Redacción
29 de julio del 2013
Algo
esperanzador dentro de la tragedia que supone la muerte de casi un centenar de
compatriotas: cada vez más españoles con sentido crítico sacan sus propias
conclusiones y estas conclusiones son distintas a lo que aseguran las fuentes
oficiales. Cada día más españoles ponen en cuestionamiento la verdad
institucional para someterlas a sus propios razonamientos. Sobradas razones
existen para ello: desde la instauración de la mierdocracia, las relaciones entre administradores y
administrados han estado basadas en colosales mentiras. Hemos necesitado más de
30 años para reparar en la nula fiabilidad de una casta dirigente infame,
enredadora, irresponsable, corrupta a más no poder, ignorante y traicionera.
Conforme
se van conociendo los detalles técnicos del accidente del tren Alvia en
Santiago de Compostela, las dudas no hacen sino crecer. Ahora hemos sabido que
el mismo día de la inauguración, la máquina ya ofreció algunos síntomas
inquietantes. Se señala oficialmente que la curva donde se produjo el accidente
se hizo para “ahorrar en expropiaciones”, lo que obliga a un brusco descenso de
velocidad del tren. Se trata de la primera curva que se encuentra el tren que
circula entre Madrid y Ferrol al llegar a Santiago de Compostela desde Orense.
Es, además, donde ya no hay trazado nuevo completamente independiente para el
AVE, sino que el tren usa parte del trazado antiguo, la vía que se construyó
durante el franquismo entre ambas ciudades. A la entrada de Santiago, y aunque
la vía antigua se amplió, esa línea pierde parte de las características de la
Alta Velocidad. “Así se hizo, en parte, para evitar que las expropiaciones, en
una zona notablemente urbanizada, fuesen mucho mayores de lo que ya eran”,
comentó un alto responsable de Fomento. Es decir, que pese a la catarata de
millones, al final se optó por ahorrar en expropiaciones antes que en
seguridad.
No
es el único despropósito: El tren siniestrado carecía del sistema de seguridad
ERTMS (encargado de hacer frenar automáticamente el convoy en caso de
incidente). Los dos últimos ministros de Fomentos, ambos gallegos, deberían
explicar por qué razón y pese a los miles de millones de euros gastados en
inversiones ferroviarias, el tren accidentado carecía de las medidas de
seguridad que aconseja siempre la alta velocidad.
Pese
a la imprudencia temeraria del maquinista del Alvia, resultaría acongojante que
la casta terminara endosándole sólo a él la responsabilidad por unos hechos que
en cualquier país normal exigirían muchas explicaciones por parte de José
Blanco, exministro socialista de Fomento. Se ha sabido en las últimas horas que
el tren Alvia a Santiago provocó un considerable susto durante su inauguración.
“El día de la inauguración de ese trazado —el 10 de diciembre de 2011—, al
llegar a la misma curva, el tren dio un bandazo que provocó el desequilibrio de
algunos de los usuarios. Hubo, ese día, un murmullo general sobre lo dura que
era esa curva después de más de 80 kilómetros de línea casi recta de AVE desde
Ourense. Si en esos 80 kilómetros iniciales el tren no parecía moverse, allí se
notaba por primera vez la inercia de un cambio de dirección”, cuentan los
periodistas Mónica Ceberio y David Reinero.
El
cambio, al parecer, es tan brusco que pone los pelos de punta leer su
descripción por estos testigos: “En ese momento, el tren debe frenar y al
llegar a la curva cerrada donde tuvo lugar el accidente, dejar la velocidad en
solo 80 kilómetros por hora. El descenso de velocidad en ese punto es muy
pronunciado: se pasa de 200 kilómetros por hora a 80 en un corto lapso de
tiempo”.
Todavía
ningún responsable político nos ha explicado por qué se eligió la seguridad
ASFA, más antigua, a la ERTMS, que frena el tren. El tramo del accidente está
protegido con un sistema llamado ASFA (Anuncio de Señales de Frenado
Automático) que funciona mediante balizas. Si un tren circula con exceso de
velocidad al pasar por una de las balizas en la vía, el ASFA envía la
información al maquinista, pero a diferencia de otros sistemas más modernos
como el ERTMS no frena automáticamente el convoy. Expertos ferroviarios
aseguran que, si funciona correctamente, el ASFA impide el fallo humano. Habría
que ver también el libro de velocidades máximas de la zona del accidente y ver
si está debidamente protegida, señalizada y con condiciones que impidan el
fallo humano.
Y
para culminar el despropósito, el comunicado del presidente del Gobierno la
misma noche de la tragedia: “Quiero transmitirle mi más sentido pésame por la
pérdida de vidas humanas y cuantiosos daños materiales que ha traído el
terremoto que ha tenido lugar esta madrugada en Gansu. Deseo, en particular,
transmitir mis sinceras condolencias a los familiares de los fallecidos”.
Es
decir, que nos queda la intranquilidad de que ante una catástrofe de tamañas
dimensiones, los representantes de la casta española no saben ni han sabido
nunca estar a la altura.
Fuente: http://www.alertadigital.com/
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