El príncipe Felipe, durante una entrega de
premios de su fundación. CASA REAL
MADRID // Para su padre es “una bendición del
cielo” y para el resto de los españoles, monárquicos o no, acabará siendo rey
por gracia divina. El príncipe Felipe se mantiene en un segundo plano aséptico
para esquivar escándalos y toma posiciones ante la cada vez más inminente
sucesión. Los empresarios que han acompañado al rey Juan Carlos en las últimas
décadas, conscientes de las “bendiciones” reales, también toman posiciones y pelean por un
sillón en la corte del futuro monarca.
El hermetismo sobre la figura del heredero,
que cumplió 45 años el pasado 30 de enero, es casi absoluto. Los ciudadanos
suelen recibir informaciones controladas que ensalzan su preparación, cuidada
al detalle desde su más tierna infancia; y sus discursos están aliñados siempre
de alusiones a la
concordia, la cultura y el deporte, tres conceptos que rodean
las campañas de imagen del hijo varón del rey. Casa Real intenta justificar con esa “preparación” su
continuidad en un sistema democrático moderno, en el que muchos
ciudadanos, sobre todo los más jóvenes, no entienden que el cargo más alto del
Estado se herede de padres a hijos varones.
Y es que los tiempos cambian. Es la primera
vez que el rey suspende en el barómetro del CIS. La primera vez que se juzga a
un miembro de su familia. La
primera vez que el monarca pide perdón. La primera vez en 13
años que concede una entrevista. Y la primera vez que TVE dedica un programa
semanal exclusivo para hablar de la monarquía.
Por el contrario, el heredero sigiloso se
mantiene ajeno a los escándalos que aceleran aún más la creciente desafección
ciudadana hacia la institución, mientras se rodea de una élite de empresarios
heredada de su padre de la que Emilio
Botín, presidente del Banco Santander, es uno de los miembros más destacados.
La corte del príncipe pivota, entre otros
foros, en dos fundaciones: Príncep de Girona (FPdGi) y Príncipe de Asturias
(FPA). Esta última, creada en 1980 e impulsada en la actualidad por 77 patronos
–entre ellos, los presidentes de Banco Santander, El Corte Inglés, Telefónica,
Repsol o Iberdrola– se ha convertido en un trampolín de lujo para entrar en el
despacho del heredero. “Las
aportaciones [anuales] de cada uno son bajas: 70.000, 80.000, 100.000 euros… y
con ellas consigues un ticket para sesiones privadas con él y con grandes
empresarios”, explica uno de los patronos. A los mecenas,
además, Hacienda les desgrava un 20% de la donación. Entre éstos, la FPA mantiene al presidente de
Bankia, Rodrigo Rato, a pesar de su imputación. “Es una cuestión que no depende
de la fundación, ya que es la institución miembro del patronato quien debe
nombrar a su representante”, se justifica la FPA.
La fundación, instrumento de altavoz y toma de
contacto empresarial del príncipe, se diseñó cuando él tenía 12 años.
Entonces, costó conseguir financiación. Fueron organismos públicos y
empresarios asturianos, como Pedro Masaveu, quienes costearon los primeros
Premios Príncipe de Asturias, hace 33 años. “Pero ahora que la fundación está
consolidada, hay codazos
por entrar”, añade el mismo patrono.
El heredero al trono mantiene reuniones
periódicas en El Pardo con algunos de estos mecenas para debatir sobre política
o economía, según reconoce Casa Real, al margen del encuentro anual de junio,
en el que aprueban las cuentas de la fundación. Las audiencias más jugosas
son las de grupos reducidos, de unos cinco o seis. El príncipe les convoca cada
cuatro o seis semanas, sin una periodicidad fija.
Esta agenda paralela a la de su padre permite
a Felipe forjar su red
de cortesanos millonarios, que durante estos años de transición
siguen acompañando al rey en sus viajes al extranjero en busca de inversiones.
Es el caso de la reciente expedición a Brasil, en la que participaron Antonio
Brufau (Repsol), Botín y altos directivos de Telefónica, Iberdrola, Iberia, Gas
Natural, Indra, Acciona y Talgo, entre otras. Los nombres de estas empresas se
repitieron en la mayoría de las excursiones económicas del monarca en 2012
(Rusia, India, Kuwait…).
