Las grandes empresas
y gobiernos le están cavando la tumba al capitalismo, opina Paul Rosenberg,
empresario e ingeniero de Estados Unidos, quien destaca que la opresión a los
fabricantes y pequeños empresarios se transformará gradualmente en neofascismo
de una élite superpoderosa.
Internacional | Russia Today | 25-07-2013 |
“Voy
a ser franco: nuestro sistema capitalista se acerca al fracaso. O quizá sea
mejor decirlo así: Nuestros sistemas de mercado marginalmente capitalistas,
parcialmente libres, se están acercando a un colapso masivo”, asegura en su
blog Freeman Perspective.
Rosenberg
enumera nueve factores que condicionan el declive del capitalismo, todos ellos
relacionados con el hecho de que los empresarios que crean nuevos bienes o
servicios se han convertido en esclavos de las grandes corporaciones y de los
gobiernos.
1.
Demasiadas personas económicamente dependientes
El
productor medio se encuentra en condiciones de miseria. Por poner un ejemplo,
el importe total de los impuestos recaudados en EE.UU. no crece, pero cada vez
son menos las personas que realmente pagan impuestos. Durante las últimas
elecciones presidenciales se reveló que el 47% de la población activa no paga
ni un centavo en impuestos sobre la renta, lo que significa que la segunda
mitad lo paga por todos, incluyendo por los muchos millones de personas que
utilizan cupones de alimentos y discapacitados. “Los productores se ven
castigados y maltratados, se ven ridiculizados”, explica Rosenberg.
2.
Los ciudadanos no pueden ahorrar
Ahorrar
dinero se ha vuelto imposible. Hace cien años, los mecánicos, carpinteros o
comerciantes llenaban lentamente sus cuentas bancarias con oro y plata, lo que
les permitía gozar de una vejez cómoda, así como pedir préstamos entre sí para
el desarrollo empresarial. Pero ahora “el dinero ha sido retirado de las manos
que lo generaron, y se trasladó a las manos de los no productores, mentirosos y
destructores”, denuncia el bloguero estadounidense.
3.
Excesivo gasto de la regulación estatal
Rosenberg
cita como ejemplo EE.UU., que en 2008 gastó el 14% de la renta nacional (1,75
billones de dólares) en regulación estatal. “El dinero simplemente se extrae de
la producción y se desperdicia en la psicosis política”, afirma.
4.
La empresa grande “esclaviza” a la pequeña
Solo
las empresas más grandes y más estables son capaces de llamar la atención de
las autoridades sobre sus problemas. Las pequeñas empresas carecen de “libro de
reclamaciones” y se encuentran aplastadas por los altos impuestos y la
regulación excesiva. Según Rosenberg, Mussolini tenía razón cuando dijo que “el
fascismo debería más bien ser llamado corporativismo, ya que es la fusión del
Estado y del poder corporativo”.
5.
Un complejo militar-industrial ingobernable
El
complejo industrial militar está fuera de control. Su lobby, su alarmismo y sus
gastos sólo pueden ser caracterizados como “obscenos”, afirma el autor.
Billones de dólares y millones de vidas productivas se gastan en las máquinas
de guerra de Occidente. “Nunca hay que olvidar que las guerras destruyen
masivamente y no producen nada”, explica.
6.
Burocracia inútil y costosa
Todos
los países occidentales tienen ahora una clase numerosa de burócratas, cuerpos
policiales, inspectores encargados de hacer cumplir la ley. Sólo en EE.UU.
suman varios millones, ninguno de los cuales produce nada y solo impiden a los
fabricantes producir bienes. “A millones de personas se les paga para
restringir el comercio”, indica Rosenberg.
7.
Los ricos no producen
El
bloguero destaca que apareció una casta de personas muy prósperas que gana
millones de dólares de forma agresiva. Y el problema es que estos ingresos no
son productivos, y el dinero invertido, en realidad, no produce nada. “Resulta
que reciben una gran cantidad de dinero, pero solo generan residuos”, concluye
Rosenberg.
8.
El altruismo es historia
La
ética de los negocios modernos se basa solo en adquisición y no en la creación.
En tiempos más ilustrados se trataba de procurar beneficios al mundo o de, al
menos, crear cosas nuevas y mejores. “Limitarse a agarrar todo lo que se puede
es una filosofía insuficiente para el capitalismo, y conduce a zonas de
sombra”, opina Rosenberg.
9.
Ricos con superpoderes
Cada
nación tiene una pequeña clase superpoderosa de élites de bancos centrales que
amasan fortunas en sus monopolios de divisas, y que son totalmente desconocidos
para los productores que, sin querer (y sin saberlo), compran aviones y yates
para ellos. “Nuestros sistemas monetarios se han vuelto aristocracias; una
clase oculta e inmensamente poderosa”, indica Rosenberg.
“En
este momento una ética parasitaria reina sobre Occidente y la continuará
dominando siempre que los productores interpreten el papel de los incautos. Si
esto sigue así, lo que queda del capitalismo se detendrá y será invadido por un
arreglo neofascista, no de la variedad del dictador y la esvástica, sino de una
donde los intereses de las empresas estatales poderosas se conviertan en una
fuerza imparable e insaciable”, vaticina Rosenberg.
Fuente:
Russia Today
No hay comentarios:
Publicar un comentario