¿Sirve
de algo avisar a una sociedad además de adormecida, indefensa? ¿Tiene algún
sentido adelantarse a los acontecimientos previsibles o eso simplemente te
expone a críticas añadidas? Adelanté que estábamos viviendo un espejismo de
Estado de Derecho, que se desvanecería, porque la mayor mierda de la
mierdocracia es la Justicia. No hay solución posible sin depuración de la
Justicia. No es suficiente ir a la división de poderes.
Han
pasado menos de una semana desde que publiqué el artículo describiendo la
situación de injusticia para que se hayan producido acontecimientos de los que
hielan la sangre y hacer taparse las narices. Se ha dado carpetazo al caso
Campeón dejando libre a José Blanco, a pesar indicios y certezas, y se ha
rebajado la pena de Jaume Matas a seis meses de forma que éste manifiesto
corrupto elude la cárcel por ahora. Ambas decisiones han sido adoptadas por el
Tribunal Supremo, Hay que añadir la de la Audiencia Provincial de Madrid
poniendo en la calle a Miguel Blesa. A lo que se suma la persecución iniciada
contra el juez Elpidio, para el que la fiscalía pide 40 años de inhabilitación.
Podría decirse que es el mundo del revés, pero es lo que hay.
Por
si el Tribunal Supremo no fuera suficiente, el lacayo mayor del reino Luis
María Ansón ya ha propuesto una amnistía, que incluiría, obviamente, a Luis
Bárcenas, a Gúrtel, a los EREs y a toda la podredumbre del sistema.
Reitero
lo dicho en mi anterior artículo: son sólo cuatro jueces los que están actuando
con dignidad y han puesto al sistema contra las cuerdas. Además de Elpidio,
Mercedes Alaya, con los EREs; José Castro, un purista y un ermitaño de la
Justicia, con el caso Noos. Y, sobre todo, lo que se presenta como el gran
fallo de la casta parasitaria: el juez Pablo Ruz, un sustituto en la Audiencia
Nacional, que con una comisión rogatoria a Suiza ha abierto en canal la cloaca
pepera. Pero Pablo Ruz tendrá que abandonar la Audiencia en octubre y pasará a
ser, por ahora, juez de apoyo. El titular Miguel Carmona viene ahíto de
corrupción moral desde el Consejo General del Poder Judicial, donde ha pasado
de ser un progresista de Jueces para la Democracia a uno de los más fieles
aliados de Alberto Ruiz Gallardón; todo sea por el poder y la sinecura. No
conviene olvidar que en el Tribunal Superior de Justicia de Madrid el juez
Antonio Pedreira no vio –que Santa Lucía le mejore la vista, porque si se la
conserva a éste cegato…- indicio alguno ni en Bárcenas ni en Gürtel...
No
hay división de poderes ni independencia del Poder Judicial desde la
Constitución de 1978, pero las cosas no han hecho otra cosa que empeorar. El
PSOE mató a Montesquieu y el PP no ha hecho otra cosa que echar paletadas de
concreto sobre la tumba, porque para el sistema mafioso de casta parasitaria es
fundamental tener controlada la Justicia, lo que les concede impunidad, algo
fundamental para las mafias, y no otra cosa son el PSOE y el PP o el PPSOE,
como ha hecho fortuna en las redes sociales. No se asciende en la Judicatura
sin el beneplácito y el favor de los políticos, pues la carrera judicial es
competencia del Consejo General del Poder Judicial. Eso significa que desde el
segundo escalón judicial toda la Justicia está corrompida y la Fiscalía en
primer tiempo de saludo, dedicados a actuar los fiscales como abogados
defensores de los corruptos. La Justicia no está mediatizada, ese estadio hace
tiempo que se superó, está corrompida: han ido ascendiendo los de virtud más
frágil y los más lacayos. Ser independiente o ser meramente justo condena a
permanecer de por vida en los juzgados de primera instancia y de instrucción. Y
ganar menos, mucho menos.
Los
jueces se han dejado corromper. Cuando PP y PSOE negocian los puestos del
Consejo General del Poder Judicial o del Tribunal Constitucional hay
ofrecimientos impúdicos, se mueven relaciones. Los nombramientos, y es duro
constatarlo, se mueven en una ambientación delictiva de tráfico de influencias.
Todos los poderes están corrompidos y los contrapoderes, no existen. Se ha
llegado a la indignidad de que el presidente del Tribunal de Cuentas aparece
como donante del PP (al que tendría que fiscalizar) y el presidente del
Tribunal Constitucional, Francisco Pérez Cobos es un militante del PP que ha
mantenido oculta esa condición aunque ha sido puntual en el pago de las cuotas.
Ese
panorama desolador se completa con el hecho de que la casta parasitaria suma la
friolera de diez mil aforados. Francia sólo tiene uno; Italia, diez; Alemania,
ninguno. Ese oneroso privilegio hace que puedan acogerse a las instancias
superiores controladas. A medida que recurren, los oscuros pactos mafiosos
funcionan. Los políticos nos insisten tanto en la presunción de inocencia
porque la injusta Justicia que padecemos está de su parte.
Por
tanto:
1.-
Existe un resto de independencia en el primer nivel judicial.
2.-
Desde el segundo nivel, ya está corrompida la Justicia.
3.-
La impunidad de los miembros de la casta parasitaria es total.
4.-
El sistema se volverá contra los jueces que, con su independencia, lo han
cuestionado.
5.-
Los corruptos se van a ir de rositas.
Si
ahora se fuera a la división de poderes no se conseguiría nada, porque se parte
de una situación de corrupción moral generalizada. Es precisa una completa
depuración de la Judicatura y la Fiscalía. Esta situación añade un elemento más
de inquietud ante el gran reto secesionista previsto para 2014 por el sedicioso
gobierno autónomo catalán. No hay ningún artículo de la Constitución que
permita la secesión o que establezca el más mínimo resquicio, ningún mecanismo,
ninguna puerta abierta. Pero unos políticos que no han dejado de cometer delito
alguno, amparados en su impunidad, no van a dejar de sentir la tentación de
perpetrar el de alta traición en su grado máximo, algo para lo que llevan
entrenando cuatro décadas.
La
sociedad civil, los españoles, han de ser conscientes a lo que se enfrentan y
en la situación de indefensión en que están, con una Justicia para los
tiburones y otra para las sardinas, con una para la casta y otra para
expoliados; una Justicia que es incapaz, por ejemplo, de ver estafa en las
preferentes o que se ha puesto genuflexa ante Miguel Blesa. Pero ¿existe la
sociedad civil? ¿Están dispuestos los españoles a unirse para luchar por su
supervivencia, pues de eso se trata?
Éste
es mi último artículo, mi último servicio a mi Patria y mis compatriotas, ahora
mi familia y la agricultura. Gracias a todos.
Fuente: http://www.alertadigital.com/
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