"Yo, en una de
mis detenciones, pasé por sus garras, por lo que quiero aportar mi testimonio,
por si sirviera para que esta mala bestia pague siquiera una millonésima parte
del daño causado, aunque no creo que el Estado fascista español entregue a tan
eficiente perro de presa que tan buenos servicios ha prestado “a la patria y la
democracia”.
Memoria
Histórica | Tercera Información | 30-09-2013 |
Soy José
Balmón Castell, de 70 años, vecino de Córdoba (España), calle San Francisco,
27. Militante del Partido Comunista de España (reconstituido) desde su
fundación en 1975, motivo por el que fui detenido varias veces, torturado y
encarcelado durante 24 años.
He sabido, con
sorpresa y satisfacción, que Ud. ha cursado orden de detención contra varios
torturadores fascistas españoles, entre ellos Juan Antonio González Pacheco,
alias Billy el Niño. Yo, en una de mis detenciones, pasé por sus garras, por lo
que quiero aportar mi testimonio, por si sirviera para que esta mala bestia
pague siquiera una millonésima parte del daño causado, aunque no creo que el
Estado fascista español entregue a tan eficiente perro de presa que tan buenos
servicios ha prestado “a la patria y la democracia”.
Estoy hablando
de mediados de diciembre de 1976, en pleno proceso de “Tansición” en el que el
PCE(r), casi en solitario, denuncia la maniobra del régimen de “cambiar algo
para que todo siga igual”, y esa osadía era puro terrorismo, tanto para el
Estado como para la “izquierda” ya domesticada y vendida. Yo ocupaba una
responsabilidad en la dirección, era clandestino y tenía documentación falsa.
Fui detenido en Madrid por un golpe de azar, por lo que pasaron unas horas
hasta que me identificaron. Inmediatamente fui llevado a la Dirección General
de Seguridad, en la Puerta del Sol, y entregado al tal Billy el Niño y su
equipo de torturadores, especializados en el PCE(r) y los GRAPO.
No perdieron
ni un minuto, tenían prisa en hacerme “cantar” antes de que mis camaradas
detectaran mi caída y activaran las medidas de seguridad. Esposado, de pie, en
medio de cuatro o cinco malas béstias hitéricas de odio: golpes de todo tipo y
en todas partes, rebotando como un pelele en esa “rueda” hasta caer al suelo
sin sentido. En cuanto das señales de vida, preguntas y golpes, golpes y
preguntas y vuelta a caer. Te levantan, te esposan a una silla, te colocan una
“bolsa” de plástico en la cabeza cerrándola sobre tu cuello, que te produce la
asfixia, mientras te golpean por todas partes. Esposado, con las rodillas entre
los brazos, te ponen una “barra” de hierro entre las rodillas y los codos y te
cuelgan entre dos mesas, quedas suspendido cabeza abajo y los pies arriba, te
golpean los pies con vergajos“reglamentarios”, patadas, puñetazos, insultos,
preguntas, amenazas... Cuando ven que “te vas”, Billy levanta la mano y hacen
un descanso, disparan la pistola sobre tu cabeza y te dicen “esta vez estaba
descargada”; si ven que cierras los ojos, te dan un puñetazo o una patada:
¡Habla, hijo de puta, o no sales vivo de aquí!
Sin duda, el
trabajo del torturador es duro, necesitan recuperar fuerzas... Te bajan a los
sótanos, por las escaleras hacen amagos de tirarte y casi deseas que lo hagan.
Los sótanos son tétricos, húmedos, diseñados para el terror. Estás tirado en el
suelo mojado, tiritas de dolor y de frío, los policías tienen orden de no
dejarte dormir, golpean los hierros de la puerta, te insultan, te amenazan...
No sabes si es de día o de noche. En cualquier momento abren la puerta y te
suben en volandas (ya no puedes mantenerte en pie) al “despacho”... Y vuelta a
empezar.
