Patricio Azcárate (Londres, 1920), que participó como voluntario
republicano en el Ejército del Ebro, lamenta que "con el actual gobierno,
y con Parlamento dominado por el partido heredero del franquismo, la Ley de
Memoria Histórica ha dejado prácticamente de existir".
FÉLIX
POBLACIÓN Madrid 22/10/2013 07:48 Actualizado: 22/10/2013 09:53
Patricio
Azcaráte fue voluntario republicano en la batalla del Ebro.FÉLIX POBLACIÓN
Este pasado fin de semana tuvieron lugar en la
localidad tarraconense de Gandesa una serie de actos conmemorativos del
septuagésimo quinto aniversario de la Batalla del Ebro, la más larga, la
más cruenta y la que más combatientes aglutinó durante la Guerra de España.
El historiador Félix Vidal, coordinador del evento
organizado por el colectivo Iniciativa Cívica por la Memoria Democrática,
me ha puesto en contacto con el presidente de este colectivo, Patricio Azcárate
(Londres, 1920), que se incorporó como voluntario republicano al Ejército del
Ebro y fue destinado como secretario/ayudante del jefe del Estado Mayor,
coronel José Sánchez Rodríguez. Azcárate, hijo de una familia de la burguesía
liberal, tiene entre sus ascendientes familiares a su tío abuelo, Gumersindo
Azcárate, uno de los fundadores de la Institución Libre de Enseñanza, y a su
padre, Pablo de Azcárate, secretario general adjunto de la Sociedad de Naciones
en Ginebra y, posteriormente, embajador de la segunda República en Londres
durante la Guerra Civil. Finalizado el conflicto armado, Patricio Azcárate se
trasladó a la capital británica donde cursó estudios de Ingeniería Eléctrica.
Durante su exilio residió en el Reino Unido primero y
luego en Francia, Checoslovaquia y Austria. Regresó a España en los años
cincuenta y actualmente reside en Alicante, escribe artículos sobre política
internacional y participa en distintos foros de debate. Como
secretario/ayudante del Jefe del Estado Mayor, actuó como interprete con los
voluntarios extranjeros y conoció personalmente a la mayoría de los jefes del
Ejército del Ebro: Modesto, Lister, Tagüeña. Su tío, el coronel Patricio
Azcárate (Pachi) fue inspector general del Cuerpo de Ingenieros, autor del
diseño de los puentes que se construyeron sobre el río.
¿Qué representó la batalla de Ebro en el
desarrollo de la Guerra de España?
El ejército del Ebro se constituyó en mayo de1938,
agrupando en tres cuerpos, el V, el XV y el XII, las unidades más aguerridas y
mejor formadas, las que más se habían distinguido en el frente de Aragón. Era
un ejército moderno, perfectamente estructurado, con un potencial humano y un
cuadro de mandos difícilmente superable. Su único punto débil era su escasez en
armamento pesado, vehículos acorazados y sobre todo aviones, tanto bombarderos
como cazas, consecuencia de la política de "no intervención" seguida
por los países supuestamente democráticos, Francia y Gran Bretaña. Estos países
no solo se negaron a vender material bélico al gobierno legítimo de España,
sino que hicieron todo lo posible por entorpecer la llegada de material
procedente de la Unión Soviética, el único país dispuesto a ayudar a la
república en su lucha contra el fascismo.
