¿Y si dimite Rajoy?
Sin una movilización popular fuerte, el carácter limitado de un
gobierno provisional y el cálculo electoral hacen dificil la posibilidad de una
dimisión del presidente.
Diego
Sanz Paratcha. Redacción web
18/07/13
· 15:42
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Las concentraciones de la tarde del
jueves 18 en más de 40 ciudades en todo el Estado piden la dimisión de
Rajoy. Incluso Rubalcaba, recientemente enredado en
un nuevo pacto con el PP para presentar una cara unificada ante la
Unión Europea, ha pedido la dimisión del presidente del Gobierno por las últimas revelaciones
del excontable del PP, Luis Bárcenas, ante el juez Ruz en la
Audiencia Nacional. ¿Pero qué pasa antes y después de la dimisión de un
presidente del Gobierno?
Técnicamente, dicha renuncia se debe
dar según lo dispuesto en el artículo 21 de la Ley
50/97 de Gobierno y el artículo 99 de la
Constitución. El primero establece los límites del Gobierno en
funciones, porque tal sería el carácter del Gobierno que por ley presidiría un
hipotético sucesor del dimisionario Mariano Rajoy. Un Gobierno que, en el contexto actual de “negociación” constante con la troika
sobre el déficit, no podría aprobar ninguno de los Presupuestos
Generales del Estado, ni presentar proyectos de ley (ni ante el Congreso ni
ante el Senado), entre otras limitaciones como la imposibilidad de convocar un
referéndum consultivo. El segundo marca la mayoría absoluta necesaria para
que el Congreso aceptara en primera votación a un candidato
(necesariamente electo como diputado) propuesto por un Rajoy cesante.
“Y esto último en caso de que el
presidente pudiera proponer ahora mismo algún candidato que estuviera apoyado
por el resto de diputados del PP”, ironiza una fuente parlamentaria de
Izquierda Unida. Al final, la disolución de las cortes y
la convocatoria de unas elecciones sería el horizonte que esperaría a cualquier
“presidente X”. En la actual etapa de monarquía parlamentaria sólo
hay un precedente: la dimisión de Adolfo Suárez el 29 de enero de 1981, un
proceso que según las mismas fuentes de Izquierda Unida fue “una chapuza” pues
la firma del decreto de dimisión, con la estampa del entonces ministro de
Justicia, Francisco Fernández Ordóñez, y no del rey, ni siquiera respetó los
cauces formales. El sucesor Leopoldo Calvo Sotelo aguantaría hasta diciembre de
1982 con golpe de Estado incluído durante su investidura.
Las opciones del presidente
Es bien conocida la cita de Rodolfo
Martín Villa sobre la dimisión de Suárez. Según el hoy consejero del (por citar
algo) "banco malo", el expresidente en el momento de dimitir “no
tenía conejos en la chistera, ni siquiera tenía conejos ni chistera”. Ante la
posibilidad de la moción de censura, aparentemente más cercana que la dimisión,
de momento el PP mantiene el blindaje parlamentario al presidente.
Al respecto, fuentes del grupo parlamentario de IU (integrada en el grupo
Izquierda Plural) han negado a DIAGONAL que el jefe de la oposición, Alfredo
Pérez Rubalcaba, haya establecido contacto alguno con el portavoz Cayo Lara
para negociar los términos y ritmos de una posible moción de censura.
El 24 de julio se reune la diputación
permanente del Congreso, fecha que según escriben algunos analistas puede ser
la elegida por Rubalcaba para presentar la moción de censura. Esta puede presentarse con el acuerdo de una décima parte de los
diputados, pero para aprobarse es necesaria la mayoría absoluta del
parlamento y, lo que es quizá más importante, con la existencia de una
candidatura alternativa que ocupara la presidencia de un Gobierno en funciones.
El conejo en la chistera de Rajoy puede ser, nuevamente, su ya proverbial
política de brazos cruzados (van ocho negativas a dar explicaciones en el
Congreso sobre el caso Bárcenas). O, como escribe Lluis
Orriols, disolver las cortes y convocar elecciones con el cálculo de
que hoy por hoy los resultados del PP serían mejores que si se celebraran en el
momento de agotarse la legislatura. Síntoma, como mínimo, de que el Gobierno no
se tomaría muy en serio sus propios pronósticos de recuperación
económica.
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