En alguno de
esos “descansos”, te mandan al “bueno”, te ofrece agua o un café, llevas días
sin probar nada, te lo tomas y cuando te bajan al sótano ves que estaba
envenenada con sustancias psicotrópicas: te mareas, ves alucinaciones,
monstruos deformes, caes flotando por un torbellino sin fin... La tortura
continúa por otros medios, se trata de que pierdas el control de tu conciencia para
que, inconscientemente, reveles la información que ellos creen que tienes y que
les lleve a más detenciones.
En esos días,
los GRAPO habían secuestrado a Oriol, (jerifalte banquero y presidente del
Consejo de Estado entre otros cargos), en apoyo a la reivindicación de
AMNISTÍA, que era un clamor en la calle y que el Estado negaba a tiro limpio.
Ellos creían que yo sabía algo, incluso afirmaban que estaba en mi casa y por
eso no les decia la dirección... “Me puedes matar -le dije a Billy el Niño-,
pero en mi casa están mi mujer y mis hijos, y a esos no los tocas tú”. Eso lo
puso aún más histérico, con las naturales consecuencias sobre mis maltrechos
huesos. También coincidió con mi detención que los GRAPO volaron el repetidor
de TV de Navacerrada (Madrid), para boicotear la campaña de propaganda del
régimen por el Referéndum de la Ley de Reforma Política... Y, naturalmente, yo
tenía que saber algo y conocer a los autores, así que “caña al mono hasta que
cante”... Pero ya no tenían que esforzarse como al principio: ya tenía la
mandíbula partida, varias costillas rotas, todo el cuerpo lleno de moratones,
los pies hinchados... Ya les bastaba un golpe o un simple roce para producirme
tanto dolor como una sesión intensiva de los primeroas días. Y, curiosamente, el
paso de los días no apaciguó sus ánimos; para ellos era un fracaso profesional,
era ya una cuestión de honor del torturador frustrado: ni Billy el Niño, ni su
equipo, ni su jefe Conesa podían aceptar que un cerdo comunista, enclenque como
yo, no sucumbiera. Hasta el último de los 10 dias de Ley Antiterrorista me
estuvieron torturando.
De la DGS,
pasé al Hospital Penitenciario adjunto a la Prisión de Carabanchel (Madrid).
Para dar una idea del trabajo bien hecho por Billy el Niño y su equipo, baste
decir que ¡a los 6 meses! salí con la Amnistía (por error, pero ésa es otra
historia), y aún no tenía el alta médica.
Las denuncias
por torturas presentadas por mis abogados, pese a la contundencia de los
informes médicos, nunca prosperaron, naturalmente. Billiy el Niño continuó
torturando y recibiendo condecoraciones. Sólo después de “consolidada” la
transición lo apartaron de la DGS poniéndolo de Jefe de Seguridad en la
multinacional Talbot de Madrid, una empresa emblemática con 10.000 obreros en
la que había que desarticular el movimiento organizado.
Quisiera
añadir una pequeña reflexión: Billy el Niño es uno de esos negros personajes
que encarnan la personalidad del toturador, de ideología nazi, convencido de su
misión de salvapatrias, lleno de odio, sádico, que disfruta haciendo sufrir y
con impunidad plena. Pero no deja de ser una herramienta al servicio de un
estado fascista, que necesita sembrar el miedo y el terror entre sus enemigos
de clase. De hecho, este personaje aparece en toda esa época ligado al Terrorismo
de Estado: Guerrilleros de Cristo Rey, la Triple A, Batallón Vasco-Español,
etc., que acumulan cientos de acciones terroristas y asesinatos tan sonados
como los de los Abogados Laboralistas de Atocha. Sus servicios al régimen son
impagables, por eso lo condecoran y protegen: la Fiscalía de la Audiencia
Nazional ya ha manifestado que se opondrá a su procesamiento. ¡Faltaría más! Es
la manera de proteger la impunidad de sus nuevos Billys en activo, aquí y ahora
mismo. Son una pieza esencial para la “democracia”.
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