30 julio 2013
Vicenç
Navarro
Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins
Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins
University
El
director de la revista Lancet (Richard Horton), la revista médica basada en
Gran Bretaña de mayor prestigio en el mundo sanitario de habla inglesa, acaba
de hacer una reseña en la revista británica New Statesman (12-18 julio 2013)
del libro NHS SOS: How the NHS Was Betrayed – and How We Can Save It (dirigido
por Jacky Davis y Raymond Tallis), que incluye una crítica devastadora de las
reformas realizadas por el gobierno laborista y por el gobierno conservador
(con la alianza del Partido Liberal Demócrata), a las cuales atribuye el
desmantelamiento de lo que incluso Winston Churchill había definido en su día
como la joya de la Corona del Estado del Bienestar británico, a saber, el
National Health Service, NHS (el Servicio Nacional de Salud). El NHS ha sido un
programa enormemente popular que garantizaba la universalidad de los servicios
sanitarios públicos (es decir, a todos los ciudadanos y residentes del Reino
Unido), sin pago en el momento de ser utilizado, y financiado por fondos
públicos, un sistema por cierto, con grandes analogías con el Sistema Nacional
de Salud en España.
Es
interesante resaltar las semejanzas que el proceso británico de
desmantelamiento del NHS tiene con el que está ocurriendo en España (incluyendo
Catalunya). Richard Horton indica que el golpe mortal al NHS tuvo lugar con la
publicación por el gobierno Cameron (Primer Ministro británico) del informe
Equity and Excellence: Liberating the NHS, y la aplicación de sus
recomendaciones por el gobierno conservador-liberal. Dicho informe se presentó
solo a los dos meses de establecerse el gobierno y, tras señalar su compromiso
retórico con los principios de equidad, universalidad y financiación pública,
pasó a proponer toda una serie de medidas que, en la práctica, diluían
considerablemente cada uno de estos principios bajo la excusa de mejorar la
eficiencia del sistema. Eficiencia era (de nuevo, retóricamente) el eslogan que
motivaba tales reformas. Su énfasis era privatizar la gestión y provisión de
servicios añadiendo –según el informe- competitividad al sistema sanitario
público.
Como
señala Richard Horton, el documento era profundamente ideológico, aun cuando,
predeciblemente, se presentaba como un documento técnico, neutral y objetivo.
Su carácter ideológico aparecía en que postulados políticos de clara
orientación liberal se presentaban como obvios y científicos, sin presentar
ninguna evidencia que los apoyara. En realidad, señala Richard Horton, la
mayoría de la evidencia científica muestra lo opuesto a lo que el informe
presentaba como científico. Entre estos postulados ideológicos estaba la
supuesta mayor eficiencia y calidad del sector privado sobre el público, la
mayor sensibilidad al usuario del privado, el mejor sistema de distribución que
aporta el mercado, y otros que van, en su mayoría, en contra de una amplia y
extensa evidencia bibliográfica que muestra precisamente lo contrario. Como
bien señala Richard Horton, “es extraordinario que todavía se afirmen estas
posturas cuando el sistema sanitario más privatizado del mundo, tanto en su
financiación como en su gestión, el sistema estadounidense, es además del más
caro, el que menos sirve al usuario, el más impopular y el más ineficiente”. Y
esto es lo que está ocurriendo en el Reino Unido. Las reformas han sido un
ataque frontal al NHS, con una extensa privatización que ha beneficiado
exclusivamente a la sanidad privada, creándose un sistema dual, como ya existe
en Catalunya, que descohesiona, divide y separa a la población, en cuanto a su
atención, por su nivel de renta y clase social.
Los
agentes de la contrarreforma
Lo
que hacen el libro revisado y el mismo Richard Horton es una crítica
devastadora, no solo de las reformas, sino de los agentes que jugaron un papel
clave en su génesis y en su aplicación. Su mayor crítica es al Partido
Conservador y al Liberal que, de una manera clara, descarada y obvia, han
defendido los intereses financieros y corporativos privados que quieren echarle
mano al NHS, que hasta entonces estaba en situación de off limits. Pero Richard
Horton también incluye en su crítica al Partido Laborista, que ya había
implementado las bases de esas reformas con sus deseos de introducir mercados y
privatizaciones en elementos importantes del NHS. La masiva extensión de tales
reformas a todo el NHS no disculpa los primeros pasos del Partido Laborista,
que abrieron la posibilidad de seguir la ruta que más tarde tomaron los
conservadores y liberales. Richard Horton es especialmente crítico con los
dirigentes laboristas que lideraron dichas reformas y que ahora están
trabajando para las compañías privadas que gestionan el sistema. Su crítica
personal a tales personajes, con nombres y apellidos, es dura, fuerte y
contundente.
Pero
la lista de Richard Horton es mucho más extensa. Incluye a las fundaciones como
la King’s Fund y muchas otras, que eran los think tanks donde esas reformas se
gestionaron. Y, por último, Horton y los autores del libro son críticos con el
establishment médico, incluido el académico, por lo que llaman, sin tapujos,
cobardía. Horton considera que ese establishment sabía que dichas reformas iban
a dañar al NHS. Y permanecieron callados. Pero no se atrevieron a enfrentarse
con la estructura del poder. Termina Horton escribiendo “si hay infierno,
espero algún día encontrar en él a todos aquellos que traicionaron al NHS, bien
por intereses financieros o bien por cobardía”. Hasta aquí, el director del
Lancet.
Como
dije antes, las semejanzas con lo que está ocurriendo en España, incluyendo a
Catalunya, son enormes. Los partidos de sensibilidad conservadora y liberal
están liderando cambios que son réplicas de los cambios que ha hecho el
gobierno Cameron en el Reino Unido, utilizando la misma retórica y la misma
argumentación. Y, como en el Reino Unido, el Partido Socialista también sembró,
en ocasiones, las bases de aquellas contrarreformas. Ni que decir tiene que los
gobiernos socialistas hicieron reformas de gran valía para defender y mejorar
la sanidad pública tanto en España como en Catalunya. Pero su excesiva
moderación, y su abertura al pensamiento liberal en algunas áreas, permitieron
que se infiltrara primero y dominara después el tsunami neoliberal que, llevado
a cabo por los gobiernos conservadores y neoliberales, está desmontando el
sistema nacional de salud a ambos lados del Ebro.
Fuente: www.publico.es
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