Botín, el primero de la clase
El socio más aventajado es el Banco Santander.
En abril de 2008, Casa Real entregó el sillón de presidencia de la Fundación Príncipe
de Asturias al vicepresidente de la entidad, Matías Rodríguez Inciarte. Su designación
provocó un terremoto entre el resto de los patronos, especialmente los
banqueros, celosos del nuevo pelotazo que había dado Emilio Botín.
BBVA trató de frenar la creciente hegemonía de
su competidor creando, de inmediato, los ocho galardones Fundación BBVA Fronteras del
Conocimiento (el mismo número que los Príncipe de Asturias,
pero con una dotación 10 veces superior, de 500.000 euros, y centrados en la
investigación científica). No obstante, BBVA mantuvo su tributo a la fundación.
A Caja Rural y Cajastur tampoco les hizo gracia. La caja de ahorros asturiana había
donado 300.000 euros, frente a los 30.000 del Banco Santander.
Hasta 2011, el balance de situación y la
cuenta de resultados eran secretos. Antes de ese año, los detalles de la
auditoría sólo se habían aireado una vez, como consecuencia de las constantes
denuncias de “oscurantismo” que publicó en la prensa asturiana David Ruiz,
catedrático emérito de Historia Contemporánea de la Universidad de Oviedo.
La presión hizo
claudicar al director de la FPA ,
Graciano García, que terminó entregándole a Ruiz el informe. El
catedrático define la organización que preside Rodríguez Inciarte como “un chiringuito para blindar la
monarquía y crear un espacio en el que colocar gente”.
Que el presidente de la fundación pertenezca a
la cúpula del principal banco español forma parte de la estrategia de la Corona , orquestada
directamente por el rey y no por el príncipe, según reconocen
fuentes de la fundación. Matías Rodríguez Inciarte fue ministro de Presidencia
con UCD y, en 2011, uno de los 15 directivos mejor pagados de España: 6,51
millones de euros.
Y las contribuciones públicas no cesan. Además
de las aportaciones regulares, el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero
aprobó en 2005 la inyección de 12
millones de euros a la fundación durante el periodo 2006-2008.
“En 2013, el ayuntamiento de Oviedo entregará otros 350.000 euros”, denuncia el
portavoz de IU en el consistorio de la capital asturiana, Roberto Sánchez.
Rivi, como se le conoce después de más de 20 años recorriendo los pasillos del
ayuntamiento, provocó un alboroto en el patio de butacas durante la entrega de
los premios en 1994, al ponerse de pie con una pancarta que reclamaba el 0,7%
del PIB para cooperación. En la sala de realización de TVE se hicieron
malabares técnicos para que no saliese la imagen, pero un fotógrafo de La
Voz
de Asturias logró inmortalizar la escena. Desde aquel año, se prohíbe el acceso
de los fotógrafos al escenario.
En busca de financiación
El creador del patronato de la fundación fue
su segundo presidente, Plácido Arango, empresario mexicano y padre de la cadena
de restaurantes y tiendas Vips. En la organización recuerdan la anécdota de una
de las primeras reuniones con grandes empresas a las que Arango asistía para
pedir dinero. Fue en el Comité Ejecutivo del Banco Popular. El presidente de la
fundación llegó con una carta
de recomendación del rey debajo del brazo.
Antes del encuentro, los miembros del comité
especulaban con la cantidad que les pediría: “¿Cuánto querrá? ¿100 millones de
pesetas [equivalentes en 1987 a 600.000 euros]? ¿50? ¿80?” Por prudencia o por
ignorancia del poder que tenía la rúbrica del monarca, Arango pidió apenas
cinco millones de pesetas (30.000 euros). Los banqueros respiraron pero, al
terminar la reunión, desde Casa Real se espetó al presidente: “¿Pero tú qué te
has creído, que la firma del rey es para pedir calderilla?”, recuerdan fuentes
cercanas a la fundación. Finalmente, Banco
Popular aportó 10 millones.
