El sacerdote Francesc Romeu, el
miércoles, cuando se dirigía a los subsaharianos / ALBERT GARCÍA
“Sed bienvenidos. Os dejamos esta iglesia como
una ayuda a vuestra lucha por la dignidad. Os pido respeto por vuestra casa”.
Estas fueron las palabras con las que el pasado miércoles el sacerdote Francesc
Romeu, de 54 años, recibió en su
parroquia a unos 50 subsaharianos provenientes de la desalojada nave de la
calle Puigcerdà. Uno a uno se sentaron en los bancos de la iglesia
de Sant Bernat Calbó, en la rambla del Poblenou, bajo la mirada de los seis
ángeles que rodean una gran cruz blanca. Llegaron hasta allí arrastrando sus
carritos de súper, pero a diferencia de todos los días no los tenían llenos de
la chatarra que recogen por la ciudad, sino de sus pocas pertenencias. En la
primera noche durmieron allí 43 personas, muchos sinpapeles. Estarán una
semana en el templo.
Romeu, sudando a chorros, les habló
con ternura pero con firmeza. Repitió mucho la palabra dignidad. Después de las
intervenciones de algunos de los desalojados, el párroco hizo lo posible para
que el edificio se convirtiera en un sitio apto para que las personas pudieran
pasar la noche. En la iglesia solo hay un baño. Algunos vecinos llevaron
ventiladores, ropa y en la puerta de la iglesia hay un letrero con la lista de
alimentos que se necesitan. El agua la pone una fuente pública que hay en la
calle.
Hace 28 años que Romeu es
sacerdote. También es
periodista y da clases en la Universidad Ramon Llull. Ayer no
apareció por Sant Bernat porque quiere evitar los micrófonos y las cámaras.
“Los que tienen que hablar son los de la Asamblea Solidaria contra los
Desalojos y los mismos afectados”, se excusó ayer por teléfono. Sin embargo, al
otro lado de la línea, su voz sigue sonando tierna y firme. Repite la palabra
dignidad muchas veces. “Una iglesia cerrada está condenada a la desaparición”,
asegura.
"El
papa Francisco nos pide gestos", asegura el párroco del Poblenou que aloja
a los subsaharianos en su iglesia
Hace cuatro años es el párroco de
Sant Bernat y del cercano templo de Santa María de Taulat, aunque lleva 16 años
en el barrio como sacerdote. De hecho, nació allí. Hace dos meses los vecinos
de la Asamblea y la comunidad parroquial le habían consultado la posibilidad de
hacer el encierro, como una manera de solidarizarse con la lucha de los habitantes
de la nave. Él no lo veía muy claro. Pero el desarrollo de los acontecimientos
y algunas actitudes le forzaron a dar el paso adelante. Manel Andreu, líder
vecinal del Poblenou, explicó que Romeu pidió el permiso al Consejo Parroquial
para llevar a cabo el gesto. Y se lo dieron bajo tres premisas. Que hubiera una
gran responsabilidad en el templo y solo entraran los afectados de la nave, que
la ocupación no fuera extendida en el tiempo y que tuviera un objetivo y
reivindicación clara: que nadie se quede sin techo.
¿Por qué lo ha hecho? ¿Lo harían
otros sacerdotes en otros sitios de la ciudad? “Lo único que puedo hacer es
remitirme a la homilía del
papa Francisco en Lampedusa”, aseguró Romeu. El 8 de julio, Jorge
Mario Bergoglio celebró una eucaristía por los inmigrantes muertos en las
pateras en la isla de Lampedusa, puerta de entrada de muchos subsaharianos a
Italia. “¿Quién es el responsable de la sangre de estos hermanos? Ninguno.
Todos respondemos: yo no he sido, yo no tengo nada que ver, serán otros, pero
yo no. Hoy nadie se siente responsable, hemos perdido el sentido de la
responsabilidad fraterna”, dijo ese día el papa en su primera salida del
Vaticano.
“Hemos hecho [el encierro] porque
nos toca. El papa Francisco nos pide signos. Las naves las tenemos aquí en el
barrio, no podemos mirar a otro lado”, dijo Romeu. No teme represalias y dice
tener el apoyo de varios de sus compañeros. “Puede ser que no le guste a
algunos vecinos, que digan que les lleno la plaza de ratas. Oí gritos así en el
desalojo. Por eso los acogemos: el Poblenou no puede ser la Francia de Nicolas
Sarkozy”.
Fuente: www.elpais.com
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