Los mitos del 36
Un grupo de profesores, coordinados por Francisco Sánchez Pérez,
abordan en este libro temas que sirven para esclarecer cuestiones que aún
siguen siendo tabú hoy.
Julián
Vadillo. Redacción
18/07/13
· 8:08
El 18 de julio se cumplen 77 años del
golpe de Estado contra la República. Y a pesar de los años que han pasado
todavía es un tema que genera debate y pasiones a partes iguales. La derrota
militar de la República y de los proyectos que habitaban en ella, los largos
años de una dictadura impuesta y desarrollada bajo el terror y casi los mismos
años de un sistema democrático fundamentado en los mismos pilares de esa
dictadura han tendido a distorsionar mucho de los acontecimientos sucedidos
durante la década de 1930, a fomentar lugares comunes o sencillamente a desdibujarlos en un olvido pactado, a estigmatizarlos
en una guerra de “buenos y malos” o de “todos malos” (como es la moda
historiográfica actual, en algunos casos).
Se tiende a
distorsionar los acontecimientos en una guerra de “buenos y malos” o de “todos
malos”, como es la moda actual
Es por ello que
aunque hayan corrido ríos de tinta sobre aquellos acontecimientos del verano de
1936 que desembocaron en una Guerra Civil hasta 1939 y en la imposición de una
dictadura, aun hoy queden cosas por dilucidar. Y gran parte de esas cosas las
han puesto encima de la mesa un grupo de profesores, que coordinados por el
profesor Francisco Sánchez Pérez, han abordado algunos temas de enorme
importancia que han servido para esclarecer cuestiones tabú aún
hoy. Los mitos del 18 de julio se convierte así en una
referencia para acercarnos a los orígenes de la Guerra Civil.
Algunos de esos mitos comenzaron a
fraguarse en el mismo momento del golpe de Estado y fueron utilizados como
excusa para poder perpetrar ese golpe de Estado. Hoy todavía se utilizan como
elementos históricos para poder dar lecturas del acontecimiento.
1. La República no era un
sistema democrático
Es quizá uno de los mitos más
utilizados. Considerar que la llegada de la República fue antidemocrática, pues
en 1931 ganaron los monárquicos y no los republicanos, es un argumento
utilizado desde el Franquismo y que la historiografía neofranquista hoy ahonda
aun más. Sin embargo todas estas tendencias no tienen en cuenta el poder
que el caciquismo tenía en 1931 en muchas zonas de España y por el
cual el voto fue dirigido en la zonas rurales. En las áreas urbanas fueron los
republicanos los que triunfaron sin ningún tipo de dudas. El origen de la
República es plenamente democrático y se inscribe en la tradición democrática
de la llegada a tales cotas de libertad de otros países, como por ejemplo
Alemania en 1918.
2. Las izquierdas son las
responsables de la Guerra Civil
Argumento utilizado desde el mismo
momento del golpe de Estado. Siempre se hace mención a la revolución de octubre
de 1934 como el ejemplo golpista de las izquierdas contra la propia República.
Lo que hicieron los militares fue una contrarrevolución preventiva que llevaba
irremediablemente a España hacia la construcción del modelo soviético. Nada más
lejos de la realidad. Las izquierdas eran quienes mejor encarnaban el concepto
revolucionario como superación progresiva de los problemas sociales. En ese
sentido, y tal como Francisco Sánchez Pérez enmarca en capítulo introductorio, el concepto de “revolución” en la época era extensivo tanto a los
republicanos liberales como a los anarquistas. Cada uno tenía su
concepto revolucionario. Y de hecho la proclamación de la República es en sí un
acontecimiento revolucionario. El problema es cuando se valora ese concepto con
perspectiva actual. En la década de 1930 “democracia” no está reñido con
revolución. Y la Revolución de octubre de 1934 forma parte de ese proceso de
profundización democrática (cada uno con su perspectiva) frente a elementos
reaccionarios de la sociedad que no querían para nada la democracia. La
responsabilidad de la Guerra Civil recae exclusivamente en aquellos que
perpetran el golpe de Estado contra la República. Esos conceptos de revolución
y las perspectiva de la izquierda son perfectamente tratado en el libro por el
profesor Julio Aróstegui (in memoriam).
3. España iba a caer en la
órbita de la URSS. El comunismo iba a dominar España
El miedo al comunismo fue y es otro de
los argumentos favoritos para justificar la Guerra y el Franquismo. Como se
dice en el libro es algo estratégico, incluso hoy. Abocar al peligro socialista
sería ridículo. Y lo mismo decir hacia el anarquismo. Lo mejor era introducir en
un mismo saco todo y decir que existía un peligro comunista. Pero ni el PCE era
un partido poderoso cuando estalla la Guerra Civil (va creciendo en influencia,
como demuestra el profesor Fernando Hernández Sánchez) ni había ningún contacto
entre la República española, sus políticos y la URSS. Incluso haciendo un
análisis de la fuerza de la izquierda del momento en España no era en ningún
caso prosoviética. La mayoría del movimiento obrero se enmarcaba
en el socialismo y el anarquismo que no tenían, ni mucho menos,
simpatías por la URSS. No, la República no estaba vendida a la URSS.