Además de la fundación, los grandes patronos
abren canales alternativos para agasajar a la Familia Real. El
presidente de La Caixa
(actual Caixabank), Isidro
Fainé, por ejemplo, es uno de los habituales en los corrillos
empresariales cercanos a la monarquía. De hecho, La Caixa fue una de las
empresas que, junto con el Gobierno balear, realizó una colecta al más alto
nivel para obsequiar a Juan Carlos de Borbón con un yate, el Fortuna III,
que les costó 18 millones de euros. El pasado 15 de enero, Caixabank era una de
las empresas participantes en el Spain Investors Day, unas jornadas presididas
por el Príncipe de Asturias para establecer contacto con inversores
extranjeros.
El primo del rey y hombre de su extrema
confianza, Carlos de
Borbón, es una figura clave para acceder al monarca, ya sea a
través de reuniones o en una de sus habituales cacerías, a las que es muy
aficionado. Carlos, de 75 años, es apenas 10 días menor que Juan Carlos y los
dos han tenido vidas paralelas.
De hecho, Carlos de Borbón tuvo un papel
clave, junto al abogado Juan Luis Iglesias, en el derrocamiento en 2009 del
mentor de la
Fundación Príncipe de Asturias, Graciano García, según
fuentes internas. García es el periodista republicano que más ha ayudado a la
monarquía desde que a finales de la década de 1970 se le ocurrió la idea de
crear los premios como el mejor escaparate posible para el príncipe. Felipe
tenía 12 años. Vincularle desde entonces al mundo de la cultura y el deporte
(abanderado en los Juegos Olímpicos de Barcelona’92, esquiador, regatista…) le
daba una imagen afable. Además, le aseguraba un discurso anual en el que todo
el país centraba su mirada en el Teatro Campoamor de Oviedo.
El sueldo de 183.000 euros que alcanzó García,
recogido en el libro Nada
fue un sueño. Biografía íntima del creador de los Premios Príncipe de Asturias
(KRK), da cuenta de lo agradecida que quedó Casa Real por el invento. Sin
embargo, después de 30 años, Zarzuela decidió dar un giro a la dirección,
apostando por un perfil
experto en fundaciones y del entorno del Opus Dei: Teresa Sanjurjo.
Carlos de Borbón presidía la Asociación Española de Fundaciones (AEF) cuando
Sanjurjo era la directora. Además, la buena relación de la AEF con el Banco Santander y,
en concreto, con la mujer de Botín, Paloma O’Shea, allanó todavía más el
camino.
En realidad, los encargados de la elección del
director de la FPA
tendrían que haber sido
los patronos, según consta en los estatutos de la fundación.
Dos de ellos, el periodista Juan Cueto y el presidente de Caja Rural, Román
Suárez Blanco, protestaron por la elección a dedo de Sanjurjo, que incluso
obvió el consenso de los mecenas de buscar a alguien de origen asturiano. Sí
que se cumplió la voluntad de la reina Sofía y la vicepresidenta del Gobierno,
María Teresa Fernández de la Vega ,
de que fuera una mujer quien ocupase el cargo.
Del ‘juancarlismo’ al ‘felipismo’
Dicen desde Casa Real que no existe un
planteamiento para la sucesión. Que se pondrá en marcha cuando toque. Lo que sí
funciona a pleno rendimiento desde hace años es el trasvase de contactos empresariales
del rey al príncipe, bajo la dirección y el control del primero.
La preparación del heredero para asumir el
trono comenzó desde el primer momento de su educación y se ha llevado a cabo de
forma progresiva y lineal, sin acelerones en los últimos años, según las mismas
fuentes. De hecho, el príncipe participa en actos institucionales en solitario
desde mediados de la década de los 90 y empezó a ejercer de representante de
España en el exterior en 1996. Destaca su papel en las tomas de posesión de
presidentes sudamericanos. Estos viajes protocolarios, sumados a la proyección
internacional que atesoran los premios Príncipe de Asturias al reconocer la
trayectoria de personajes como Bill
Gates, Stephen Hawking, Woody Allen o Nelson Mandela ya dotan
al heredero de una nutrida agenda internacional, a la altura de un jefe de
Estado.