"La primera
fase de la batalla fue un éxito; se logró el objetivo de obligar al alto mando
franquista a retirar y transferir hacia el frente del Ebro"
La batalla del Ebro se inició en la noche del 26 de
Julio con el cruce del río por las fuerzas de vanguardia de los tres cuerpos de
ejército, en una operación modélica, que permitió en cuestión de días situar al
grueso del ejército al otro lado del rio, ocupando los pueblos de la ribera y
adentrándose decenas de kilómetros en el terreno montañoso de las sierras de
Pandols, Cabals y Fontarella. La primera fase de la batalla fue un éxito; se logró
el objetivo de obligar al alto mando franquista a retirar y transferir hacia el
frente del Ebro algunas de las unidades de su ejército que después de alcanzar
la costa del Mediterráneo marchaba hacia Valencia. Así, durante un tiempo, se
detuvo el avance de las tropas franquistas a lo largo de la costa. La caída de
Valencia hubiera sido un golpe mortal para la República. La batalla del Ebro
demostró que de haber podido contar el ejército con una artillería y unas
fuerzas aéreas comparables a las del enemigo, el ejército republicano era
perfectamente capaz de derrotar al ejército rebelde, por mucha ayuda de
recibiese de los países del eje fascista. El destino de la República española
estaba en manos de las dos principales potencias democráticas europeas, Francia
y Gran Bretaña. Estas prefirieron sacrificar a la República española y tratar
así de apaciguar a las potencias de Eje y evitar lo inevitable, la Guerra
Mundial contra el fascismo.
¿Cuál fue la moral del ejército
republicano en esa larga y sangrienta lucha? ¿No se ha mitificado en exceso esa
moral?
No es cierto que se haya mitificado la moral del
Ejército del Ebro. Si hay algo de lo que pudo enorgullecerse es de la moral de
sus combatientes; un moral que nunca decayó a lo largo de los tres meses de durísimos
combates contra un enemigo mucho mejor armado. El cruce del Ebro, en las
condiciones en que se produjo, en barcas rudimentarias y en muchos casos a
nado, demuestra la moral a prueba de bomba - nunca mejor dicho - de nuestras
fuerzas. La construcción y reparación de los puentes, bajo constantes
bombardeos, prácticamente sin defensa antiaérea, no hubiese sido posible con un
ejército moralmente débil. Por otra parte, la defensa día tras día y durante
cerca de dos mesas de las posiciones avanzadas de las primeras líneas del
frente, sin protección aérea y bajo el fuego intenso de una artillería
inalcanzable es la mejor prueba del elevado espíritu de lucha mantenida entre
las fuerzas más propicias a una eventual desmoralización. Yo estuve en el
Estado Mayor del ejército durante toda la batalla y no recuerdo haber oído
mencionar ningún caso de deserción.
Cuenta Lluís Llach en su novela 'Memoria de
unos ojos pintados' que en la Batalla del Ebro se produjeron muchas muertes de
soldados republicanos -la llamada quinta del biberón- por su inexperiencia en
combate. ¿Comparte esa visión literaria del cantautor catalán?
La mayoría de los soldados procedentes de la llamada
"quinta del biberón" eran jóvenes voluntarios que acudieron a
alistarse en el ejército respondiendo a la llamada lanzada por las JSU
(Juventudes Socialistas Unificadas). Muchos fueron incorporados en el XV
cuerpo, mandado por Manuel Tagueña, un joven universitario que, por méritos
propios, pasó de ser jefe de milicias en el frente de Madrid, a mandar uno de
los cuerpos de más prestigio del ejército popular.
"La
construcción y reparación de los puentes, bajo constantes bombardeos, no
hubiese sido posible con un ejército moralmente débil"
Yo estuve durante toda la batalla en estrecha relación
con Tagueña, miembro, como yo, de las JSU. Puedo afirmar que una de sus
preocupaciones fue precisamente mantener a los muchachos de la mencionada
quinta, en unidades de reserva, o cumpliendo misiones especiales en la
retaguardia. Se amparaba al tomar decisiones que podían considerarse en ciertas
medidas injustas en la evidentemente escasa e insuficiente preparación militar
de estos jóvenes.
¿Fue decisivo el bombardeo de la Legión
Cóndor en la contraofensiva realizada por el ejército sublevado?
