construir. Y al igual que algunos profesores han
marcado mi trayectoria académica, espero que el proyecto “Podemos” de Pablo
Iglesias (en España) pueda marcar a la izquierda europea conectando con los de
abajo. Demostrando que ¡si se
puede!.
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