¿Cómo se legitima a un rey nombrado “desde la emoción del recuerdo a
Franco” y que prometió “guardar lealtad a los principios que
conforman el Movimiento Nacional”? Para los historiadores que defienden la
figura del monarca, como Paul Preston, Juan Carlos lo logró gracias a su
“sacrificio y dedicación”, como apunta el historiador inglés en Juan Carlos, rey del pueblo
(Debate), la última biografía publicada del soberano. Para otros, como Alberto
Carrillo, profesor de Historia Contemporánea en la Universidad de
Sevilla, “su legitimidad de origen es el franquismo, porque fue Franco el que
determinó la línea dinástica saltándose a Don Juan”.
Ambos coinciden, eso sí, en la importancia del golpe de Estado del
23-F para crear la base sociológica del llamado juancarlismo,
aunque lo hacen desde visiones antagónicas. En la biografía, Preston asegura
que el rey coordinó el desmantelamiento del alzamiento militar desde la Zarzuela para “dar una
segunda oportunidad a la democracia española”. Para Carrillo, tanto los
movimientos de Casa Real tras la muerte de Franco como la imagen dada durante
el 23-F responden a una “estrategia” calculada de la Corona , que “sabía que la
única manera de mantenerse viva era distanciarse de la dictadura”. Ese hecho
histórico “ha blindado en gran medida a la monarquía, ha sido su colchón
salvavidas”, añade.
Pero los réditos de aquella “jugada maestra”
del rey, según el historiador malagueño, no son hereditarios. “El príncipe
necesitará su propia estrategia, intentando ofrecer un perfil más cercano al pueblo.
Y en eso, el papel de Letizia es fundamental”, augura Carrillo. Eso sí, estas
variaciones son “estéticas” porque “desde un punto de vista democrático no se
justifica de ninguna manera la herencia de una jefatura de Estado”.
Incluso entre quienes alaban la figura del
monarca, como Preston, existen ciertas dudas sobre cómo afectará la sucesión a
la legitimidad de la institución: “Depende de cuándo y de las circunstancias en
que se haga el traspaso de poderes. Pero en principio, en circunstancias
normales, sí que sería legítimo”.
La asunción del trono por parte del príncipe
Felipe, en un futuro más o menos lejano, se encontrará con un problema extra:
el creciente desapego de la ciudadanía hacia la monarquía. La última vez que el
Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) preguntó a los españoles por su
confianza en varias instituciones, en octubre de 2011, la
Corona
obtuvo su primer suspenso de la historia con un 4,89 sobre 10,
una nota menor que la que los encuestados otorgaron a los medios de
comunicación (4,97) y muy inferior a los resultados de años anteriores (5,35 en
2010 y 6,67 en 1997, por ejemplo).
Esta pregunta, que no ha vuelto a aparecer en
los barómetros del CIS desde entonces, incluye valoraciones sobre otras
instituciones, como las Fuerzas Armadas (5,65) o los partidos políticos (2,76)
y forma parte de un paquete flexible del barómetro que suele incluirse en las
encuestas, sin una pauta fija, cada cierto tiempo. “No hay una razón concreta
por la que no se ha incluido en las últimas encuestas. No significa en absoluto
que se vaya a dejar de hacer esa pregunta o que no vaya a entrar en las
próximas oleadas”, explican desde el CIS.
Mientras llega ese nuevo examen oficial a la
monarquía, las encuestas de los medios ofrecen resultados dispares. La última,
publicada en enero por El
Mundo, muestra que el 50,1% de los españoles valora positivamente
al rey. La oleada anterior, de enero de 2012, le dio un 76% de aprobación. El
príncipe, eso sí, se lleva el visto bueno del 62,3% de los encuestados.
Mientras la monarquía sigue perdiendo fieles, los principales partidos políticos, PP y PSOE, apoyan sin
fisuras a la institución.
La pérdida de adeptos a la Corona no es flor de un
día, tal y como explica Belén Barreiro, Doctora en Ciencia Política y
Sociología, fundadora de la firma de investigación social MyWord y exdirectora
del CIS: “A lo largo de la democracia se ha ido produciendo una caída de la
valoración de la monarquía, que estaba muy bien vista en los 80, al contrario
de lo que ha pasado con otras instituciones como el Ejército, que tenía una mala valoración tras la
dictadura y ha ido ganando simpatías”. A esto se le suma la
evaluación que hacen los jóvenes de la institución, que la deja peor parada que
la media. Esto supone, según la socióloga, un obstáculo a largo plazo.