La llegada de importantes refuerzos, particularmente en
artillería y fuerzas aéreas, le permitió al ejército franquita detener el
avance de nuestras tropas que no consiguieron ocupar el pueblo de Gandesa, su
principal objetivo inmediato. A partir de entonces y durante cerca de tres
meses, nuestras posiciones de vanguardia y los puentes, vitales para asegurar
el suministro de nuestras tropas, fueron sometidos a intensos y constantes
bombardeos tanto por la artillería como desde los aviones de la Legión Cóndor
alemana. Fueron meses de fortísimos combates en los que ciertos vértices de la
sierra Pandols tenían que abandonarse durante el día ante la intensidad de los
bombardeos, y se recuperaban la noche siguiente en combates que llegaban a ser
de hombre a hombre. Hay que destacar aquí el valor, la valentía y el espíritu
de sacrificio de nuestros soldados, y en particular de los comisarios cuyo lema
era" los primera en atacar, los últimos en retroceder".
¿Por qué frente a ese bombardeo de la
aviación nazi, y habida cuenta la poca capacidad artillera republicana, pasaron
dos días hasta que intervino la aviación de la República para hacer frente a la
aviación rebelde?
No tengo respuesta a esta pregunta. Efectivamente, la
aviación republicana no apareció hasta dos días después de iniciarse la
batalla. Me imagino que por dificultades de orden logístico. A partir de
entonces los aviones de caza de fabricación soviética, los chatos y los moscas
mantuvieron combates diarios con los cazas, muy superiores en número, - no en
combatividad - que escoltaban a los bombarderos enviados para destruir los
puentes. El Estado Mayor del Ejercito estaba instalado en una masía a pocos
kilómetros del puente de Mora y recuerdo contemplar las batallas aéreas que se
desarrollaban todas las tardes entre nuestros cazas y lo cazas enemigos. El
formato de las batallas era siempre el mismo: nuestros moscas contra los
Messershmidt alemanes arriba y nuestros chatos contra los Fiats italianos a
menos altura. En general cada uno de nuestros cazas se enfrentaba a cuatro o
cinco cazas franquistas; sin embargo solían ser estos los primeros en
desaparecer por el horizonte. Nuestros pilotos nunca eran los primeros en
retirarse, a pesar de su inferioridad numérica.
¿Qué recuerdo personal tiene de la batalla
pasados 75 años y cuál era el estado de ánimo de los republicanos después de la
derrota?
Llegué a Barcelona, procedente de Ginebra el 22 de
Junio de1938. Tenía 17 años, me había afiliado a la JSU y consideraba mi deber
aportar mi granito de arena a la lucha contra el franquismo. Mi padre era
entonces embajador de la República en Inglaterra y tenía un hermano mayor en la
dirección nacional de la JSU. Mi hermano me presentó a Santiago Carrillo y a
Felipe Arconada, responsable de las JSU en el Ejército del Ebro. El ejército estaba
entonces en pleno proceso de preparación de la batalla, que había de iniciarse
pocas semanas después. Yo no tenía, por supuesto, ninguna formación militar y
al enterarse Carrillo de que hablaba tres idiomas, además del español, el
francés, el inglés y el alemán, se le ocurrió que donde más útil podría ser era
como interprete en el Estado Mayor del Ejército, en el que estaban integradas
prácticamente todas las Brigadas Internacionales Se puso en contacto con el
coronel Sánchez Rodríguez, que al no conocer más idioma que el castellano tenía
problemas de comunicación con los jefes de las Brigadas Internacionales. A este
le pareció bien y así es que estuve a su servicio durante los tres meses que
duró la batalla. Sánchez Rodríguez, de quien he conservado un maravilloso e
imborrable recuerdo, no era un militar de despacho; le gustaba comprobar por
sus propios ojos la realidad de los hechos y así, casi todos los días estábamos
visitando los puestos de mando avanzados de la diferentes unidades, muy cerca,
en algunos casos, de las primeras líneas de combate. Tuve así la oportunidad -
yo diría el privilegio - de conocer personalmente no solo a los más altos
mandos del ejército, Modesto, Líster, Tagueña, sino también y a los jefes
extranjeros de las Brigadas Internacionales.
¿Qué papel jugaron a su juicio las Brigadas
Internacionales (BI) en esa batalla, la última en la que intervinieron,
teniendo en cuenta el grado de acometividad que habían mostrado antes en otros
frentes de combate como Madrid o Belchite?
