Vicenç Navarro | Catedrático de Políticas Públicas
de la Universidad Pompeu Fabra
nuevatribuna.es
| 09 Diciembre 2013 - 17:21 h.
Sistema
Digital | Los
países del sur de Europa (Grecia, Portugal y España) están en una situación
desesperada, como reflejan sus elevadas tasas de desempleo. Y las predicciones
para que ello mejore no son halagüeñas. Según la Comisión Europea el desempleo
continuará muy alto durante la próxima década, lo cual quiere decir que se
quemarán varias generaciones.
Un tanto
igual ocurre cuando miramos, en lugar del nivel del desempleo, el nivel
salarial. Los salarios han estado bajando y bajando –como parte de lo que se
llama la devaluación doméstica- a fin de abaratar las exportaciones, las
cuales, se nos dice, nos sacarán del agujero, cosa que es obviamente falsa. En
realidad, tal como está estructurada la Eurozona, es imposible que los países
del sur puedan competir con los países del Norte. Veamos los
datos.
Comencemos
por Alemania. La economía de este país se basa en una enorme devaluación doméstica
(conseguida a costa de que aproximadamente una cuarta parte de su fuerza
laboral esté en condiciones de gran precariedad). a fin de conseguir estimular
la economía a base de exportaciones. Ello determina un superávit anual en su
balanza por cuenta corriente (current-account surplus) de nada menos que de
unos 125.500 millones de euros al año (promedio anual desde que se estableció
el euro en 1999). Es el segundo país en superávit después de China (algo más de
162.000 millones anuales). Como bien escribe Kemal Dervis en su artículo
“Northern Europe’s Drag on the World Economy” (del cual extraigo la mayoría de
datos de este artículo), es sorprendente que mientas China está bajo una enorme
presión para que reduzca tal superávit, a Alemania se la deje tranquila, sin
que sufra amenazas de sanciones como las que sufre China.
Bajo estas
circunstancias, es muy difícil que estos países puedan salir de la crisis a
base de exportaciones, ganando en competitividad a Alemania, pues los
establishments de estos países quieren ganar en competitividad mediante la
bajada de salarios (que está deprimiendo más y más la demanda doméstica).
Pero
la situación es todavía peor. No es solo Alemania la que tiene un superávit
anual en su balanza por cuenta corriente, sino todos los países del norte
(Suecia, Dinamarca, Noruega y Suiza, que no tienen el euro pero definen el
valor de su moneda en relación al euro), así como Austria y Holanda dentro de
la Eurozona. Ello implica que el superávit de esta Europa del Norte (cuya
moneda, directa o indirectamente, es el euro) es de nada menos que de unos
406.000 millones de euros (el de China este año será de unos 111.000 millones),
lo cual es una cifra enorme, y que explica, entre otras razones, la enorme
fuerza del euro, lo cual perjudica enormemente a los países del sur pues
dificulta sus exportaciones.
Ante este
panorama tan sombrío hay solo dos soluciones. O bien salirse del euro (una
posibilidad que debería considerarse) o hacer que la demanda doméstica de los
países del norte crezca a base de aumentar los salarios de los trabajadores del
norte. Nunca se había visto de una manera más clara que los intereses de los
trabajadores del sur y del norte coincidieran más. Pero el hecho de que esta
alternativa no se esté considerando se debe al gran dominio que el capital
financiero (que se beneficia del euro fuerte) y el industrial (que se centra en
las exportaciones) tienen en todos aquellos países y en la estructura de
gobierno del euro.
De ahí que
la alianza de las clases trabajadoras a nivel europeo representaría una gran
amenaza a los intereses de estos establishments, lo cual explica su apoyo a
tesis racistas y chauvinistas (léase la prensa alemana y nórdica, y lo verá),
que intentan evitar esta alianza, presentando a los trabajadores alemanes, por
ejemplo, como sujetos de intereses opuestos a los obreros españoles, griegos y
portugueses. Así de claro.
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