Gracias a las
investigaciones del profesor Ángel Viñas
se ha podido demostrar que existían acuerdos entre monárquicos y los
fascistas italianos desde el 1 de julio
de 1936 para la compra de material bélico
Muy por el contrario son los
defensores de la unidad de la nación los que habían llegado a pactos y acuerdos
con la Italia fascista. Gracias a las investigaciones del profesor Ángel Viñas
se ha podido demostrar que existían acuerdos entre los monárquicos y los
fascistas italianos desde el 1 de julio de 1936 para la compra de material
bélico. Una importante cantidad de armamento que no solo estaba destinada a un
golpe de Estado sino a soportar una guerra. No nos resulta nada nueva la
fascinación que un personaje como Gil Robles le causó la Alemania nazi.
Ni las simpatías que el lider de los monárquicos, José Calvo Sotelo, tenía por
la Italia fascista. Curiosamente los acuerdos de su grupo monárquico con el
fascismo y sus discursos profascistas en el Congreso coinciden en fechas. Esto
anula la idea de que el asesinato de Calvo Sotelo desencadenó la Guerra, ya que
se tenían acuerdos previos para desencadenar esa guerra. Por no hablar de que
al mismo tiempo que se asesinaba a Calvo Sotelo se cometió el crimen contra el
teniente Castillo, reconocido izquierdista.
4. Fue un golpe a la antigua
usanza del pronunciamiento que degeneró en una Guerra Civil
Por las informaciones que se tienen es
imposible pensar tal circunstancia. El golpe del 18 de julio no fue un
pronunciamiento. Emilio Mola dejó muy claro que aquello iba a
ser una guerra, larga y cruenta donde había que imponer el terror.
El libro, gracias a las aportaciones de Fernando Puell, rescata esas
directrices de Mola. Además ahonda en el problema militar en España. La reforma
de Azaña había generado un sentimiento antiazañista y antirrepublicano en
muchos sectores del Ejército que hicieron que estos se rebelasen contra la
República para defender sus privilegios.
5. La derecha no fue tolerada
en la República
Exceptuando algún caso, la derecha
española nunca ha tenido una tradición y raíz democrática. Su origen ha venido
siempre de la reacción al progreso y a la revolución, a la profundización
democrática y al avance. La derecha que se presentó en la República, excepto en
casos como el de Alcalá Zamora, Luis Lucía o de Giménez Fernández, como enemiga
de la misma y con el objetivo de destruirla. Cada uno lo hizo desde su
posición. Unos desde el llamado “accidentalismo” (como la CEDA de Gil Robles),
otros desde la violencia verbal y física (los monárquicos de Calvo Sotelo) y
otros desde el propio terrorismo (Falange). Estos grupos nunca estuvieron
integrados en las instituciones republicanas. Muy por el contrario lucharon por la consecución de sus objetivos políticos
corporativos. El profesor Eduardo González Calleja nos muestra a la
perfección esta evolución de la derecha española.
6. La violencia como elemento
fundamental de la República
Es el gran mito fomentado por el
franquismo tal como demuestra el profesor José Luis Ledesma. Y es un tema
continuado tanto por los divulgadores del neofranquismo histórico como por una
parte del mundo académico. Sin embargo España no tiene más violencia que
cualquier país del entorno con democracias más asentadas (solo hay que recordar
las huelgas que se desarrollaron en Reino Unido o en Francia). La República
tuvo violencia. Pero hay que distinguir aquella que venía por sus propios
problemas estructurales (casos de Arnedo, Castilblanco, Alto Llobregat o Casas
Viejas) que se fueron aminorando con el tiempo, a la violencia para la propia
desestabilización de la República, como es la variable que los grupos
callejeros de extrema derecha introducen. Pero en ningún momento la República
tiene un plan trazado de exterminio del enemigo (como así harán
constar los franquistas), ni siquiera contra la Iglesia, que los sublevados
toman como bandera mucho más tarde que el propio 18 de julio, tal como Hilari
Raguer demuestra.
Estos y otros muchos más mitos (el
separatismo, las tramas civiles, las reformas de la primavera de 1936, etc.)
son tratados en la obra Los mitos del 18 de julio, donde un elenco de buenos historiadores presentan sus trabajo.
Mención especial cabe para el profesor Julio Aróstegui, fallecido en enero de
este año y que no ha podido ver esta obra publicada, como tampoco su
última gran obra Largo Caballero. El tesón y la quimera. Con toda
probabilidad Aróstegui es uno de los mejores historiadores de este país en los
últimos tiempos. Y así lo demuestra su amplia producción sobre movimiento
obrero, guerra civil, conflictividad, etc. Pero no solo de eso, sino de la
forma de hacer y escribir historia. Su desaparición ha dejado huérfano el
panorama historiográfico español. Pero nos queda su obra y, como se puede
comprobar, sigue dando sus frutos.
Estamos ante una gran obra. Con cosas
discutibles pero con grandes aportaciones. Aunque inabarcable, poco a poco nos
vamos acercando a la realidad de lo que sucedió y pasó en la Guerra Civil
española.
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