Barreiro culpa de esa desafección hacia la Corona tanto a factores
coyunturales, “de posible recuperación”; como estructurales, derivados de la
propia esencia de la monarquía. “El hecho de que no sea una institución democrática,
porque no ha sido elegida por la ciudadanía, hace que chirríe, sobre todo para
los más jóvenes”, explica.
De los factores coyunturales, el más
importante es la imputación
de Iñaki Urdangarín. No ayuda, tampoco, que el Rey fuese
pillado en plena cacería de elefantes en Botsuana el 14 de abril porque tuvo un
accidente y necesitó volver a España para ser intervenido, aunque luego pidiera
disculpas públicas e hiciese propósito de enmienda. Todos estos escándalos han
trasladado los temas relacionados con la Corona , que solían habitar en el escaparate de
las páginas de la prensa rosa, a las portadas de los medios generalistas.
¿Existía hasta ahora un veto sobre la
monarquía? Según Carmen del Riego, presidenta de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM), no.
Lo que sí había, en su opinión, es
una “prudencia” a la hora de denunciar hechos escandalosos que
“no se ha dado en otros casos, porque el respeto del que gozaba la monarquía
los hacía más difícil de creer, no sólo para los periodistas sino también para
los ciudadanos”.
Para Elsa González, presidenta de la Federación de
Asociaciones de la Prensa
de España (FAPE), sí ha habido un “cambio radical” más patente en el
tratamiento que los medios hacen de los temas reales porque, hasta ahora, había
“un pacto no escrito entre los editores para respetar o proteger la figura del
rey”, nacido de la idea forjada en la Transición de que criticar al monarca podía afectar a la democracia.
Para González, la receta para los nuevos tiempos es más vigilancia desde la
prensa y más transparencia desde la
Corona.
Y es en esa mejora de la transparencia en la
que, según fuentes de Zarzuela, basan su política de trabajo desde hace años.
Un ejemplo de ello, siempre según la institución, es la publicación de los
presupuestos de Casa Real en su web. Las cuentas de 2013 han sido las terceras
en salir a la luz después
de 32 años de secretismo. Esta decisión, alabada por casi
todos, tuvo sin embargo dos frentes críticos: uno exigía un mayor desglose del
gasto y el otro recordaba que, además del presupuesto oficial, algunos
ministerios hacen frente a gastos derivados de la Corona que deberían constar
en las cuentas finales.
Desde Palacio argumentan que en muchos casos
es difícil desglosar gastos que son compartidos (si en un viaje que sufraga
Exteriores participan el rey y el ministro, por ejemplo) y que, en todo caso,
desvelar o no esos gastos es responsabilidad del ministerio competente. La
institución se defiende e insiste en que el
presupuesto es modesto y que la austeridad es marca de la casa.
Zarzuela vigila también que la gestión del
patrimonio económico del príncipe no tenga ni un solo punto flaco. A diferencia
de otros miembros de la
Familia Real , el heredero no ha tenido opción de gestionar su
dinero a través de una impopular Sociedad
de Inversión de Capital Variable (SICAV). Estas entidades son
la trampa que utilizan cientos de grandes fortunas en España para tributar sólo
un 1%, frente al 25% que pagan las pequeñas y medianas empresas o el 30% de las
grandes.
Para lograrlo hace falta un patrimonio inicial
de 2,4 millones de euros y encontrar 100 mariachis que pongan su nombre para
cumplir el mínimo de los 100 socios. Hay empresas especializadas en conseguir
esos 100 titulares. Pero entre la Familia Real no todos sus miembros son tan
cuidadosos con las formas. El
ejemplo más claro es Pilar de Borbón, hermana del rey, que
preside la sociedad Labiernag 2.000 Sicav S.A. Esta entidad también sirve de
cobijo para otros familiares, como los hermanos Bruno Alejandro y Beltrán
Ataulfo Gómez-Acebo De Borbón.
El gasto de la monarquía, en un país con cinco
millones de parados y cuando aún retumban en las cadenas de televisión las
palabras del monarca sobre la “igualdad de todos los españoles”, ha pasado a un
primer plano. Aun así, en opinión del historiador Alberto Carrillo, el debate
monarquía-república no debería fundamentarse con argumentos económicos. En su
opinión, se debería reflexionar sobre si la máxima institución del Estado es democrática o, como en el caso
de la monarquía, no es más que un “anacronismo”.
