“No es la
idea de revolución lo que está en crisis actualmente. Lo que está en crisis es
la idea de partido. No hay que equivocarse de crisis. El enemigo nos dice que
la revolución está en crisis, porque es lo que a él le viene bien. Lo que le
interesa y lo que le viene bien es decirnos “no hay ninguna otra política
posible”
Alain Badiou
, Filósofo Francés
En estos
días saltaron las alarmas en los elegantes despachos de la “casta política”
española . Los resultados de una encuesta de la empresa especializada My Word
han “colocado de los nervios” a los políticos profesionales .
La
investigación demoscópico divulgado por la Cadena Ser (y silenciada a las pocas
horas) predice los fuerte movimientos telúricos que moverán el piso del
establishment partidocratico, Veamos:
1.- Los
españoles depositan mayoritariamente su confianza en los nuevos movimientos
sociales. Un 57% de los consultados cree que la democracia funcionaría mejor
sin partidos políticos y con plataformas sociales elegidas para la gestión de
los asuntos públicos.
2.- Un 88%
de los españoles cree que los partidos políticos forman parte de una elite,
junto con los grandes empresarios y los banqueros, y que trabajan solo en la
defensa de los intereses de unos pocos.
3.- La
mayoría de los ciudadanos, un 61%, sigue creyendo que la democracia, con todos
sus defectos, es el mejor sistema político posible.
4.- Un 59%
de los ciudadanos aprueba los “escarches” como el mejor instrumento del que
disponen para rebelarse o presionar ante la situación de crisis que vive
España.
5.- El
rechazo al bipartidismo es unánime incluso entre la derecha. Una abrumadora
mayoría, el 87%, lo rechaza.
6.- Entre
los movimientos sociales nuevos, la Plataforma de Afectados por las Hipotecas
tiene 67 de respaldo: La apoya un 75% , le siguen el movimiento 15-M, con un
67% y los Afectados por las Preferentes, con un 65%;
7.- Los
sindicatos reducen su respaldo a un alarmante 18%. La gran mayoría los
ciudadanos cree que son parte del régimen.
8.- Respecto
de la economía de mercado, es decir del capitalismo: el 60% lo rechaza porque
genera desigualdades y malestar.
9.- Un 44%,
frente a un 37% piensa que quien realmente manda son los mercados y las
instituciones supranacionales.
10.- Un 57%
cree que la imputación de la infanta Cristina cuestiona la supervivencia de la
Corona. Un 35% que es grave y apenas un 7% piensa que va a ser perjudicial sólo
para la propia infanta.
En otra encuesta,
efectuada hace solo dos semanas, coincide plenamente con la información de la
Cadena Ser. La exploración del CIS certifica que los políticos españoles (
todos y sin excepción) reciben un 93 por ciento de desaprobación y que el
rechazo a los partidos políticos es de un 91 por ciento.
Los estudios
de opinión hablan por si solos y sin embargo merecen más de un análisis.
La derecha
responde.
La crisis
política española es palpable, se puede tocar. Por ello, este fin de semana en
un gesto de elocuente intranquilidad , María Dolores de Cospedal sacó la voz
para sentenciar ; “sin políticos no hay democracia”.
Se equivoca
la lidereza del PP y se equivocan todos aquellos que confunden la política con
los políticos profesionales .
Las
encuestas están reflejado fielmente lo que todo el mundo sabe . Con los
políticos profesionales no hay democracia real.
La mayoría
ciudadana se da cuenta que soportamos una elite que es personal a sueldo de
unas “empresas de empleo privilegiado” que se llaman asimismo partidos políticos.
El respetado
historiador José Álvarez Junco, le ha puesto palabras a esta crisis ; “Da la
impresión, que los partidos actuales están en situación pre-agónica. El PP, y
más aún el PSOE, podrían desaparecer en poco tiempo”.
¿ Ha muerto
la política?
A pesar de
los gruñidos destemplados de los políticos de profesión, la verdad es que la
política no ha muerto. Está más viva que nunca.
Los
ciudadanos de a pié, salvarán a la política porque la necesitan . Ya lo esta
haciendo al entregar masivamente su confianza a los nuevos y exitosos
movimientos sociales .
La
ciudadanía ha entendido que la democracia no es votar cada cuatro años. No
quiere enajenar su derecho a decidir . No quiere dejar su opinión en manos de
unos representantes que llegado el momento se olvidan de los votantes y solo
cumplen las orden del partido que les da empleo, con sobresueldos incluidos.
La acción de
los nuevos movimientos establece las bases para la realización una democracia
real. En su practica está el germen de una nueva ética emancipatoria . Una
democracia real sin las improductivas mediaciones de las burocracias
partidarias.
En realidad
la crisis del capitalismo y su necesario compañero de ruta, el virus mortal de
la corrupción, ha descompuesto rápidamente todo el orden constitucional del 78.
Esta podredumbre incluye a los partidos nacionalistas periféricos y a las
cúpulas de los dos grandes sindicatos del sistema.
