Una
historiadora de la Universidad Libre de Bruselas demuestra en un polémico libro
la estrecha relación que tuvieron el caudillo y la monarquía belga
La autora se
basa en la correspondencia entre los jefes de Estado
Reina
Fabiola en mayo de 2011. / Cordon Press
Apenas tres
meses después del fallecimiento de la reina Fabiola de los belgas a
los 86 años, una historiadora de la Universidad Libre de Bruselas (Bélgica) ha
publicado esta semana el controvertido libro Fabiola, un peón en el tablero
de ajedrez de Franco (Renaissance du livre) en el que demuestra que la
mujer del rey Balduino (1930-1993) era una marioneta del caudillo
español. Anne Morelli, académica de 67 años, se basa en la
correspondencia entre los tres —Fabiola, Balduino y Franco—, que mantuvieron
hasta la muerte del caudillo, en 1975. “No era solo diplomacia, había mucho
afecto”, defiende.
La reina
Fabiola fue utilizada por el régimen de Franco para “hacer propaganda”,
sostiene la investigadora, hija de una pareja de exiliados de Nápoles (Italia)
asentados en Bélgica. Morelli explica qué fue lo que hizo saltar la chispa:
“Me pareció muy raro cómo anunció Gaston Eyskens [primer ministro belga] el
enlace entre Fabiola y Balduino”, explica mientras mantiene la mirada fija en
un jardín de la facultad pero la mente en aquel día de otoño de 1960. El primer
ministro nada más anunciar el enlace “insistió en que [Fabiola Mora y Aragón]
nada tenía que ver con Francisco Franco”. ¿Por qué?, se preguntó la autora.
Ella lo niega rotundamente pues, entre otras cosas, un hermano de Fabiola,
Gonzalo, “fue voluntario con las tropas de Franco” durante la Guerra
Civil (1936-1939).
Anne Morelli
autora de Fabiola, un peón en el tablero de ajedrez de Franco. / Erik Luntang
Excusa no
pedida, acusación manifiesta; Morelli comenzó entonces a estudiar la historia y
la relación entre los jefes de ambos Estados. Una relación de “amistad
secreta”, concreta Morelli. “En aquellos años los belgas tenían mucha simpatía
hacia los republicanos españoles”, explica. La ciudadanía no podía ver ciertos
comportamientos en sus reyes, añade. Además los valones en aquella época
“pedían una república”, comenta Morelli.
15 de
diciembre de 1960. Es el día del enlace entre Fabiola y el rey Balduino en la
catedral de San Miguel y Santa Gúdula, en Bruselas. La autora resalta el hecho
de que el monarca sólo llevaba la medalla de la orden de Isabel la Católica
—premio a la lealtad y los méritos contraídos en favor de la prosperidad de los
territorios españoles— como complemento a su vestimenta nupcial. “Fue un regalo
personal de Franco”. Balduino alardea en una de sus cartas escritas al
generalísimo de que “la única” condecoración que llevó el día de su enlace con
Fabiola era su presente. “Es un gran honor”, reza la misiva.
La
historiadora viajó a Madrid en varias ocasiones para recabar información de los
archivos del Pardo, de Exteriores y de la Fundación Nacional Francisco Franco
—gestionada por la familia del dictador— a los que pudo acceder “sin ningún
problema” siempre que quiso, señala, muy expresiva. A pesar de que Morelli
muestra en su libro de 150 páginas las cartas —en español y a mano Fabiola y en
francés y a máquina Balduino— que los monarcas belgas enviaron al caudillo, aún
falta la mitad de la historia.
Portada del
libro Fabiola, un peón en el tablero de ajedrez de Franco. / Erik Luntang
“Pienso que
hay mucho material en Bélgica [sobre la relación con Franco] y tengo miedo de
que se tire a la basura”, confiesa. Morelli ha querido acceder al archivo de la
Casa Real belga desde 2010 (coincidiendo con el 50º aniversario de la boda
entre Balduino y Fabiola). “Las autoridades no me dejaron entrar”, sostiene
entre risas. Ella no lo dice, pero su mirada sugiere que esta prohibición
responde al trabajo de investigación que estaba llevando a cabo y que terminó
en agosto pasado, con la reina aún viva.
En los años
sesenta el régimen franquista dio un giro de 180 grados en un afán por buscar
legitimidad internacional. “La visita de Eisenhover [el presidente de los EE
UU] , Eurovisión, el fútbol o la apertura de la fábrica Seat” son ejemplos del
régimen por intentar enseñar una faceta “normal” del país, señala la académica
y escritora. “Fabiola era un instrumento más de aquella normalización de
Franco”, sostiene.
“El No-Do
[Noticiero Documental] emitía constantemente mensajes positivos de la monarquía
belga”. El régimen quería enseñar a la ciudadanía que un miembro de la realeza
europea había tenido que buscar a “una chica con las verdaderas virtudes” en la
España que él había creado. La España del nacionalcatolicismo, exclama Morelli
con voz grave, casi de burla. “Había libros que contaban el idilio” entre el
belga y la española, muestra la historiadora mientras se pone las gafas de
cerca, pues al hablar las vuelve a colocar en la cabeza, sobre un cabello
rizado y espeso. Costaban tan solo cinco pesetas.
Para la
investigadora, las visitas al Azor —el famoso yate de los Franco— de los
monarcas belgas o las vacaciones en una casa de la familia del caudillo en la
sierra de Cazorla no son casualidad. A pesar de que otros dirigentes mundiales
se reunieron también con Franco —incluido los Kennedy— durante aquellos años de “apertura” al mundo, la
autora continua defendiendo su tesis. “Una cosa es la diplomacia y otra cosa es
la amistad”, denuncia. Pero lo que lo hace aún más diferente es el secretismo.
“La familia real belga ocultaba esta relación” pues, según Morelli, la
monarquía “no era muy estable” en Bélgica.
Aunque
Morelli terminó su libro en agosto de 2015, la muerte de Fabiola, el pasado 5
de diciembre, hizo que la publicación se retrasara hasta ahora porque,
paradójicamente, según dijo su editor: “De los muertos no se dice nada, solo lo
bueno”.
Fuente: www.elpais.com
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