sábado, 1 de febrero de 2014

DE REPENTE, UN EXTRAÑO. JOHN SCHLESINGER (1990)

Artículos de Opinión | Paco Perez | 31-01-2014 |
En mayo se celebran alecciones al parlamento europeo también en Gamonal, en el Raval, en Vallecas, en el campo andaluz y allí donde se han desatado mareas de todas las tonalidades y colores. Aunque la cámara de Estrasburgo adquiere formalmente mayores competencias, tampoco conviene hacerse demasiadas ilusiones sobre la capacidad de maniobra de los futuros eurodiputados: El gobierno alemán y el BCE seguirán marcando el paso de esta Unión "neoliberal" Europea. No obstante, estos comicios tienen una capital importancia para los castigados sin postre: Los pueblos del Sur de Europa. Españoles, portugueses, italianos, chipriotas y griegos, necesitamos evidenciar nuestro rechazo rotundo al austericidio y al papel que se nos quiere relegar desde Berlín, Bruselas y los parqués de los mercados de valores: ser mano de obra "low cost", una especie de zona económica especial sin apenas derechos laborales, sin estado social y sin democracia efectiva. En el caso español, además, tenemos la ocasión de tomar la temperatura a un enfermo que en la calle, en las instituciones y en los juzgados parece terminal. Me refiero al régimen surgido de la restauración de 1975, el sistema bipartidista que lo sostiene y la casta política y financiera, convertida ya en chusma por la percepción de corrupción y expolio generalizado. El virus detectado el 15 de mayo de 2011 va mutando y ataca al sistema en el momento y el sitio mas insospechado, como hemos podido ver recientemente. Sus efectos han puesto al descubierto las vergüenzas que se esconden tras el andamiaje del edificio del Estado y todo lo que de él se desprende, como instituciones, poderes fácticos, partidos y sindicatos, nos parecen extremadamente rancios. Mientras tanto las élites políticas siguen sin darse por enteradas.
Y sin embargo, si no lo remediamos, parece que estamos abocados al titular del día siguiente del recuento de los votos: "Retroceso moderado de los dos grandes partidos e insuficiente avance de Izquierda Unida y de las pequeñas coaliciones electorales". En definitiva un éxito incontestable para los que a derechas y a izquierdas, siguiendo al príncipe de Lampedusa, se empeñan en que las cosas cambien lo imprescindible para que continúen más o menos igual. Yo, al menos, no tengo ninguna duda: El inmovilismo, que no me cuente entre sus filas. Ha tenido que ser una iniciativa de profesores universitarios, activistas de los movimientos sociales y militantes anticapitalistas quienes pongan sobre la mesa lo evidente: la necesidad de sumar todas las fuerzas de los que compartimos el rechazo a las medidas de austeridad, abrir un proceso constituyente y oponerse a naturaleza neoliberal de la Union Europea: "Mover ficha, convertir la indignación ciudadana en cambio político". Confieso que este título es casi lo único que he leído del manifiesto de PODEMOS que me dispongo a firmar. Me basta ante tanto "tran tran" y tanta atrofia.
Conozco bien al compañero Iglesias , "le duele la cara de ser tan guapo", y como le conozco, también se que no es ningún cretino. No creo que que se considere a sí mismo como portavoz unipersonal del pueblo descamisado, ni tan siquiera un Beppe Grillo castizo. Estaremos atentos por si acaso. Pero hasta sus críticos tienen que reconocer, que en los últimos años ha defendido con más pasión y lucidez que nadie la oposición al sistema, aprovechándose para ello de los medios de comunicación de masas. Es precisamente la notoriedad alcanzada, lo que Pablo Iglesias pone al servicio de un proyecto, que se propone agitar las estancadas aguas de la izquierda política. Nos pide 50.000 firmas antes del 8 de Febrero para tomar la decisión definitiva de seguir adelante con un proceso, que en todo caso tendría que resolverse mediante el vértigo del ejercicio de la democracia directa. Voy a ser práctico por una vez en mi vida: mi firma no le va faltar, ni la de muchas compañeras y compañeros que me consta me van a acompañar en esta mínima inversión inicial que se nos pide. Luego ya veremos, como dice el Cholo Simeone: "partido a partido".
Admito, por último, el atrevimiento de los promotores de la iniciativa, empezando claro está, por Pablo Iglesias. Pero he reparado que es precisamente la osadía, lo que he venido practicando desde siempre. No se me van a despertar los celos cuando la practiquen los demás. Pablo Iglesias ha recorrido los platós de las televisiones en horarios de máxima audiencia para denunciar la estafa y a los estafadores. Ha sido como un inquilino en casa ajena. En la película de Schlesinger que da nombre a este artículo, una pareja acomodada alquila el apartamento de abajo a un hombre aparentemente inofensivo que terminará convirtiéndose en una pesadilla. Un argumento así lleva inherente el suspense.




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