Salta a la
vista que el problema que tiene la “casta política” se llama supervivencia .
Sus lamentos dan cuenta que ello. En privado reconocen que la corrupción ha
sido un golpe letal y que están jugando los descuentos.
¿Qué pasará
con la izquierda tradicional ?
Sí alguna
fuerza puede salvarse de este merengue inmoral es la izquierda
institucionalizada. Su militancia es luchadora y forma parte activa de los
movimientos sociales. La honradez de su personeros máximos no ha sido
cuestionada . Sin embargo, esto ya no es suficiente.
La historia
ha puesto sobre la mesa un desafío de proporciones. En Europa se aproxima el
tiempo de las revoluciones del siglo XXI. El tiempo de las revoluciones
democráticas será cuestión también del viejo continente.
Los nuevos
movimientos encaminan sus pasos en ese sentido. La revolución democrática del
nuevo siglo, necesariamente desplazará a la vieja partidocracia y establecerá
nuevas formas de democracia directa y participativa (que limite en sus justos
términos el papel de los representantes).
Sectores de
cúpula de la izquierda apegadas a las instituciones se resiste a entender que
el desastre de la “casta política” es un camino sin retorno. En esos círculos
más de algún personaje ha confundido ser un revolucionario profesional -como
los pensaba Lenin- con vivir como un político profesional como se practica en
España.
El
irremediable desgaste del PP y del PSOE , alimenta el apetito de algunos
dirigentes “izquierdistas” . Sueñan con nuevos tripartitos. Aspiran a
co-gobernar con el PSOE al estilo Andaluz. Afilan los dientes para los próximos
comicios de las comunidades autónomas.
El más
sincero de esta deriva oportunista es el diputado Gaspar Llamazares. En su
libro que curiosamente lleva por titulo “El libro Rojo” postula derechamente
una alianza con el PSOE “ para salvar al capitalismo” .
¿Es la izquierda
institucionalizada un problema?
Este tipo de
“izquierda” se ha quedado en el pasado. Como explica Tony Negri ha sido
alimentada ideológicamente con aquellas nociones de las Constituciones Europeas
, surgidas después de la segunda guerra mundial. Estos pactos reconocían un
estado social pero que a continuación declaraban sagrado el derecho de
propiedad y igualaban democracia a capitalismo.
Estos
equívocos en cuestiones cardinales para la economía y la política lastra la
imagen de la marca electoral de la izquierda. De hecho colocan en entredicho
los acuerdos de su ultima asamblea federal que aprobó impulsar un proceso
constituyente, para cambiar el “ancien regime”.
Parte
importante de la izquierda institucionalizada practica una idea del siglo
pasado. Sinónimo de política es elecciones, parlamento, organismos del sistema.
A fin de cuentas el parlamentarismo demo-liberal ha servido para obtener
recursos y mantener un aparato burocrático que se auto-reproduce en el poder.
Cierta
“izquierda” europea ha olvidado convenientemente que ninguna de las
revoluciones del siglo XX la hizo un partido institucionalizado. Tampoco fueron
los partidos legales los que forjaron las grandes revoluciones democráticas y
populares del siglo XIX en Europa.
Otra cosa
muy distinta es que las grandes transformaciones han tenido siempre tras de sí
a organizaciones de revolucionarios dispuestos a abrir nuevos derroteros para
la política.
No debemos
confundir a los actores de la liturgia de los puños en alto, las banderas y los
himnos con los auténticos revolucionarios. Estos no están ni el los parlamentos
nacionales, ni en ese organismo inoperante que es el parlamento europeo.
La política
no está en crisis
Tal como
afirma el filosofo francés Alain Badiou, lo que está en crisis es la vieja idea
de partido de estado. No está en crisis la política como fuerza emancipadora y
menos aún la necesidad de una revolución democrática.
En el siglo
XXI asevera “habrá que reinventar la política, el arte de la política, la
alegría colectiva de la política … porque sí estamos convencidos que la
política puede ser una creación, entonces la organización política es un grupo
creador . No es un instrumento . no es un aparato.”
Los pueblos
de España están mostrado una gran capacidad de creación política re-inventando
nuevas formas de lucha.
Se ha
legitimado ante la opinión publica la desobediencia civil y la propia dinámica
de la crisis empuja a los movimientos a constatar que no hay salida democrática
dentro del castillo blindado de un régimen político añejo.
En este
escenario si la izquierda parlamentaria quiere sobrevivir debe tomarse en serio
una política ruptura democrática.
No es de
recibo que mientras los abnegados militantes de la izquierda están en todos los
frentes de lucha, la dirigencia del partido y los sindicatos mayoritarios estén
a la cola de todos los llamados a movilización
La antiguas
recetas ya no sirven.
El partido
tradicional hace mucho que perdió la iniciativa. Aquel aparato que solo vivepor
y para las elecciones ha caído buenamente en el precipicio que anticipó
Gramsci: “el partido (burocrático) acaba por volverse anacrónico, y en los
momentos de crisis aguda queda vacío de su contenido social y queda como
apoyado en el aire”.
