Publicado en
22 febrero, 2014 por victorjsanz
En la actualidad se reconoce ampliamente que la
división entre Norte y Sur del mundo, que se conformó tras la era colonial junto
con la coalición de los “nuevos países” contra las potencias del Norte, terminó
con la llegada de la globalización.
Hoy hay partes del “Tercer Mundo” en el Norte y partes
del “Norte” en el Sur. El mundo ya no es bipolar, con dos grandes potencias que
crearon la otra gran división, Este-Oeste. Nos encontramos en un mundo
multilateral, donde una plétora de siglas (BRICS, G-20, TTP, etcétera) muestran
la presencia de numerosos actores.
Pese a la irrelevancia actual de la división entre
Este-Oeste (aunque el presidente Vlamidir Putin instrumenta una astuta
estrategia para sostener a Rusia como un competidor mundial, en lugar de
aceptar ser solo un actor regional), la división Norte-Sur se mantiene en el
plano cultural, mientras el comercio y especialmente las finanzas, son
poderosas fuerzas de integración.
La clase media, resultante de una lucha
centenaria por la justicia social y la redistribución de los ingresos, está
desapareciendo rápidamente.
En el ámbito cultural, la gente del Norte sigue
teniendo una visión estrictamente geocéntrica del mundo y las estadísticas
muestran que solo una pequeña cantidad de productos culturales fluye desde el
Sur hacia el Norte. El gran caudal se intercambia entre Estados Unidos y
Europa. Asimismo, en términos políticos, las dos mitades del Norte interactúan
mucho más que con el Sur.
El crecimiento de China y de Asia, como centro
neurálgico del siglo XXI, no se refleja en absoluto en el campo de la cultura y
la política. Los blancos conservan un sentido de comunidad, que la campaña
contra los inmigrantes continúa reforzando.
Mientras mayor es la pérdida de importancia del Norte
en el nuevo mundo multipolar, la reacción es refugiarse en el populismo, en
partidos xenófobos y nacionalistas, que sueñan con volver a los viejos tiempos.
Ello explica la aparición de nuevos movimientos políticos como el Tea Party en
Estados Unidos y agrupaciones similares que jugarán un gran papel en las
próximas elecciones europeas.
En el intercambio político y cultural el centro del
Norte sigue siendo Estados Unidos. Sus ciudadanos no están muy interesados en
Europa, considerada un mundo diferente, que intenta proteger el bienestar y
donde hay un tinte de socialismo (Rush Limbaugh de Fox News ha acusado al papa
Francisco de “inculcar el marxismo puro”). Al contrario, Europa mira con
atención a Estados Unidos.
Por lo tanto, en esta era de la globalización
neoliberal, lo que ocurre en Estados Unidos todavía tiene muchas posibilidades
de reverberar en Europa. Ningún ejemplo es más contundente que el sector
financiero.
Los bancos europeos están comportándose cada vez más
como los bancos estadounidenses y para ellos Wall Street es el punto de
referencia en conducta y estilo. Según la Asociación Bancaria Europea, en 2013
cerca de 2.000 banqueros de este continente ganaron más de un millón de euros
(1.186 solo en Gran Bretaña).
También en la industria se observa una brecha
creciente entre lo que gana un jefe y sus dependientes.
Esta tendencia, que nació en Estados Unidos y luego se
expandió hacia Europa, no muestra en absoluto signos de desaceleración. Por
esta razón tenemos que considerar a Estados Unidos como el modelo.
A fines de enero, el banco JPMorgan Chase anunció que
en 2013 había aumentado en 74 por ciento la remuneración de su presidente,
Jamie Dimon, totalizando la pasmosa cifra de 20 millones de dólares. Esto
por un año en que el banco pagó 20.000 millones de dólares de multa y escapó
por poco a una acusación de culpabilidad penal.
Unos días después, Francisco González, presidente del
Banco de Bilbao y Vizcaya (BBVA), imitó a Dimon de forma modesta, al anunciar
que su remuneración de 2013 había sido de siete millones de dólares. El salario
combinado de Dimon y González es equivalente al ingreso anual promedio de 2.250
personas jóvenes de ambas regiones.
Recientemente, el New York Times publicó un reportaje
con el título “Los vendedores preguntan: ¿Dónde van los adolescentes?”, en el
que anunciaba que las compras de ropa de los adolescentes estadounidenses
bajarían en 6,4 por ciento entre el tercero y el cuarto trimestre.
La tasa de desempleo de los estadounidenses de 16 a 19
años es de 20,2 por ciento, muy superior al índice nacional de 6,7 por ciento.
Empero, esto sería un sueño en Europa, donde el desempleo juvenil es mucho
mayor.
En estudio constató que en Italia la mayoría de los
solteros mayores de 35 años siguen viviendo con sus padres. Y otros datos
muestran que las tiendas de la clase media baja se encuentran en crisis,
mientras que las tiendas para ricos están en pleno auge.
Como es evidente, la desigualdad social está
aumentando. Las estadísticas demuestran que casi todo el crecimiento en los
últimos años ha ido a la cima de la pirámide, formada por uno por ciento de la
población.
Según un estudio realizado por la London School of
Economics, dentro de 16 años habremos retrocedido al grado de desigualdad
social de los tiempos de la reina Victoria (1837-1901).
Todo esto, en un contexto de indiferencia generalizada
de las elites políticas, enfrascadas en un combate autorreferencial sobre
cuestiones del día a día.
Roberto Savio, fundador y presidente emérito de la
agencia de noticias Inter Press Service y editor de Other News.
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