24 julio
2013
Beatriz
Gimeno
Miembro de
EconoNuestra
El decreto
andaluz antidesahucios es una medida modesta e insuficiente para la gravedad
del problema al que se supone que se enfrenta, como denunció en su día la
plataforma Stop-desahucios. Es una medida que en la mayoría de los casos sólo
va a retrasar el problema, que no acoge a todas las familias que lo necesitan
sino únicamente a aquellas que están en una situación ya desesperada, que fija
un plazo temporal demasiado breve para garantizar la estabilidad vital
necesaria en esta situación de paro masivo y que, además, no supone una mejora
sobre lo más importante: la existencia de cientos de miles de familias atrapadas
por deudas que no van a poder pagar, con vivienda o sin ella, ya que estamos en
un contexto no sólo de paro, sino también de importantes rebajas salariales.
No obstante,
el decreto supone una solución de emergencia para familias en situación
límite, visibiliza el derecho a la vivienda como derecho social básico y además
incluye una batería de medidas complementarias que incentivan el alquiler y
desincentivan la posesión de viviendas vacías. Esto sirve para
visibilizar también algo que debería ser obvio, que está incluso en la
Constitución, pero que se ha convertido en un tabú innombrable en estos
tiempos: la función social de la propiedad. Por eso, el decreto abre una
grieta, aunque sea pequeña, en el discurso único y monolítico de
que no existen otras políticas posibles que las que se están aplicando con mano
de hierro. Existía, además, la posibilidad de que otras comunidades se fueran
sumando a esta medida (Canarias, Navarra…) extendiéndose así la idea no sólo de
que es posible hacer otras políticas que no sean las de salvaguardar los
intereses de los bancos a toda costa, sino que también, a la sombra de éstas,
se podría ir extendiendo la certeza de que estas políticas que se nos imponen
son inhumanas y profundamente inmorales, así como de que es posible cambiar las
cosas, mediante el voto, por ejemplo. Resulta que si se comprueba que –incluso
en esta situación- es posible hacer cosas diferentes, tener en cuenta otros
intereses, los de la gente, por ejemplo, entonces los mercaderes que nos gobiernan
quedan en evidencia como lo que son. Su obsesión es que parezca que no hay
opción.
El decreto
abre una grieta en el hasta ahora único argumento de que lo único que importa
es la “estabilidad financiera”, frase que parece inocua, alejada de la
realidad de las personas normales pero que, en realidad, en este contexto, es
una manera de decir que lo único que importa son los intereses financieros,
caiga quien caiga, es decir, nosotros. El Partido Popular no podía permitir que
esta grieta se fuera haciendo más y más grande y ha corrido a recurrir el
decreto, lo que ha supuesto su paralización temporal. Para hacerlo necesitaba
una excusa, algo que pudiera ayudarles a no dar la impresión de que ayudan sólo
a los bancos y no a la gente, sino que lo que ocurre es que hay problemas
mayores, como la “estabilidad financiera” que no permiten otra manera de
actuar. Porque naturalmente la inmensa mayoría de la gente apoya el decreto,
incluida la mayoría de los votantes del PP. Recordemos que la simpatía popular
por la PAH, por sus acciones, por sus reivindicaciones, ya obligó al PP a tener
que hacer el paripé de admitir a trámite la IPL presentada por la PAH,
para poder desactivarla luego desde el mismo parlamento. Y les obligó después a
hacer otro paripé, el de presentar y aprobar su propia ley antidesahucios,
presentada entre sollozos por la vicepresidenta y que no sirve absolutamente
para nada porque, ésta sí, se preocupa por la estabilidad financiera, y no por
los desahuciados.
La excusa
que el PP buscaba se la prestaron raudos los mercaderes de la Comisión Europea
y del Banco Central con un informe en el que advierten de los males que se
avecinan en caso de que el decreto siguiera adelante. A Bruselas no le ha hecho
falta mucha presión para venir en auxilio del Partido Popular porque tampoco
allí se pueden permitir una grieta, siquiera dialéctica, en los argumentos
utilizados para implantar sus políticas de expolio generalizado. Estas
políticas se ejecutan en medio de una batalla ideológica en la que el lenguaje
juega un papel fundamental. Por eso todas estas medidas vienen siempre con su
correspondiente “kit” de instrucciones que consiste en un argumentario
construido en base a su particular neolengua; una lengua que sirve para ocultar
y hacer ininteligible la realidad. La Comisión Europa y el Banco Central
han escrito una carta y han presentado un informe en el que presentan el
decreto andaluz como un terrible peligro para el sistema financiero, nada
menos; ese mismo que se llevó por delante Lehman Brothers, con el ahora
ministro de Guindos al frente. Así que con la “estabilidad financiera” como
bandera, la Troika demuestra una vez más que no es más que el brazo
armado de una panda de mercaderes preocupados por sus propios intereses y sin
ninguna relación con la ciudadanía, con sus parlamentos o sus democracias. El
parlamento europeo está desaparecido ¿alguien sabe para qué sirve exactamente?
La democracia está tomada por los poderes financieros que nos han dejado claro
que es posible expropiar cientos de casas particulares para construir campos de
golf, como se ha venido haciendo a lo largo de todo el territorio, pero no es
posible retener la propiedad de los pisos que tienen vacíos los bancos (no es
realmente una expropiación) durante tres años para que familias sin otra
vivienda tengan un techo.
En otra
muestra de ese lenguaje con el que se busca que la realidad no se haga
presente, el gobierno ha recurrido el decreto antidesahucios diciendo que
vulnera el derecho a la vivienda, de la misma manera que nos roban la sanidad
pública argumentando que lo hacen para mejorar la sanidad pública, o
acaban con la educación mientras dicen que lo hacen buscando la excelencia.
Ahora Bruselas le da al gobierno la coartada que buscaba para paralizar este
decreto argumentando que ayudar a familias en situación límite para que no sean
expulsadas de sus casas durante tres años, puede afectar negativamente a la
recuperación económica… de los bancos. ¡Acabáramos! me suena a que, sin
quererlo, la Comisión Europea ha dado por una vez en el clavo: aquí, o nos
recuperamos nosotros y nosotras, o se recuperan los bancos; que nadie se crea
que es lo mismo o que vamos en el mismo barco. No es lo mismo y esto me suena a
lucha de clases; y no es broma.
Fuente: www.publico.es
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