nuevatribuna.es | 30 Septiembre 2013 - 17:28 h.
A pesar del título farragoso e, incluso, con la utilización de
un lenguaje tabernario, es triste que esta sea la realidad de la visión que
tiene el Partido Popular de lo que es la democracia. Para el partido
ultraconservador español el sistema democrático se define entre las delgadas
líneas que marcan los encuentros electorales. Una vez fuera de ellos y, por
supuesto, si disponen de mayorías absolutas, la democracia deja de existir para
dar paso al único modo de gobernar que tienen: el autoritarismo que mamaron
durante 40 años en el franquismo y que llevan en sus genes.
Por
tanto, y tal y como estamos viendo y sufriendo con los diferentes gobiernos
genoveses, el espíritu democrático que preside en el pensamiento político del
Partido Popular se puede resumir en la siguiente frase: después de las elecciones, todos a callar y a acatar sin protestar
ni cuestionar ninguna de las medidas que aprobemos. En román paladino, el título de este artículo.
Lo
estamos viendo en las diferentes declaraciones de los miembros del gobierno
central, de los diferentes gobiernos autonómicos, de las agrupaciones municipales
o de los dirigentes del Partido Popular. En estas declaraciones se hace una
llamada al respeto de la llamada mayoría silenciosa y
un elogio desmedido del silencio de muchos millones de españoles que no se
movilizan. Dentro del pensamiento limitado de los ultraconservadores se hace
una valoración que es errónea pero que para ellos es artículo de fe: todos los
que se quedan en casa y no protestan ni levantan la voz están a favor de sus
medidas. Son así de limitaditos.
El domingo 29 de septiembre se produjo en las Islas Baleares una
manifestación histórica contra las políticas educativas del gobierno de Bauzá
que sacó a la calle a más del 10% del total de la población de la Comunidad
Autónoma. Ante esta movilización y demostración de que la población está en
contra de sus políticas la respuesta del gobierno balear ha sido comparar el
número de asistentes con el número de personas que les votaron en las últimas
elecciones de 2011. Son así de limitaditos y de analfabetos democráticos.
¿Acaso pretenden que salga a la calle el 100% de la población para que se
enteren de que hay mucha gente que no soporta más las políticas neoliberales de
este partido? Imagino que sí. ¿Deben juntarse más de 11 millones de personas en
Madrid para que el Partido Popular rectifique sus políticas destructoras del
Estado del Bienestar? Debe ser que ese sería el único modo para que cambien de
políticas.
Como
cualquier partido político que basa su ideología en el autoritarismo, en
el ordeno y mando, y que utiliza la democracia como coartada
para implantar un modo de gobernar cercano a una dictadura pero bajo la pátina
de un Estado de Derecho, el Partido Popular está cercenando las libertades y
los derechos cívicos de los españoles al minimizar las movilizaciones de los
ciudadanos, por más que el pueblo español se esté destacando por una pasividad
alarmante. El ensalzamiento de que la mayoría silenciosa, es
casi obsceno y roza la provocación hacia la ciudadanía. De igual modo es una
forma de criminalizar a aquellos que salen a la calle para demostrar su
indignación y su oposición a las políticas de involución perpetradas por
Mariano Rajoy y por todos los gobiernos que están bajo las alas ponzoñosas de
la gaviota genovesa.
Esta
criminalización la vemos en las descalificaciones hacia aquellos que se
movilizan en serio aplicando medidas fuertes de presión sobre los gobiernos
autoritarios del Partido Popular. Lo vemos en las Mareas. En la Comunidad de Madrid la Marea Blanca se movilizó a través de grandes
manifestaciones contra la privatización de la Sanidad Pública, pero estas
manifestaciones estuvieron apoyadas por otras medidas de fuerza como huelgas de
los médicos que paralizaron prácticamente la actividad de los centros
sanitarios, como la convocatoria de un referéndum sobre el proceso de
privatización y un largo etc. La respuesta a estas movilizaciones por parte del
Partido Popular fue una criminalización de los médicos en huelga echándoles en
cara que los males de la sanidad madrileña eran culpa de esas movilizaciones
legítimas de los trabajadores. Su mentalidad autoritaria les hizo seguir
adelante con el proceso de privatización haciendo oídos sordos de las
movilizaciones. Pero los trabajadores continuaron con su lucha y, de momento,
están ganando el pulso al paralizar, vía tribunales, este proceso que sólo
busca la apertura de un nuevo nicho de negocio que les asegure un futuro
lucrativo a través de la puerta giratoria de
la política hacia la empresa privada, tal y como se demostró con las
actividades privadas de Lamela y Güemes, antiguos Consejeros de Sanidad de la
Comunidad de Madrid, y los sustanciosos contratos conseguidos de la Sistema de
Salud Madrileño.
Lo mismo ha ocurrido con, por ejemplo, los funcionarios. En el
año 2012 el gobierno de Mariano Rajoy aprobó a través de un Real Decreto, es
decir obviando al Parlamento e imponiendo la medida tal y como Franco lo
hubiera hecho, la eliminación de la paga extra de Navidad a todos los
funcionarios, tanto de la Administración Central del Estado como de cualquier
otra Administración. Los funcionarios se movilizaron con paros parciales o
aprovechando su media hora de descanso para cortar la Avenida de la Castellana
en Madrid reivindicando lo que les correspondía por derecho laboral. El
gobierno respondió amenazando con la apertura de expediente y sanciones a
quienes se movilizaran y alabando a aquellos que no se pronunciaban.
En el
país hay descontento, hay ganas de sacar de la Moncloa a esta panda de
neoliberales, mucha más de lo que se creen Mariano Rajoy, su partido y sus
palmeros mediáticos. El PP está llevando a los españoles a una situación de
país en desarrollo, con bolsas de pobreza que ya superan el 20% de la
población, con un paro desbordado que supera el cuarto de la población activa,
con españoles pasando hambre, con españoles que son víctimas de las políticas
que el mismo PP implantó en la primera legislatura en que gobernaron con la
creación de la burbuja inmobiliaria y son echadas a patadas de sus casas por la
voracidad de la banca y un largo etc. Sin embargo, el Partido Popular alaba a
quienes se quedan en casa y no pían. Es un modo de dar la espalda a quienes lo
necesitan que son los que se manifiestan. Es un modo de negar la realidad y
vivir en ese Matrix Genovés por el que la
economía está mejorando cuando todos los indicadores muestran lo contrario.
El
pensamiento ultraconservador español es reducir la democracia a las semanas de
campaña electoral y al día de las elecciones. Una vez los resultados les dan
mayoría absoluta se olvidan de la democracia e implantan su modo de gobernar
autoritario. Nos votasteis, ahora no protestéis, es el mantra. Pero
se olvidan de una cosa que en su mentalidad cerril no cabe: el pueblo tiene el
poder siempre y tiene el derecho de expresar el descontento porque así lo
dictan las leyes y la Constitución Española, por mucho que haya dirigentes
genoveses que pidan la regulación de los derechos de reunión, opinión y
manifestación. Tal vez sea que en su lenguaje eufemístico la palabra regulación
signifique derogación. No es de extrañar teniendo en cuenta que son un partido
autoritario con un disfraz de demócratas. Tal vez el pueblo tenga que
enseñarles que la democracia también es eso, también es la movilización y la
confrontación de opiniones.
Tal vez sea que el Partido Popular tiene alergia a la democracia
y sólo la ve como un partido de fútbol, de ese fútbol que tanto gusta a Mariano
Rajoy.
Fuente: http://www.nuevatribuna.es/arti
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