Pero, como explica el profesor, Casa Real sabe
aprovechar estas circunstancias desfavorables para su propio beneficio. Así lo
hizo cuando Juan Carlos espetó su “¿Por qué no te callas?” al presidente de
Venezuela, Hugo Chávez. Para Carrillo, se trató de “un acto con una gran carga
simbólica para buscar un enemigo fuera que reforzara la unión con el rey”. La
táctica fue similar en su último discurso de Navidad, en el que pidió una
“política con mayúsculas”. Entonces desvió el foco hacia los partidos
políticos, consciente de las críticas que los últimos escándalos de corrupción
habían despertado. Carrillo lo considera un “acto de populismo”, porque el rey dijo
exactamente lo que la gente esperaba oír.
Audiencia abierta se emite cada sábado a las
13.00 horas en La 1 y recoge discursos, apretones de manos, actos de protocolo,
apariciones públicas y un análisis de la monarquía. El programa pasa de unos
niños de uniforme describiendo lo que es para ellos un rey, a una enumeración
de sus funciones y de las leyes que afectan a la Corona. Intercalados ,
se cuelan frases y rótulos de ensalzamiento de la institución: “El rey es la figura en la que empieza
y acaba el engranaje constitucional”; “el príncipe moderador, que ejerció por
unas horas de árbitro entre Rajoy y Mas”. Su coste es de unos
2.500 euros por programa, aunque también utiliza recursos de los servicios
informativos, según fuentes de TVE. El semanal empezó a emitirse el pasado 13
de octubre y su objetivo, tal y como explicó su presentadora en el primer
programa, es “acercar la institución a los ciudadanos, cumpliendo un mandato
parlamentario”. Lo que no dijo es que esa orden está fechada en 2007. Entonces,
¿por qué ahora? Según el director del programa, Miguel Ángel Sacaluga, es un proyecto
que lleva años planteando como miembro del consejo de administración de RTVE.
Para Yolanda Sobero, presidenta del consejo de
informativos de RTVE hasta las recientes elecciones, las motivaciones son
otras: “La estrategia
nace de Casa Real, que ante el descalabro del caso Urdangarín intenta reforzar
su imagen”. Para Sobero, se trata de un programa institucional
mucho más que informativo, algo que no es nuevo: “Las noticias en TVE siempre
se han quedado ahí, nunca se han realizado reportajes de investigación profunda
y crítica sobre la monarquía”. Un defecto de forma y de fondo que, según ella,
no es exclusivo de la televisión pública sino que se ha extendido, durante
años, a todos los medios.
El director del programa responde que es un
programa institucional, pero también informativo. Y asegura que sí se informa
sobre escándalos como el caso Urdangarín o el viaje a Botsuana porque “afectan
a la institución”. Estos temas se trataron en el resumen especial del año y en
el programa que repasó la vida del rey con motivo de su 75 cumpleaños. Eso
sí, edulcorados con una voz
en off que toma partido: “La Corona , que sufre como el resto de las
instituciones el desprestigio causado por la crisis” o “el deterioro de la
imagen surgido a raíz del proceso abierto a su yerno. Y eso que desde que se
conoció la noticia, no sólo condenó los hechos sino que le apartó de la familia
real”.
“Audiencia abierta no es un programa sobre el
rey para defender la monarquía, igual que no se hacen programas sobre las
Cortes para defender a los parlamentarios”, se defiende Sacaluga.
La entrevista
de Jesús Hermida al rey el pasado 4 de enero (“absolutamente
versallesca”, en palabras de Yolanda Sobero) incluyó halagos de padre a hijo
que inciden en una expresión que la retórica monárquica repite hasta la
saciedad desde hace años y que una mayoría de los españoles ha hecho suya. Para el rey, Felipe es, además de una
bendición, un hombre “muy preparado”. Si Juan Carlos quiso
parecer cercano a la ciudadanía gracias al término campechano, inseparable ya
de su persona, Felipe se aferra a esa imagen de hombre forjado para ser rey que
haga frente al desapego creciente y al difícil encaje de una institución como
la realeza en una democracia del siglo XXI.
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