La historia
reciente en Europa ha demostrado que las estrategias puramente electorales ,
incluyendo aquellas que propugnan un frente de izquierdas, son una trampa. Un
callejón sin salida que solo legitima el sistema imperante. Estas estrategias
sustentadas por el “cretinismo parlamentario” han llevado a derrota tras derrota
a la izquierda en Alemania , Francia e Italia.
En medio de
una profunda contra-revolución conservadora y neoliberal el parlamentarismo
nada han conseguido y nada conseguirá. Bueno, no exactamente. Puede seguir
alimentar la burocracia partidaria.
En realidad
la izquierda institucionalizada está desprovista de una táctica y una
estrategia para la revolución democrática . Y, como carece de un pensamiento
“fuerte”, no logra estar al nivel de un pueblo que está en plena ebullición
rupturista.
Las antiguas
políticas parlamentarias de salón conducen a la bancarrota de cualquier partido
que se asuma de izquierda . El tercer estado está activado y calienta motores
buscando una salida a “la plebeya”. La ruptura desde abajo es una
acontecimiento que crece en la medida que la crisis se profundiza.
España tiene
una importante diferencia con otros países esquilmados del sur de Europa. En el
reino Borbón, además del desastre económico, hay una profunda crisis del modelo
territorial. Ha quedado obsoleta la monarquía parlamentaria negociada con los
herederos del franquismo.
Revolución
democrática es lo que toca.
El nudo
gordiano de la crisis española es la crisis del poder político constituido.
Cada día que pasa los hechos ponen en evidencia que el “orden” establecido por
la transición ya no sirve ni para la clase dominante ni para las clases
dominadas.
La
revolución digital ha creado la base material para el cambio democrático.
Ofrece los medios tecnológicos ( móviles, tabletas, ordenadores ) para que los
ciudadanos puedan decidir directamente, mediante el voto electrónico, las leyes
y disposiciones que les afectan de modo fundamental.
La gente
común se da cuenta de las posibilidades del cambio. Quiere participar . Demanda
horizontalidad. Exige que no se le arrebate su derecho a decidir.
Hace solo
poco más de una año, un pequeño grupo levantamos la idea de un proceso
constituyente para llevar a cabo una revolución democrática. Un proceso que
edifique una nueva institucionalidad desde abajo y con los de abajo.
Al comienzo,
las élites creyeron que éramos “marcianos”. Para su sorpresa, en pocos meses,
la idea de los constituyentes ha impregnado fuertemente a los movimientos
sociales. La realización de un proceso constituyente democrático es hoy la alternativa
más sería para una salida democrática de la crisis.
La tiempos
históricos van tan rápido que las tornas están cambiando dramáticamente.No solo
hay que cambiar el gobierno. Hay que cambiar el régimen. La tercera republica
ya es una utopia alcanzable para esta generación.
Vivimos el
comienzo del fin de una época. Caduca una manera de “hacer política” con
moquetas y coches oficiales. Se acaban esos soberbios días de vinos, puros y
rosas (al estilo Barcenas) financiados con la especulación inmobiliaria de la
Banca.
¡Pero
cuidado, no hay que vender la piel del oso antes de matarlo ! El silbato del
arbitro no ha sonado todavía y “la casta” aspira a meter un gol de última hora.
No le
quitemos el culo a la jeringa
Como era de
esperar, los elementos más avispados del poder constituido están proponiendo
“reformas constitucionales” . Los políticos profesionales, ni cortos ni
perezosos, se apuntan apresurados a estas reformas cosméticas.
Este
ejercicio de “transformismo” de los conocidos de siempre no se lo cree nadie.
Vienen una vez más con un puñal bajo el capote. Es la vieja practica
gatopardista; que aparenta el cambio para que nada cambie.
El proyecto
de los constituyentes está en las antípodas de las pretensiones de las élites
del poder. El proceso constituyente tiene dos características inseparables ; es
revolucionario porque su objetivo es desplazar al poder constituido y es
democrático porque se vale de medios democráticos. Los emplea para constituir
un nuevo poder donde las decisiones de pueblo no sean arrebatadas por una
oligarquía.
Los
constituyentes, al igual que la gran mayoría de los movimientos sociales,
piensan que no debemos ni podemos quitarle “el culo a la jeringa”.
La era esta
pariendo un corazón. Se le puede escuchar y nos dice Revolución Democrática es
lo que toca. Con seguridad será un camino difícil , con avances y retrocesos
pero es el signo de un nuevo tiempo histórico.
Esta
revolución democrática debe llevar a cabo una profunda limpieza de todo el
espectro político. Como dice el profesor Juan-Ramón Capella “No solo hay que
jubilar o poner a la sombra al personal político. Hay que trabajar para que la
última palabra la tengan los pueblos de España”.
* Socialismo21
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