A pesar de las pérdidas sufridas a lo largo de los más
de dos años de guerra y particularmente en las batallas de Belchite y de
Teruel, el papel de las BI en el Ebro fue importantísimo. Algunas de sus
unidades, que yo recuerde, las brigadas 11 y 15 de la 35 división del XV
cuerpo, las 12 y 14 de la 45 división, del V cuerpo, fueron de las primera en
cruzar el río y si mi memoria no me engaña fue un batallón extranjero,
perteneciente a la 11 división del V cuerpo, el que después de ocupar en duros
combates los vértices más elevados de la sierra Pandols llegó a las afueras de
Gandesa, primer objetivo de la batalla. Siempre recordaré con enorme emoción el
acto de despedida de las brigadas, creo recordar que en Esplugas de Francolí.
Asistieron el presidente Juan Negrín, el Jefe del Estado Mayor Central, general
Vicente Rojo, todos los jefes militares del Ejército del Ebro y una amplia
representación de los miles de brigadistas que tanto se habían distinguido en
los recientes combates. El Gobierno había propuesto en la Asamblea General de
la Sociedad de Naciones, reunida en Ginebra, la adopción de una resolución
exigiendo la retirada de todas las fuerzas armadas extranjeras presentes tanto
en el ejército republicano como en el ejército franquista.
"Alemania e
Italia no cumplieron lo prometido y las únicas fuerzas extranjeras que fueron
retiradas fueron las Brigadas Internacionales"
La proposición fue aprobada por unanimidad. De haberse
aplicado en ambos lados, teniendo en cuenta la importancia de la participación
de tropas alemanas e italianas en el ejército franquista, el balance de la
guerra hubiera cambiado radicalmente. Pero Alemania e Italia no cumplieron lo
prometido y las únicas fuerzas extranjeras que fueron retiradas fueron las
Brigadas Internacionales. La Comisión internacional creada para el control de
dicha retirada, instalada en Barcelona, y a la que fui destinado, contabilizó
poco más de treinta mil los combatientes retirados de nuestro ejército. Del
ejército franquista no fue retirado ni un solo soldado, ni un solo tanque, ni
un solo avión. La Sociedad de Naciones no tomó ninguna medida. Una vez más la
República Española era traicionada por las supuestas democracias occidentales.
Ante esta situación, la Unión Soviética procedió a un importante envío de armamentos
de todo tipo. Este llego a un puerto francés de la costa atlántica - el
Mediterráneo estaba controlado por la flota italiana - y fue retenido por las
autoridades francesas.
Aún a riesgo de que quede sin mencionar alguno de los
que todavía viven, este periodista quiere mencionar, con motivo de la
referencia de Azcárate a la combatividad de las Brigadas Internacionales en la
Batalla del Ebro, a Hans Landauer y mi buen amigo Gers Hoffmann, de Austria, a
Luis Alberto Quesada, de Argentina, a César Covo y Joseph Almudéver, de
Francia, a Juan Miguel de Mora, de México, a Delmar Berg y John Hovan, de los
EEUU, Stanley Hilton, del Reino Unido (vive en Australia) y, posiblemente,
aunque no tenemos datos fidedignos, Karel Dufek, de Checoslovaquia.
Sobre la Ley de Memoria Histórica aprobada por el
gobierno de Rodríguez Zapatero hace casi siete años, entiende Patricio Azcárate
que su intención fue buena, pero nunca ha llegado a cumplirse, ante la
oposición del PP y otros partidos de derecha. "La Comisión creada bajo la
presidencia de la vicepresidenta del gobierno, Rodríguez de la Vega -afirma-,
no consiguió tomar ninguna decisión efectiva. Ni siquiera el articulo más
blando e inocuo de la Ley, el desentierro vía oficial de las fosas comunes ha
llegado a cumplirse. Con el actual gobierno y un parlamento dominado por el
partido heredero del franquismo, la Ley de Memoria Histórica ha dejado
prácticamente de existir".
Fuente: www.publico.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario